ALEXIS
Todo se sentía irreal, en aquella habitación con paredes de tierra la luz amarilla giraba y me mareaba, me dolía cada célula del cuerpo, ya no quería seguir respirando, el sabor a sangre en mi boca me provocaba nauseas, aun así no podía vomitar, no tenía fuerzas para eso, apenas si podía abrir los ojos.
Leonardo parecía haberse convertido en el diablo sobre la tierra, se estaba encargado de hacerme desear la muerte, me había golpeado tanto que ya no sentía la cara, solo podía escuchar el latido de mi corazón, había sangre por todas partes, el pica hielos en mi pierna había sido un punto de diversión para Leonardo, cada que se le daba la gana lo movía sin piedad para poder apreciar el dolor en mi rostro.
—Después de matarte a ti, mataré a toda tu familia, nadie sospecha de mi, esta mañana he estado en la estación de policías y todos parecían tratarme como otra persona que solo busca ayudar a encontrar a la pobre niña desaparecida —se burló con la sonrisa de superioridad que lo caracterizaba pegada a la cara, esa misma sonrisa la había visto antes en clases, incluso cuando Kathe estaba viva, él le sonreía de la misma manera a mi amiga, ahora se lo que se siente tener esa sonrisa frente a ti justo antes de que te maten, la pesadilla que Kathe vivió, ahora la estaba viviendo yo.
—¿Como... —quise preguntar con todo el esfuerzo del mundo— es posible? —mis ojos pesaban y solo quería desaparecer para que ya nada doliera.
—¿Como es posible que?, ¿que nadie haya podido atraparme?, ¿que mate gente para librarla de sus pecados? —quería saber la respuesta de todas las preguntas que había formulado por mi, pero sabía que la respuesta vendría solo si deseaba matarme, ¿por qué confesarle tus crímenes a alguien a quien dejaras libre para que vaya y le cuente todo a la policía?
—No lo sé, ¿acaso tu puedes explicar que te haya sido asignada una tarea o que seas el indicado para hacer algo que los demás no pueden hacer?, claro que no puedes, solo sabes que tienes que hacerlo y ya, esa es la razón por la que mato, porque tengo que acabar con el tipo de persona descarada e indecente que va por la vida manchando todo a su paso, y porque me gusta ver como la suciedad puede desaparecer en mis manos, además, me encanta ver el sentimiento mas puro expresado por una persona, el dolor, nadie podría fingirlo de tal manera en la que puedas engañar a alguien como yo, es ahí cuando ves la sinceridad de una persona —el egocentrismo era lo único que lo gobernaba, hasta alguien moribundo como yo se daría cuenta, este hombre solo era fiel a si mismo—, y si quieres hablar de por que no me atrapan, es sencillo, soy más listo que cualquier policía, no dejo huellas y siempre limpio el lugar donde acabo con ellas.
¿Habían habido mas?, la sangre se me heló al imaginar a mas chicas sufriendo el mismo tormento que Kathe había sufrido antes de morir, aun que no tenía que imaginarlo, lo estaba viviendo de primera mano, mi pesadilla se haría realidad, iba a morir y mi familia estaría destrozada, ni siquiera podrían abrir el ataúd gracias a la golpiza que Leonardo me había propinado, y lo que mas me dolía, la promesa que le había hecho a Kathe de atrapar a su asesino no la cumpliría, todo lo que habíamos hecho Marceline y yo no serviría para nada.
Un nudo en la garganta se formó al pensar en Marceline, ya había perdido a una amiga, y ahora perdería a otra, no era justo que la vida nos tratase así, no era justo que un ser humano disidiera si debías vivir o no, pero esta ya se había convertido en tierra de nadie, donde cualquiera podía hacer lo que quisiera mientras fuese lo suficientemente listo para cubrir su mierda.
Tal vez dejar este mundo no era tan malo, siempre quise dejar la maldad y avaricia atrás, la muerte podía otorgarme ese deseo, solo tenía que rendirme, dejar de luchar con el sueño que me merodeaba.
—No lo creo —dije con dificultad—, no creo que seas listo, una estúpida adolescente como yo casi te atrapa.
Tardé para escupir las palabras, pero cuando terminé de hacerlo Leonardo lanzaba fuego por los ojos, había golpeado su ego tan fuerte como él me golpeó a mi.
