Mo Lihui no sabía por qué, pero sentía que Lu Xinyi se había convertido en otra persona apenas había empezado a trabajar en sus platos. No había rastro de indecisión, ni de errores de principiante en sus acciones. Cada movimiento de sus dedos era como los de un profesional.¿Cómo podía ser posible?
Mo Lihui la miró, sorprendida. Lu Xinyi se movía tan profesional con el cuchillo en la mano. Era como si se convirtiera en una diabla, trabajando con un destello feroz en los ojos, con el demonio más grande siguiéndola de cerca. Amasó la masa con total dominio.
Bajo la mirada del público, Lu Xinyi emanaba una confianza que atraía la atención de todos. La sonrisa que cruzaba su rostro de vez en cuando mientras cocinaba era hermosa. Hacía que los hombres olvidaran su apariencia corriente y quedaran embrujados con su encantadora sonrisa.
Lu Xinyi tenía una confianza que Mo Lihui jamás había visto. La energía que emanaba era tan cálida y dulce.