—No te sientas tan orgullosa de ti misma, señorita pervertida... es solo que... —hizo una pausa y la miró inexpresivo antes de continuar. —Es solo que... obviamente acabas de despertar y no te has cepillado los dientes aún. Solo para que sepas, tienes saliva seca en la mejilla. —Sus palabras hicieron que Hinari se sonrojara.
Al ver que se puso roja, Zaki abrió un poco los ojos. Desvió la mirada hacia la ventana instintivamente y se cubrió la mano con la boca, actuando como si no hubiera visto nada.
Hinari, por otro lado, se volteó para mirar su reflejo en la ventana del auto. Después de inspeccionarse el rostro, se dio cuenta de que el hombre estaba mintiendo respecto a la saliva, así que se volteó hacia él impactada.
Este hombre... este hombre despreciable... ¿de verdad me atrapó...?
Hinari se mordió el labio inferior con fuerza. ¡No podía aceptar que acababa de ser engañada por el truco de este hombre!