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El crucero de rescate se lanzó a través del cielo marciano como una mancha borrosa. Parecía estar perforando el cielo mientras aceleraba. Su viaje tardó menos de media hora. Volando a una velocidad que superaba la de los cruceros ordinarios, llegaron pronto a su destino.
Su destino, un páramo. No había nieve y el suelo era rojo y no había plantas. No había nada, excepto una cueva circular.
Un brillo rojo salía desde dentro de la cueva. El suelo rojo y polvoriento de Marte se veía aún más rojo bajo esa luz, como si estuviera bañado de sangre. Todos se congelaron al ver eso y un sentimiento extraño y bizarro se retorció dentro de ellos.
El árbol gigante, vestido con túnicas negras, miró la entrada de la cueva con rostro inexpresivo. Un brillo helado apareció en sus ojos. Comparó la ubicación de la cueva con las coordinadas proveídas por el grupo de matriz, antes de decir fríamente:
—Es allí.