Rosewisse y Viggo estaban una vez más en la casa de Kain. Para ser más específicos, sentados frente a frente en la mesa de la biblioteca. Ambos se miraban a los ojos y sonreían con los brazos extendidos y las manos sobre unas velas especiales que fabrico Kain.
Al mismo tiempo, Kain estaba sentado en su sillón a un par de metros de ellos mientras leía un libro. Él soltó una exhalación de cansancio y dijo sin apartar la mirada del libro -dejen de jugar y concéntrense en las velas-
-Estamos concentrados, padre- dijo Viggo con una gran sonrisa en sus labios mientras miraba a Rosewisse y se concentraba en que su vela se consumiera primero que la de ella.
-Así es, señor, estamos concentrados- dijo Rosewisse con la misma intención de Viggo -solo pasa que este tipo es un mal perdedor y no quiere aceptar mi superioridad-
-Superioridad, mis bolas-
-Grosero-
-Niños- dijo Kain llamándoles la atención, cada vez más cansado de la parejita que se comportaban como verdaderos niños. Rosewisse tenía dieciséis años, Viggo iba a cumplir quince, además de que pronto iba a ser padre ¿No era momento para que maduraran?
-Vamos, vamos, vamos- dijo Rosewisse soltando una risita. Su vela estaba ardiendo con más fuerza que la de Viggo y la cera se desparramaba hacia los lados del platillo en el que estaba posicionada.
Viggo frunció el ceño, se concentró en que su fuerza del alma fluyera con más fuerza. Eso hizo que su vela se derritiera a la misma velocidad que la de Rosewisse, pero fue inútil.
-Listo, primera, otra vez- grito Rosewisse, se levantó de la silla y levantó las manos al cielo en una pose de victoria mientras extendía sus blancas alas de valkiria hacia los lados.
Viggo soltó un suspiro y miró su vela. Solo estaba un paso por detrás de la de ella, a punto de consumirse.
-Vamos, Viggo, no seas mal perdedor, admítelo- dijo Rosewisse con una sonrisa rebosante de felicidad. Sus alas se recogieron por detrás de su espalda y ella apoyo sus manos en la mesa, presionándolo con la mirada.
-Ok, ok, lo admito, eres la mejor- dijo Viggo con una voz monótona y algo molesto porque alguien era mejor que él
-Claro que soy la mejor- dijo Rosewisse con una gran sonrisa
-Eres la mejor- dijo Kain cerrando el libro que tenía en sus manos y levantándose de su sillón -porque sabes lo que haces-
Rosewisse se hizo a un lado y Kain camino hasta la mesa donde estaban las dos velas. Vio el resultado y asintió satisfecho. Kain hizo una pequeña sonrisa, miró a Rosewisse y le peino el cabello en un gesto suave.
Viggo lo vio desde el otro lado de la mesa y frunció el ceño. Tal expresión no escapo a los ojos de Kain. Este último se dio la vuelta y dijo -la última vez que hice lo mismo contigo, te enojaste y dijiste que ya eres un adulto. Si también quieres que te peine el cabello con la mano, puedes pedirlo-
-No soy un niño- respondió Viggo de malhumor
-Entonces no te pongas celoso-
-No estoy celoso-
-Sí, claro, muchacho, lo que digas-
Kain negó con la cabeza mientras Rosewisse miraba a Viggo y le sacaba la lengua. Viggo torno los ojos al techo en un gesto de exasperación y Rosewisse soltó una risita al ver tal expresión. Al mismo tiempo, Kain hizo un ademan con su mano derecha, donde tenía su anillo y extrajo una caja y trapos que resguardaban objetos en su interior. La caja era de madera, elegante y en la tapa tenía el emblema de Kain. Después había dos trapos de un metro de largo, se veían sucios y gastados.
Kain abrió la caja de madera y mostro dos varitas en el interior acolchado de terciopelo. La varita de plata se la entregó a Rosewisse, quien la acepto llena de felicidad. Después Kain tomo la varita de oro y se la tendió a Viggo, quien la miraba lleno de expectativas. Rosewisse apuntó a una pared, pero Kain le bajo la mano.