—Claro, esa estúpida adolescente, ahora mismo me encargaré de ella y después desaparecerá, será como si nunca hubieras existido, ni siquiera encontraran tus huesos —el temor se apoderó de mi estomago, así de sencillo era acabar con el mundo entero de una persona.
—Kathe —susurré—, ¿de la misma manera que acabaste con Kathe?
La risa de Leonardo me hizo estremecer, las paredes de tierra que nos rodeaban solo lo hacían sonar mas aterrador de lo que ya era.
—No querida, ella tuvo la posibilidad de ser encontrada solo porque un maldito ropero viejo se abrió cuando no debía —verbalizó Leonardo mientras se limpiaba tranquilamente las manos en el pantalón que llevaba—, si no fuera por eso, tal vez tu no estarías aquí, estarías buscando a Kathe, y yo, estaría fingiendo ser el profesor afligido por su estudiante perdida.
Mi mente comenzaba divagar, las manchas negras nublaban mi vista quitándole protagonismo a Leonardo. En este punto ya estaba a un par de pasos de San Pedro, ya no sentía dolor, el dolor de cabeza que había comenzado momentos antes estaba tomando protagonismo después del imbécil con complejo de villano de película de acción.
—¿Por qué los asesinos en serie son siempre tan idiotas? —el eco de una voz resonó a lo lejos, no se si era mi perdida de sangre o de verdad estaba lejos de Leonardo y de mi—. En realidad, si lo pienso bien, Jack el destripador y el asesino del zodiaco son los únicos que han podido mantener sus bocotas cerradas para que no los encuentren, o al menos fueron lo suficientemente suertudos para que no los atraparan.
Una figura alta poco visible estaba mas allá de las bancas de madera frente a mi, si esta fuera una iglesia normal ahí estaría la entrada, ¿quien era esa persona?, nunca había escuchado esa voz, no parecía la voz de Darío, ni la de Kaori. Aun así, la identidad de aquella persona no importaba ahora mismo, ahora solo tenía miedo de lo que Leonardo me pudiera hacer gracias a la presencia de esa misteriosa persona.
—¡¿Quien carajos eres?! —gritó Leonardo enardecido por la presencia del desconocido. Un brilló resplandeciente de entre las manos de mi psicópata profesor me llamó la atención, eso debía de ser una pistola, ¿como había llegado a sus manos sin que la viera?, eso era un misterio.
—Relajate Ted Bundy, si disparas probablemente volemos por los cielos en mil pedazos los tres juntos, ¿o acaso estas seguro de que no hay gases acumulados en este agujero? —le dijo al tenso Leonardo que sostenía una pistola apuntándole. Y yo seguía preguntándome: ¿de donde había sacado esa arma?
No entendía lo que la sombra con voz de eco recitaba, las palabras comenzaban a tener poco sentido.
—¡Me importa una mierda si los tres nos vamos al infierno juntos! —los gritos de Leonardo ya no me molestaban, incluso parecía que no estaba gritando, lo único que me indicaba que esos eran gritos era el tono de su voz, fuerte y enojada.
—Bien, si así quieres jugar, así jugaremos —el susurro de un tintineo resonó a lo lejos, ya no podía ver la silueta de aquel heroe anónimo, mi campo de visión ahora solo se reducía a las piernas de Leonardo, lo demás eran manchas negras que se hacían cada vez mas grandes.
De repente un agudo timbre comenzó a inundar mis oídos, iba incrementado y haciéndose cada vez más molesto, en ese instante supe que me estaba mueriendo, ya no podía ver nada y tenía mucho sueño, solo quería quedarme dormida y despertar en mi cama, extrañaba mi casa, a mis padres y a Ana, no quería estar aquí, no quería que el sueño de mi funeral se hiciera realidad, de solo imaginar como le afectaría mi muerte a todos los que quería se me hacía un nudo en la garganta.
Un estallido resonó en mis oídos, y después nada. Silencio absoluto.
DARÍO
Bang.
Un disparo resonó. Sonaba como si alguien hubiese disparado debajo de la tierra, como si alguien en un ataúd se hubiera pegado un tiro a varios metros debajo del suelo.
Mi mano voló a la pistola pegada en mi pierna.
—¿Quien carajos disparó? —escuché a Dimitry gritar por el walki toki.
No hubo respuesta debido a que mas disparos fueron detonados, pero esta vez fueron sobre la tierra por la que caminábamos, alguien estaba abriendo fuego a cielo abierto.
