Cuando los dos demonios escucharon la instrucción, corrieron hacia los cuatro guardias con sus espadas. Ellos estaban claros acerca de su estrategia de ataque, ya que cada uno de ellos lucharía contra dos guardias sin interrumpirse mutuamente. El Demonio Malachiano no se preocupó por las espadas que los guardias estaban blandiendo en sus manos. Él era como un tanque que avanzó hacia ellos, luchando con sus puños que eran como martillos y que colisionaron con las dos espadas. Los dos guardias que eran un poco más pequeños que él se tambalearon hacia atrás por su ataque.