-No, no, no- dijo Kain -es peligroso que ocupes esto aquí. Ve al calabozo o algún lugar apartado. Tu varita era buena, pero cuando veas la potencia de esta varita, entenderás mi advertencia-
-Entiendo, señor, muchas gracias- dijo Rosewisse con una gran sonrisa
-De nada, niña- dijo Kain con calma y amabilidad
Viggo guardó su varita y quedó mirando a su padre, expectante de las armas que deberían estar dentro de esos trapos sucios y desgastados. Kain sonrió viendo la anticipación de su hijo, le recordaba aquellos años cuando era pequeño e inocente. En aquella época cada regalo era el mejor del mundo. Kain tomo el borde de la tela y la abrió como quien abre un libro. Entonces desvelo el hacha Leviatán y Viggo vio con decepción que se veía igual que cuando se la entregaron por primera vez. Mango de madera roja, cabeza metálica con el filo dorado y grabados rúnicos.
Kain vio la decepción en los ojos de su hijo, sonrió, tomo el hacha por el mango y se la arrojo -pruébala- dijo
Viggo atajo el hacha en el aire, miró a su padre, asintió y después canalizo mana al hacha, pero la cabeza del hacha no se cubrió de hielo. Viggo miró a su padre y Kain mostro una sonrisa astuta. En lugar de mana, Viggo canalizo fuerza del alma y la cabeza del hacha se cubrió de una dura y fría capa de hielo. Era tan frio que la temperatura de la biblioteca bajo a un nivel glaciar. Rosewisse tuvo que rodearse con sus propias alas para protegerse del frio.
-Suficiente- dijo Kain, hizo una ademan con la mano y el ambiente volvió a la normalidad. Apuntó al hacha con su dedo índice y continuo -deja de inyectar fuerza del alma a esa hacha o te cansaras antes de tiempo. Todavía tienes que ver tus otros juguetes. Según Kiara te harán mucha falta si quieres continuar con todo esto-
Viggo miró a Rosewisse, ella asintió y Viggo sonrió en completo acuerdo. Había mucho que aprender y si el Ragnarok estaba cerca, su maestro, Faye y Atreus estarían en problemas. Además de que Rosewisse quería saber el paradero de su abuela y las otras valkirias. Viggo tomo la tela sucia y gastada y envolvió el hacha.
Kain asintió a la actitud de su hijo, se acercó a la segunda tela y la abrió hacia un lado, mostrando dos espadas con más de un metro de longitud cada una. La empuñadura era metálica de treinta centímetros de largo, para el uso de una mano. El guardamos parecía el cráneo de un demonio con largos colmillos punzantes. Después de eso venía una hoja de treinta centímetros de ancho por sesenta centímetros de largo. La punta de cada espada estaba ligeramente curvada hacia arriba, con filo dentado por ambos lados. Lo más extraño es que había cadenas atadas a la parte posterior del mango, largas, por lo menos de dos metros de largo y enrolladas en círculo.
Viggo estiro su mano de inmediato, fascinado por las espadas, pero su padre estiro su mano y le tomo la muñeca para detenerlo. Viggo quedó mirando a Kain y este último negó.
-Si vas a ocupar estas espadas, primero busca un lugar apartado, donde no molestes a otros- dijo Kain -del frio nos podemos proteger, pero el calor de las espadas del caos será insoportable. Además de que quemaras mi biblioteca y libros-
-Entiendo, padre- respondió Viggo retrayendo su mano
Kain asintió y le dijo -ahora que tienes armas con la fuerza del alma, puedes guardarlas dentro de tu alma-
Viggo asintió y miró a Rosewisse -¿Cómo se hace?- preguntó
-Verás, solo tienes que vincular tu fuerza del alma con el arma e imaginar que la escondes dentro de tu alma- respondió Rosewisse. Ella paso la varita que le hizo Kain a su mano izquierda y después hizo aparecer su varita de plata en la mano derecha -tan sencillo como eso-
Viggo asintió, volvió a destapar el hacha Leviatán y la tomo con ambas manos. Después canalizo fuerza del alma, el hielo y las bajas temperaturas se manifestaron, pero el arma despareció. Entonces Viggo sintió como algo estaba dentro de su pecho, era una sensación extraña. No a nivel de molestia, pero si extraña.
