Mónica acompañó a su papá al hospital.
Sentada en el lujoso coche, Mónica estaba sumida en sus pensamientos.
Gary frunció el ceño. —Normalmente eres muy habladora. ¿Por qué no me hablas ahora?!
—¿Qué puedo decir a un anciano como tú...? ¡Ah! —Mónica se sujetó la cabeza—. Papá, soy tan estúpida porque me has estado golpeando la cabeza desde que era joven.
—Si sabes que eres estúpida, deja de pensar tanto. Solo vive una buena vida con Finn.
—Finn, Finn. ¿Es Finn tu hijo ilegítimo?! —Mónica estaba disgustada.
Gary estaba demasiado perezoso para responder y cambió de tema. —Escuché que Jeannie volvió?
—Ha estado de vuelta desde hace muchos días. ¡Papá, ni siquiera te preocupas por mi amiga! —Mónica se quejó.
Gary se quedó sin palabras. Dijo:
—Cuando estés libre, invita a Jeannie a cenar. La trataré bien.
—¿Lo prometes?
Gary asintió.
—Entonces buscaré un momento para invitarla a cenar —dijo Mónica con una sonrisa.