—Madre, ¿Qué es lo que pasa? ¿Te sientes bien?—lo sabía, mi curiosidad me ganó, pero no pude evitar hacerlo, me preocupaba por mi madre y el hecho de que estuviera así me preocupaba más de la cuenta.
—No hijo, no me siento nada bien, sé que tienes millones de preguntas en tu cabeza, y también sé que viéndome de esta manera te preocupo mucho más, pero Joel, cariño, tengo que decirte una noticia que enserio es muy mala—dijo mi madre sollozando y mientras lo hacía se dirigió a mí, tomando mi rostro entre sus manos, mirándome fijamente—hijo, la razón por la que estamos aquí, y probablemente no volvamos a casa en algunos días es porque la enfermedad que estás desarrollando es muy.... mala.
—Si lo dices por el dolor de estómago no creo que sea tan grave, de hecho, me siento bien yo...
—¡Joel no estás bien!—mi madre gritó realmente desesperada y con lágrimas en los ojos—no sólo es un dolor de estómago o vómito, Joel, el doctor me dijo que tienes cáncer de estómago—al escuchar eso no sabía que responder, me quedé en un estado de shock, ¿Tenía que reír o tenía que llorar? ¿No era broma de mal gusto? no lo creo, sin pensarlo mis lágrimas salieron por cuenta propia de mis ojos y sólo las quité con mis manos, tenía que estar tranquilo a pesar de la asquerosa noticia que me acababan de dar, no quería ver a mi mamá sufrir más, ella acarició mi cabello mientras yo me desahogaba.
—Vamos a enfrentar juntos éste problema—me dio un beso en la frente y secó mis lágrimas—sé que esto es realmente difícil, para ambos, porque eres mi hijo y yo te amo más que cualquier otra cosa, y aunque sabemos que tu padre no está, ni tampoco quiere saber nosotros, no es un obstáculo estar el uno con el otro, no llorarás solo hijo mío, porque yo estaré ahí en cualquier parte, así como cuando eras un niño y te cuidaba, no me importa seguir haciéndolo incluso te vuelvas un adulto.
Las palabras no bastaron para calmar mi tristeza, al contrario, me había sentido peor, todos los malos momentos que hemos pasado juntos vinieron a mis recuerdos, pero éste problema era el más grande al que debíamos enfrentarnos, y tenía razón, mi mamá y yo estamos el uno para el otro, siempre ha hecho por mí lo que jamás nadie haría, y aunque no le digo todos los días que la amo, sé con perfección que ella lo siente. La enfermedad avanzará conforme pasen los días, o meses, o años, no sé cuánto tiempo viviré, pero el tiempo que resta lo pasaré bien con mi mamá, recordándole todos los días que tampoco ella está sola en esta lucha, ambos lo estamos, y no porque queramos, pero así es de asquerosa la vida ¿No? llena de sorpresas, desilusiones, alegrías y llantos.
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—¿Quieres ver esa película?
—La verdad es que no, no hay nada bueno en la televisión—respondí y tomé el control remoto para apagar la televisión.
—Tienes razón, ¿quieres hacer algo en especial?
—¿Qué se puede hacer estando entubado en una camilla?
—Pues jugar un juego de mesa, supongo, o leer algo.
—Odio leer—resoplé y me di media vuelta para tratar de dormir.
—Lo sé hijo, lo sé, duerme un rato, a ver si se te pasa el mal humor, mientras iré a buscar algo de café—mi madre depositó un beso en mi frente y después se marchó, no era que estuviera de mal humor, bueno, no puedo mentir, sí que lo estaba, apenas llevaba dos día en el hospital y ya estaba completamente desesperado, quería volver a casa, ir de nuevo a la escuela, jugar mis videojuegos una vez más, no estar en una camilla, con enfermeras que llegan cada cinco minutos para cambiar el suero o algo por el estilo, ya estaba aburrido, pero si no hacía caso a las indicaciones del doctor no me iría pronto a casa. Aún me faltaban cinco meses en el hospital, y la último sería de quimioterapias, eso me entristecía un poco, ya que dejé crecer mi cabello durante todo el verano para que éste estuviera largo, y aunque mi mamá deseaba que me lo cortara, jamás imaginé que fuera de ésta manera, me di cuenta de que mi cabello no era lo único que me deprimía sino que el pensar que ya no tendría una vida normal como solía tenerla y el pensar que mi mamá y yo tratamos de sonreír aunque por dentro quisiéramos llorar todos los días, me deprimía aún más.
Cerré un momento mis ojos, y comenzaba a sentir que el sueño me invadía, pero escuché la puerta azotarse con tanto estruendo que salté de mi cama para ver qué rayos ocurría, me senté y pude observar a una joven tirada en mi habitación.
—Oye,¿Estás bien? ¿Qué te sucede?—sin pensarlo dos veces me quité los tubos que estaban en mis brazos, me paré de mi cama y la ayudé a levantarse, ella volteó a verme y se veía sin duda mucho peor que yo.
—Y-yo lo siento, enserio lo siento—comenzó a llorar y sin saber que decir o hacer, así que simplemente decidí darle un abrazo. Ella dejó de llorar y miró nuevamente mis ojos.
—Soy Cherry—dijo tendiéndome su mano y con una gran sonrisa en su rostro, secando sus lágrimas con brusquedad.
—Cherry ¿Eh?,que nombre tan peculiar.
—Oye no te burles.
—No lo hago, sólo doy mi humilde opinión.
—Y ¿Cómo te llamas? "chico opinión".
—Me llamo Joel—de igual manera tendí mi mano y le ofrecí una sonrisa.
—Mucho gusto Joel, pero creo que presentarse tirado en el suelo no es una gran manera...—cuando estábamos a punto de levantarnos, me vio mi madre, y con todo el pánico del mundo fue por el doctor para contarle "mi pequeña travesura".
—Oh no, es mi madre, y va por el doctor.
—¿Es enserio?, diablos te metí en problemas, lo siento de nuevo, me tengo que ir, y gracias por todo—finalmente ella salió de la habitación, ¿Qué diablos acababa de ocurrir?, quería pensarlo pero no podía hacerlo claramente con los regaños del doctor y mi madre, y el dolor que sentía cuando las enfermeras incrustaban nuevamente las agujas en mis antebrazos, todo esto pasó tan rápido, y al parecer fue tan rápido que caí dormido sin darme cuenta o tal vez ya me habían sedado.