—Cariño. —Su suave voz resonó y eso fue suficiente para hacer que Noah saliera de su asiento imponente mientras se apresuraba a cargarla en sus brazos. Extrañaba a esta pequeña mujer, la que tiene su corazón en la palma de sus manos para hacer lo que ella quisiera con él.
Paul no pudo soportar la vista de ellos, así que se excusó silenciosamente y salió de la oficina. No quería ver más de lo que estaba viendo. Había estado en el hospital ayer, pudo ver puro miedo y enojo en los ojos de Noah cuando ella amenazó con divorciarse de él.
—¿Qué sucede Paul, quién es esa mujer? —Una de las chicas, que no podía ocultar su curiosidad, le preguntó. Ella ha sido la asistente de Noah durante años y nunca había visto a una mujer visitarlo, especialmente una mujer con una lonchera rosa. Aunque no podían ver su cara por lo dramático que lo había ocultado, aún se preguntaban quién era.
—¿La mujer del jefe quién más? Ahora ocúpate de tus asuntos y regresa al trabajo. —Paul regañó y se marchó.