-Con respecto a la varita- dijo Kain mirando a Rosewisse -puedes hacer lo mismo, trate de que tuviera una fuerza superior a la de tu varita, así que te llevará algún tiempo acostumbrarte. Sin embargo, no producirá ningún efecto a menos que tú realices directamente una magia-
-Eso es genial, señor- dijo Rosewisse con una gran sonrisa. Miró por última vez su varita de plata, la que fabrico la valkiria Gondul para su familia y la hizo desvanecerse del mundo físico para almacenarla en su alma. De esa manera, no se rompería, perdería, ni nadie se la podría quitar nunca. Ella paso la varita de plata que creo Kain de su mano izquierda a la derecha y la lleno de fuerza del alma. También la pudo almacenar en su alma, pero la volvió a sacar y canalizo su mana para formar un círculo de magia en el aire con la runa Ansuz en su interior. El control del mana fue preciso, pero el catalizador (varita que fabrico Kain) era demasiado poderoso, así que, en lugar de una brisa, soplo un fuerte viento en el interior de la biblioteca, haciendo estallar los vidrios de las ventanas.
-Suficiente, niña. Dije que nada de experimentos en mi biblioteca- dijo Kain con el ceño fruncido. Hizo un ademan con la mano y el viento se comprimió en una esfera de aire en su mano.
-Lo siento, señor- dijo Rosewisse con una sonrisa que juraba inocencia
Kain negó, pensando que Viggo y Rosewisse eran igual de problemáticos. Niños muy fuertes para ser tan jóvenes e ignorantes. Solo rogaba que no se fueran a ir por el mal camino e hicieran cosas de las cuales después se arrepentirían.
-El otro día dijeron que intercambiarían posiciones para acostumbrarse ¿No?- preguntó Kain
Viggo miró a Rosewisse y ella a él. Ambos asintieron y dijeron al mismo tiempo -queremos fortalecer nuestra debilidad-
-En ese caso- dijo Kain haciendo un ademan y haciendo aparecer una katana dentro de su funda. A simple vista se veía normal, pero Viggo ya había visto ese diseño. Su padre le había regalado un par de Tatsumi para su cumpleaños. Flora es una hija de papá y como es envidiosa le pidió a Kain una, así que él le hizo una también. Ahora le estaba regalando una también a Rosewisse.
Kain le pasó la katana a Rosewisse y le dijo -ten cuidado con el filo, es muy bueno. Pídele ayuda a Tsubaki, Tatsumi o Flora para aprender a manejarla. Dile que es una orden mía, no se negaran-
-Gracias señor- dijo Rosewisse con una gran sonrisa mientras abrazaba la katana.
Viggo del otro lado de la mesa, amo esa sonrisa -Rosewisse, saca la katana de su funda- dijo
Rosewisse quedó mirando a Viggo, después miró a Kain y él asintió con una sonrisa. Rosewisse guardo la varita que había hecho Kain dentro de su alma. Después tomo la funda con la mano izquierda y el mango de la katana con la mano derecha. Desenfundo un poco la katana y vio el maravilloso color celeste de la hoja. Ella termino por desenvainar por completo la katana y quedó maravillada.
-Feliz cumpleaños Rosewisse- dijo Viggo con una gran sonrisa
-Feliz cumpleaños, niña- dijo Kain con voz amable
Rosewisse los quedó mirando, sonrió, pero sus ojos se llenaron de lágrimas.
Kain se acercó, tomo la katana y funda de sus manos y la dejo sobre la mesa. Después le dio un breve abrazo y le dijo -los dejo, puede que tengan algo de lo que conversar-
Rosewisse asintió con un rostro cubierto de lágrimas. Kain le dio un beso en la frente y le peino el cabello como lo haría con Flora. Después se apartó, miró a Viggo y le guiño un ojo. Viggo asintió y Kain le dio la espalda y salió de la habitación.
Viggo dio la vuelta a la mesa, se acercó a Rosewisse, pero ella se adelantó y lo abrazo primero. Ni siquiera le dejo decir nada, solo lo beso, un beso detrás de otro, casi sin dejarlo respirar.
Rosewisse se apartó un poco de Viggo. Ella tenía los ojos hinchados y la nariz roja de tanto derramar lágrimas -cada, cada día es mejor. Es increíble- dijo
-Así debe ser, eso es lo normal- dijo Viggo -cada año debería ser mejor, cada año debería ser llenó de nuevas alegrías. No te preocupes, no dejare que vuelvas a estar sola-
Rosewisse asintió con una gran sonrisa y se abrazó a Viggo.