Trueman estaba atrapado en el cuerpo.
Se sintió como si estuviera viendo una repetición de toda su vida.
Desde el momento en que nació, le habían inyectado el suero genético en el laboratorio. La gente observaba su cuerpo a intervalos regulares. El joven no sabía cómo vivía la gente del exterior. Pensaba que la gente nacía para sufrir; al fin y al cabo, ¿no era ése exactamente el caso de todos los niños que le rodeaban?
Para él, el día más feliz de cada mes era el día en que el anciano venía a visitarle.
El anciano ya había entrado en años. Trueman era uno de los más jóvenes entre sus hijos...
Se decía que muchos de los hijos del anciano antes de él ya habían muerto...