Xiao Shiqin estaba confundido. Qiao Yifan era alguien que preocupaba incluso a su jefe, Tao Xuan. Ahora mismo, estaba caminando hacia él. ¿Qué, puede estar tramando?
Xiao Shiqin no miró hacia ningún otro lado. Fijó su mirada en Qiao Yifan, quien caminó hasta un expendedor de agua y llenó un vaso con agua. Después, regresó y colocó el vaso sobre la mesita de café frente a Xiao Shiqin:
—Señor, tome un vaso de agua…
Luego, volvió a su asiento.
—Uh…—Xiao Shiqin reflexionó sobre lo que acababa de pasar durante los siguientes cinco minutos. No creía que Qiao Yifan tenga algún motivo oculto tras esa acción. ¿Quizá no haya ningún problema?
Después de despertar de su desconcierto, estaba a punto de decir algo, cuando de pronto descubrió que todo el cuarto se había quedado en silencio. El único ruido que podía escucharse venía de una sola dirección: el asiento de Ye Xiu.
¿Está trabajando en su arma Plata?