Una puerta metálica separaba los dos mundos.
Nora utilizó todas sus fuerzas para patear y pisotear la puerta, pero simplemente no pudo abrirla. Sólo pudo observar impotente cómo el fuego en la habitación se hacía cada vez más grande.
La explosión también atrajo finalmente la atención de los agentes de seguridad, que llamaron inmediatamente a los bomberos.
Nora se quedó mirando la puerta.
Su semblante permaneció tranquilo y sereno todo el tiempo. Incluso cuando la gente empezó a acudir al lugar, metió la caja de metal en el bolsillo con total racionalidad.
Pronto se apagó el fuego. Los bomberos finalmente abrieron la puerta y se apresuraron a entrar.
Todo lo que había dentro había saltado por los aires y se había reducido a cenizas. En el suelo yacía un cadáver carbonizado e irreconocible del que sólo quedaban los huesos.
Sólo había un cadáver... Esto llenó de esperanza a Nora.