Todavía era temprano. Faltaba más de media hora para las once, por lo que había relativamente poca gente en la plataforma, y el tren estaba casi desierto.
Teniendo tantas opciones para elegir, Jill entró en un compartimento al azar y se sentó contra la ventana después de usar una buena cantidad de fuerza para subir el baúl en el portaequipaje.
Poco a poco, la plataforma se fue llenando de gente y el suave murmullo se convirtió en bullicio. Jill estaba encantada al ver la miríada de colores y formas desde la ventana. Muchos adultos vestidos con túnicas de colores polvorosos saludaban a los niños pequeños que subían al tren con grandes baúles y jaulas con lechuzas y gatos. También había personas vestidas con ropa de no magos, aunque las combinaciones tanto de estilo como de color dejaban mucho que desear para cualquiera con un poco de sentido de armonía.
La hora se fue acercando poco a poco a las once. Justo cuando Jill pensó que probablemente tendría el compartimento para ella sola la puerta se abrió y dos niñas se asomaron.
-Hola ¿podemos sentarnos aquí?
Jill rápidamente asintió.
-Si si, no hay nadie más por el momento.
Las dos niñas arrastraron sus baúles y Jill se levantó para darles una mano. La niña con cabello pelirrojo y ojos marrones se presentó primera.
-Soy Susan Bones, de primer año.
-Jill Woods, también de primer año.
-¡Ah genial! Somos todas de primer año, mi nombre es Hannah Abbot.
Después de sentarse Hanna tomó la iniciativa de continuar con la charla.
-Estaba tan emocionada cuando recibí la carta. Mis padres prometieron regalarme una escoba para el año próximo. Una cometa, nada de esas barrenderas.
Susan también compartió su alegría de haber sido aceptada en Hogwarts y la incertidumbre de la selección de casas. Poco antes de que el tren partiera, un chico de cabello rizado oscuro apareció en la puerta con su equipaje.
-¡Hola! ¿Hay lugar para uno más aquí? El tren parece lleno.
Jill asintió y el chico entró en el compartimento sentándose al lado de Jill.
-Gracias, soy Justin Finch-Fletchley, primer año.
-Yo soy Jill Woods, ella es Susan Bones y Hannah Abbot, todas de primer año.
Justin era bastante vivaz, inmediatamente entabló conversación con Hannah.
-... Mi madre se enojó mucho cuando recibí la carta y le dije que quería ir a Hogwarts para aprender magia. Ella dijo que no podía tirar todo el trabajo duro que hice para entrar en Eaton.
-¿Eaton?
-Es un colegio muy famoso en el mundo no mágico, la competencia entre instituciones es feroz pero aún así se lo considera uno de los mejores- intervino Jill en la conversación -Debes ser muy bueno Justin. No es fácil entrar allí, mi hermano no lo logró por muy poco.
Susan y Hannah fruncieron el ceño al escuchar sobre Eaton.
La charla sobre las diferencias entre el mundo mágico y el mundo muggle continuaron, Susan y Jill hicieron aportes escuetos mientras que la conversación fue mayormente controlada por los dos entusiastas Justin y Hanna.
Alrededor de dos horas en el viaje una señora apareció en el pasillo empujando un gran carro lleno de todo tipo de extrañas comidas y bebidas.
-¿Quieren algo del carrito queridos?
Jill se levantó y sacó un par de sickles de plata de su bolsillo y después de preguntar a la señora por consejo, compró un paquete de grageas de todos los sabores, varias ranas de chocolate y un par de varitas de regaliz.
-Aquí, para compartir.
Jill separó tres ranas de chocolate y las guardó en su maleta para enviar a su familia en cuando consiguiera una lechuza en la escuela. Luego tomó una varita de regaliz y le dio un mordisco mientras ofrecía las golosinas restantes a las tres personitas.
-¿Grageas de todos los sabores?
Justin tomó el paquete alargado y leyó las etiquetas, como Jill, él provenía de una familia de no magos, por lo que esta era la primera vez que veía algo como esto.
-Ten cuidado con esas-Dijo Susan mirando la caja de grageas como si fueran un insecto venenoso.- Cuando dice que es de todos los sabores, es literal. Una vez comí una tan desagradable que ahora ya no puedo comerlas más.
-¿De verdad?- La cara de Justin se puso verde y rápidamente dejó la caja, que fue arrebatada por Hannah quien la abrió y comió una gragea con cuidado. Bajo la atenta mirada de tres pares de ojos. Hannah asintió.
-Mhh, sabe a caldo de pollo.
Jill decidió no comer esas cosas después de escuchar un sabor tan extraño y disfrutó del inofensivo dulce de regaliz. Las ranas de chocolate causaron una pequeña escena cuando Justin abrió una y se asustó al verla saltar de la caja hacia Hannah, quien gritó y golpeó la rana de chocolate al suelo de un manotazo.
Después de un silencio profundo Jill no pudo evitar reírse y todos terminaron riendo juntos.
Terminé de escribir este capítulo. Al fin. Fue el capítulo al que más cambios le hice hasta el momento.
Nuevamente, agradezco críticas constructivas.