El monstruo, Cuello, no conocía ninguna técnica. Lo único que tenía era velocidad y fuerza.
Cuando la fuerza de uno era suficiente, las leyes podían doblarse. Cuello era un ejemplo de esto. Su puño podía fácilmente retorcer el tiempo y el espacio, convirtiéndolo en un resplandeciente rayo de luz. Esa luz podía fácilmente aniquilar un sistema solar entero con una sola onda.
¡Peng!
Una enorme garra dorada arañó el puño.
—Es más fuerte.
Luo Feng giró su cuerpo. Siguió la fuerza, pero no podía caminar en línea recta. Golpeó la pared como un fantasma y la onda expansiva de su cuerpo divino inmediatamente penetró la pared.
¡Hong!
El pie golpeó el pecho de Luo Feng y lo presionó contra la pared. La onda expansiva lo hizo temblar.
¡Sou!
Luo Feng rechinó los dientes y trató de huir. Al mismo tiempo, el poder divino de la Bestia de Cuernos Dorados estaba siendo transferido a su cuerpo terrícola original para volver a su estado óptimo.