—¡Hermano Lei! —Gu Lin estaba al borde del llanto, ¿¡cómo podía aguantar a esa maldita mujer!?
—No mucho, sólo queremos el triple del precio final. Creo que la Señorita Gu será capaz de costear un monto tan pequeño. Ah, cierto, necesito el dinero de forma urgente, así que esto tiene que solucionarse hoy. De lo contrario, imagino que no tendré otra opción más que pasarle esto a... tu padre, el Gran Maestro Gu. Creo que él solucionará esto a la brevedad.
—¿Pero y si el Abuelo Gu no quiere pagar? —ahora Li Lei estaba sofocando su risa.
—Bueno... —Xia Ling inclinó su cabeza de forma linda—. Se lo mandaré a la prensa, o a la corte, ¿o quizás al Sr. Li? Debe haber una plataforma destinada a hacer justicia.
Con cada lugar, el corazón de Gu Lin daba un salto.