—Mamá, si tienes que hacer las cosas de esa manera, entonces déjame decirte. Si algo fuese a pasarle a Huo Mian, yo desapareceré junto a ella y me perderás para siempre.
La señora Qin estaba sorprendida de lo enamorado que estaba su hijo.
—Qin Chu, ¿tienes idea de lo que estás diciendo ahora mismo? —gritó la señora Qin. Estaba histérica.
—Si, completamente seguro.
—¿En verdad estas dispuesto a morir por una mujer?
—Sí, lo estoy. Si no me crees, pruébame.
—Dios mío, crie a mi hijo por más de 20 años solo para oírle decir que está dispuesto a morir por una mujer…
La señora Qin sintió su mundo venirse abajo por completo.
—Deja de molestar a Huo Mian. Mientras viva, jamás la abandonaré. Mamá, considera esta mi última advertencia.
Al terminar de hablar, Qin Chu presionó un botón de su línea fija.
El asistente Yang abrió la puerta y entró a la oficina.
—Señor, ¿en qué puedo ayudar?