El hombre calvo tenía puesto un traje descolorido y un poco roto, que parecía ser tan viejo como los zapatos que llevaba puestos. El borde estaba flojo, en uno de los lados hasta se podían ver los hilos. Al golpear el piso de manera rítmica, Lu pudo ver que las suelas de sus zapatos estaban totalmente gastadas.
Si no fuera por las instrucciones del presidente, puede que Lu jamás hubiera creído que él era el jefe de Emperor Corp.
—Por favor—dijo Lu de manera cortés mientras colocaba el café frente a él. Caminó al otro lado de la mesa y se sentó.
Técnicamente, Huo le había instruido que intercambiara unas palabras con este hombre. Era claro que el hombre de mediana edad era un secuaz bajo el comando de otra persona, definitivamente no era la mente maestra a la que Huo y Lu habían estado vigilando. Bueno, si ese era el caso, entonces Huo no necesitaba mostrarse.