El cielo se nubla, aunque el pronóstico es positivo. Un viento frío sopla a través de las ventanas y las copas de los árboles anuncian entre sus movimientos la llegada de una tormenta.
Lían reparte las tareas de la casa después del desayuno. Soichi no es hábil cocinando, tiene la intención pero fracasa.
Pelando una papa con el cuchillo se corta, es tan malo que la mitad de la papa se va con la cáscara. La cara de frustración hace sonreír al hombre. Para evitar que cometa el error de considerarse un inútil como el día anterior, le recomienda usar un pela papas.
Es en vano, se vuelve a cortar.
La limpieza queda a manos del joven. Es lo mejor si quiere llegar entero a la noche. En unas horas llegarán sus compañeros de trabajo.
Incluso, ambos tienen una pequeña riña por qué música escucharán mientras hacen los preparativos. Uno quiere extasiar sus oídos con pop europeo, mientras el otro quiere menear las caderas con unas alegres cumbias.
Al final Soichi cede. Comprende que el ambiente es alegre, como para invadir la sala con ese tipo de melodías. Aparte ya ha corroborado que las letras no son desagradables, aunque algunas le resultan ofensivas, solo es necesario que mire a Lían con los ojos en blanco, para que él pase a otra canción.
Antes de ducharse recibe la autorización para poner un par de temas que a él le gustan. Pero opta por algo más entusiasta, abre su playlist de Spotify titulada "anime".
Un compendio de sus opening y ending favoritos. Como un buen Otaku disfruta de lo clásico y lo nuevo.
En realidad a Lían no le disgustaba, solo quería molestarlo un poco. No puede contener las risas cuando escucha al joven que se ducha gritando "...Y en tu pupila, el arcoíris...se reflejó, y el amor florece en tu corazón…Sigue, teniendo fe y esperanza en que el mañana va a cambiar...".
Por lo menos esa canción está en español.
◇◆◇
El día es largo para estos jóvenes. Lían sale a comprar unas cosas que faltan, pero decide pasar por la peluquería para arreglarse un poco. Sin embargo, lo que espera que sea un momento de mejora termina siendo todo lo contrario. Su estilista lanza insultos crueles al ver su cabello.
—¡Qué es esa cosa muerta en tu cabeza! ¡Oh Dios mío! —grita con desagrado su estilista.
El brillante platino que solía lucir ahora se ha convertido en un gris topo, una especie de mutación de grises que no solo lo hace ver horrible, sino que también lo deja con un cabello inservible.
El hombre regresa al departamento con una nube de tristeza en la cabeza.
Se había convertido en un hombre común.
El cabello extremadamente corto en la parte superior que no alcanzaba los dos centímetros. Los laterales con un buen degradado fade. Su cabello natural, un castaño oscuro que rebosa de virginidad.
Cuando Soichi ve al hombre deprimido por su nueva apariencia, lo consuela con un simple "Te queda bien". En realidad, le queda muy bien, le hace parecer más joven y al verlo uno puede perderse en los hermosos rasgos de su rostro.
Muy atractivo.
Al escucharlo, se calma un poco y la felicidad se filtra por los poros. Estos momentos traen hermosos recuerdos.
El joven tiene todo para dos, al igual que él. Para Lían, es como estar en su casa de la infancia, esperando a que los amigos vengan de visita; juntando mesas y recolectando vajillas. Toma la enseñanza de su madre y cocina como para un regimiento. Los invitados pueden pasar al día siguiente a comer algo de vuelta.
Es una pena que Soichi no haya conocido esa experiencia cuando era pequeño. Pero antes de ponerse triste, golpea su pecho con euforia. Él hará que este momento no sea el último y que este joven acumule hermosos recuerdos.
A pesar de los malos momentos que ha pasado, no puede quejarse de las buenas personas que estuvieron a su lado, desde su madre y sus cinco hermanas, hasta algunos amigos que lo apoyaron. Sebastián es como un hermanito para él, y los compañeros de trabajo son como carne y sangre.
Incluso Soichi, aunque no fueran nada...
