Luego de tres segundos de silencio, Huo Mian lentamente dijo: —Su Yu, si muero, por favor, olvídame.
—¿Qué?
Su Yu sintió como si le hubiera caído un rayo y no pudiese mover su cuerpo. Si él lo había escuchado correctamente, Huo Mian le pidió que la olvidara si moría.
—No escuchaste mal, es lo que dije.
—¿Por qué dices cosas deprimentes de la nada? Pensé que pedirías algo real, esto no cuenta. Toma la bala de nuevo y piénsalo. Te digo que tengo un montón de cosas de valor en mi mansión, perlas de la dinastía Qing, porcelana blanca y azul de la dinastía Ming, una espada de cobre, un pendiente de jade de la dinastía Zhou del este. Lo tengo todo, cualquier cosa sería mejor que esto.
Su Yu pensaba que Huo Mian bromeaba, por lo que quiso darle la bala de nuevo. Sin embargo, Huo Mian no la tomo. En cambio, miró a Su Yu con una expresión seria.
—¿Eres un hombre de palabra?
—Por supuesto.
—Entonces debes mantener tu promesa.
—Yo...