—Estoy aquí para ver cómo está Mónica y ver si se encuentra mejor.
—Ella está bien. No hay necesidad de preocuparse por ella —las palabras de Gary fueron directas.
Michael encontró la situación un poco incómoda.
Giró la cabeza para mirar a Mónica, quien lo miró directamente a los ojos y se obligó a sonreír. —Michael, estoy bien.
—Me alegra —dijo Michael—. Pensé que podrías encontrar el hospital deprimente, así que te compré un ramo de flores para animarte. Dijiste que ninguna mujer rechazaría rosas de champán.
Mónica apretó los labios.
En ese momento, estaba un poco sin palabras.
—También compré algunas de tus frutas favoritas —Michael agitó la bolsa de compras en su mano.
—Gracias —respondió Mónica.
Sí, ella parecía muy distante.
—Las dejaré aquí —Michael colocó en silencio las cosas que compró encima de un gabinete.
Después de colocarlos allí, volvió a llamarlos respetuosamente, —Tío y tía, me voy ahora.