Con el tiempo, él podría aceptarlo como amigo. Y más adelante, todo podría evolucionar a algo más profundo. Para Lían, todo se trata de tiempo y esfuerzo, pero no le importa. Después de muchos años sin atravesar esta muralla, hoy su situación es más que favorable.
◇◆◇
20.30 hs.
Soichi está apoyado sobre la barandilla del balcón, con un cigarrillo encendido entre los dedos. Cala profundo y, al exhalar, se siente tranquilo; tiene un plan.
Mientras tanto, los invitados han llegado. Sin dilación alguna, comienzan a deleitarse con las preparaciones de Lían. Él elabora cinco variedades de empanadas. Las de carne son cortadas a cuchillo, y apenas realizan el primer mordisco, el jugo de la preparación se desliza por el borde. El sabor es perfecto, llevándose el cocinero sinceras ovaciones.
Ya con la entrada están estallando, pero ¿quién se resistiría a unos buenos ñoquis de papa con bolognesa? Entre chistes y brindis, pasan una hermosa velada. Pero la fiesta de cumpleaños no termina ahí.
23.30 hs.
El karaoke empieza y los adultos se liberan como adolescentes. Una cómica interpretación de los hermanos Pimpinela entre Javier y Teresa abre el espectáculo.
Todo se maneja desde una aplicación conectada por Bluetooth a la computadora portátil de Soichi. El agasajado es el responsable de que todo funcione. En la pantalla de la computadora, los entusiastas observan lo que deben cantar, mientras sostienen un extravagante micrófono fucsia lleno de luces titilantes. El público puede seguir las letras y, si son en otro idioma, pueden leer sus traducciones. No falta el clásico "Con la misma moneda te pagué infeliz…" de Karina. Interpretado por Malena, dedicado a un ex marido que aún atesoraba en el corazón.
Soichi experimenta una sensación que ha olvidado, algo extraño y confuso. Tal vez ya ha caído bajo el influjo del alcohol como los demás. Aunque él sabe que es algo difícil de creer. Ha comprendido muchas cosas a lo largo del día. No se atreve a decir que en este preciso momento es feliz, pero, ¿qué es la felicidad?, ¿esto es felicidad?
Se aferra a la lata de cerveza que sostiene, mira a través del borde y observa el reflejo de las luces de colores que van y vienen sobre el metal.
¿Tal vez siempre estuvo equivocado? ¿Nunca ha comprendido cómo son los seres humanos? ¿Ha perdido tanto en estos veintiún años?
Ojea hacia el improvisado escenario, ve a aquellas personas que se han tomado la molestia de estar a su lado. Estás a las que siempre ha rechazado y esquivado. Y ahí, en ese momento, el hombre al que ha alejado con tanta injusticia y un prejuicio infundado, le sonríe. Sigue siendo un desconocido, pero vio lo horrible que puede ser. Recibió la violencia que tenia contenida, la ira de años, lo más aberrante de su ser. Y aun sigue ahí, Lían continúa junto a él.
Un nuevo tema comienza a sonar y las notas de piano que salen del parlante el joven las reconoce.
Empieza a tocar la pista de Sorry seems to be the hardest word de Elton John.
Soichi ama esa canción.
Lían la escuchó hace un tiempo en una red social. Se hizo adicto a su letra, era como escuchar a alguien que entendía su mismo pesar. Al inicio, la voz del joven suena agradable y tranquila, haciendo un sutil movimiento mientras interpreta con los ojos cerrados. Solo es después de la mitad de la canción que algo cambia.
—It's sad, so sad… It's a sad, sad situation. And it's getting more and more absurd.
La voz comienza a quebrarse y los espectadores no pueden evitar sentir un agudo dolor en el pecho.
—It's sad, so sad… Why can't we talk it over, Oh it seems to me. That sorry seems to be the hardest word.
Lían inclina su rostro hacia la dirección de Soichi, ambas miradas se cruzan.
—What do I do to make you love me.
Las luces de colores reflectan sobre esa fina capa húmeda en los ojos del hombre.
—What have I got to do to be heard,
Todos pueden escuchar y ver a un joven desnudando sus lamentos. Una sonrisa pequeña y ambigua genera tristeza en el ambiente.
