El desierto desolado.
Las decenas de personas que escoltaban el carro estaban todas muertas. La sangre negra que exudaba de sus cuerpos hacía la escena aún más siniestra. Holmer, a su vez, había sido aplastado hasta la muerte por un solo golpe de Haeru. Jenne y Keane, que habían visto todo eso desde el carro, estaban totalmente aturdidos.
—Hermano mayor Ley —dijo Keane alarmado. El rostro de Jenne también estaba más que pálido.
Justo cuándo Linley estaba a punto de responder, el viejo sirviente, Lambert, que conducía el carro de repente gritó con sorpresa mientras miraba el cadáver de Holmer.
—¡Él! Él es el asesino más mortífero en Ciudad Cerre, Holmer. Ese viejo loco que se hacía llamar boticario.
—¿Holmer? Abuelo Lambert, ¿de qué estás hablando?
Keane miró a Lambert.
Lambert tomó un profundo respiro.