—Miguel parecía decidido a darme una cita perfecta hoy, así que usó todos sus trucos para complacerme. Sentí su ágil lengua en mi cuerpo, removiendo una y otra vez, haciendo el sonido del agua, haciéndome sonrojar y acelerar mi corazón.
—Me sentía como un pequeño bote repetidamente llevado a la cima de las olas. El agua de mar me bañaba, y las olas danzaban bajo mí. Ola tras ola me enviaban al punto más alto. Esto era demasiado bueno.
—Cuando Miguel se detuvo, levantó la cabeza entre mis piernas y me miró de arriba abajo. Sentí que él era simplemente la persona más hermosa del mundo. Había un rastro de fluido al lado de sus labios llenos, mostrando lo lujurioso que acababa de ser.
—Vi a Miguel sacar su lengua y lamerse alrededor de sus labios. Mi respiración se detuvo.