—What do I do when lightning strikes me…
Soichi preferiría no darse cuenta. Ya no puede ignorarlo, porque mientras Lían canta, su corazón se acelera de una manera desconocida. Con cada mirada, solo se impacienta por querer saber lo que está pasando en esa cabeza.
—What have I got to do…What have I got to do.
El hombre, con los ojos aturdidos, ha terminado de cantar y se ve un poco lamentable. Las mujeres se acercan intentando animarlo. Teresa lo felicita y le da palmaditas en la espalda. Malena opta por tomarlo del brazo y pedirle que canten juntos. Javier, por su parte, solo lo observa en silencio. Estas tres personas ya han vivido demasiadas décadas para reconocer a alguien sufriendo por amor.
Nadie imagina lo que pasa por el corazón de Soichi.
En la tierra seca y agrietada, un hombre dejó un extenso camino de semillas. Espero meses y años, las observaba todos los días esperando ver algún pequeño brote. El rego y protegió con todo lo que estaba a su alcance. Solo ese humilde y ferviente sembrador podía ver el potencial de la tierra árida. Había rociado todo su amor y esperanza. Las temporadas pasaban, el final de lo que no había comenzado siempre lo atormentaba.
Pero el siguió, Lían nunca se rindió.
A veces las emociones tardan en reconocerse a sí mismas; este incierto sentimiento que brota en el cuerpo de Soichi tiene un dueño. Es aquel que, con los ojos vidriosos y una sonrisa temblorosa, muestra todo lo que está en su interior. La sinceridad atraviesa su piel, dejándolo desnudo frente al joven que siempre ha añorado.
Soichi comprende, de forma sincera, por primera vez, que él estaba...
Sus pensamientos son interrumpidos por la vibración de su teléfono. Es una llamada. Su rostro se pone horrible, no puede esconder su disgusto. Rechaza la llamada, pero de inmediato llega un mensaje de Whatsapp.
Lían se acerca un poco avergonzado.
—¿Te... te gustó la canción?
Soichi solo sonríe y asiente con la cabeza.
El hombre que ha abierto su corazón está decepcionado, al final, ni siquiera obtuvo una palabra. Agacha la cabeza y se acomoda la camisa de seda azul que lleva puesta. Está un poco desalineada y desde hace unos meses se ha vuelto su camisa favorita. De forma inconsciente, acomoda el cabello que ahora es corto.
—Me alegro entonces.
Soichi se levanta del sillón, se acerca al hombre que tiene enfrente y apoya una mano sobre su hombro.
—Cantas muy bien, en serio, me gustó.
La cara de Lían se pone roja al punto de la ebullición, no puede ocultar la emoción.
—Gracias…
—Lían, voy a ir a comprar cigarrillos.
—Pero, ¿no compraste temprano? Ya es muy tarde.
—Me quedan pocos…
—Mmmmm bueno te acompaño, a esta hora es peligroso.
—No es necesario.
Mientras uno muestra una expresión de tranquilidad, el otro está un poco inquieto. Pero Lían no puede hacer nada, solo suspira.
— Está bien, ten cuidado.
—¿Qué te parece si eliges un tema que te guste? ¿Cuándo vuelva lo cantamos?
—¿En serio?
Soichi vuelve a asentir con la cabeza, un poco incrédulo el hombre quiere confirmarlo.
—¿Lo prometes?
El joven inclina la cabeza y eleva la comisura de sus labios. El rostro tranquilo y seguro.
—Lo prometo.
Al salir del departamento se dispone a abrir el mensaje que ha recibido y visto por arriba.
R_ 01: 15
Te estoy llamando idiota ¡Atende!
R_01:20
¡Bien! Esto es así, bajas ahora o subo
R_01:25
No jodas mi paciencia,
créeme que no queres eso.
Descendiendo las escaleras, enciende un cigarrillo y responde.
SOICHI_ 01:32
Estoy bajando
"En la fría noche de Buenos Aires, todo se derrumba."
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Estimado lector espero que estes disfrutando la lectura, me gustaria leerte, conocer tu opinion, puedes seguirme en redes @danxra_
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Abrazo a la distancia, te escribo al final.