—Niño, ¿realmente te atreves a intercambiar golpes conmigo? Realmente no sabes lo que te conviene —refunfuñó Tang Yunjiao, riendo siniestramente y levantando la palma para enfrentar el ataque—. ¡Todos los presentes quedaron atónitos al ver a Yang Luo y a mí intercambiando golpes!
—Este niño en realidad no quería que Li Wushuang lo ayudara —observó Wu Zhennan—. En cambio, él se atacó a sí mismo. ¿Cuál era la diferencia entre esto y tener un deseo de morir?
—¡Sr. Yang, no! —exclamó Wu Zhennan.
—Pequeño hermano, ¡no hagas tonterías! —gritó sorprendido Li Wushuang.
Y en el siguiente instante... ¡Bang! ¡Las palmas de Yang Luo y Tang Yunjiao chocaron fuertemente!
Cuando sus palmas chocaron, fue como si un trueno hubiera explotado en el suelo, ensordeciendo a todos los presentes. ¡Las violentas olas de aire se extendieron en todas direcciones como un tifón! ¡Las mesas y sillas a su alrededor explotaron instantáneamente! ¡Se formaron grietas en el suelo de acero bajo sus pies!