En lo profundo de la noche, entre las sábanas desordenadas y el fuerte aroma a sexo, una hermosa mujer se movía arriba y abajo, ensartándose repetidamente en el pene de un hombre.
¡Clap, clap, clap!
—Ha… ah, ah~ —su boca se abrió al moverse, sintiendo las increíbles sensaciones en cada fibra de su cuerpo.
El ahora cabello ébano de Naia estaba empapado en sudor, sus pechos rebotando atrayentemente con sus movimientos.
Una de sus manos se movió hacia sus pechos como si los sostuviera mientras los manoseaba, y sus caderas empujaban hacia arriba para encontrarse con su gravedad.
¡Clap, clap, clap!
—Hnggg, ahh, ahh~
—¡N-Naia! —gemía el hombre, sus fuertes palmas deslizándose hacia abajo para agarrar su cintura curvilínea, ayudándola en sus movimientos.
También incrementó sus embestidas hacia arriba, y su ritmo entró en un pace frenético.
¡Clap! ¡Clap! ¡Clap!
Leon observaba fascinado cómo ella se movía arriba y abajo de su miembro con una expresión lujuriosa en su rostro.