—¡Alguien esta disparándome! —gritó Sasha—, ¡parece que estaban vigilando!
Corrí hasta Sasha, o mas bien corrí hasta donde se escuchaba al tirador detonar su arma. La oscuridad me permitía ver la luz proveniente de las detonaciones, si, en plural, había mas de una persona disparando a Sasha quien estaba escondido detrás de una pared de la iglesia en ruinas.
Cuando miré detrás de mi ya tenía a Dimitry, Mila y Laurence en formación y listos para acabar con los atacantes.
—Son 3, uno a al menos 10 metros de Sasha y los otros dos están a cada lado del primero, parecen principiantes, no nos han visto a todos —dijo Dimitry verificando las balas en su pistola.
El sonido de mas detonaciones sin rastros de luz me hizo dar cuenta que debajo de nosotros había alguien disparando y no era ninguno de nosotros. Solo quedaba una persona, mi as bajo la manga, tenía que ser él.
—¿Quien demonios esta disparando ahí abajo? —preguntó Mila.
—Jakub —contesté sin basilar.
—¡¿Lo llamaste?! —preguntó Laurence sorprendido—, creí que Kaori te había prohibido hacerlo.
—Kaori no le prohíbe ni siquiera a su chica, ¿crees que me va a prohibir salvar a Alexis?
—Tienes razón —me dio la razón Laurence riendo en voz baja.
—Si ya acabaron de hablar me gustaría acabar con esos 3 imbéciles e ir a ayudarle a Jakub —Dimitry estaba cansado de nuestra pequeña charla a costa de un Sasha aun agazapado detrás de las ruinas de la iglesia.
Con unos cuantos disparos limpios Dimitry, Mila y yo acabamos con los 3 tiradores que habían limitado el movimiento de Sasha.
—Son policías —dijo Laurence sacando una placa de la cartera de uno de los abatidos.
—No me sorprende, Alexis y yo descubrimos que Leonardo había estado siendo protegido por alguien de poder, ese alguien tiene poder sobre la policía.
Mas detonaciones provenientes del suelo destruido de la iglesia llamaron mi atención. Teníamos que darnos prisa y sacar a Alexis de ahí abajo.
Dimitry caminaba alrededor de la iglesia en ruinas, Sasha, Mila, Laurence y yo nos encargamos de recorrer cada rincón de lo que solía ser el interior de la iglesia, solo hacía falta pisar muy fuerte para saber si estábamos parados sobre la entrada a los túneles.
—¡Aquí! —gritó Mila mirando fijamente el piso sobre el que estaba parada—, encontré la entrada.
Corrí hasta Mila, aunque no era necesario por el tamaño de la iglesia, prácticamente estábamos parados a un par de pasos el uno del otro.
—Solo tenemos que levantar unos cuantos azulejos —era obvio que aquellos pedazos de cerámica habían sido movidos recientemente, no estaban llenos de polvo como los demás, la forma de cada uno se definía a simple vista y debía ser por las veces que los habían movido.
—Los disparos se detuvieron, si entramos ahora probablemente pongan una bala en nuestros traseros, o entramos utilizando el factor sorpresa, o solo abrimos y esperamos a que ellos vengan a nosotros —Dimitry nos miró a todos esperando una respuesta.
—Entraré tan rápido como quite ese azulejo del suelo, ustedes pueden venir después de mi —dije poniendo mi arma en la funda que colgaba de mi pierna.
—Esta bien, si el niño quiere arriesgar su vida no me voy a entrometer —se deslindó Sasha de mis actos suicidas encogiéndose de hombros.
Ni siquiera les avisé que estaba a punto de interrumpir dentro de un túnel con un psicópata armado y un ex mercenario checo con problemas de control de la ira, después de todo, ¿que podría salir mal?
Caí en una habitación poco iluminada por una luz amarillenta, inmediatamente me agaché y busqué un lugar para cubrirme, para mi suerte había una gran mesa de madera volcada que me mantenía fuera de la trayectoria de las balas que habían comenzado a volar cuando ingresé en aquel agujero.
—¡Se los advierto, sigan disparando y la próxima bala será para Alexis! —gritó el loco de Leonardo apuntando al pie de la mesa justo enfrente de mi, Estrada había quedado entre Jakub y yo, solo le quedaba aferrarse a Alexis para que no lo matáramos.
Escuché como Dimitry y los demás caían desde la superficie detrás de mi.
—Haz lo que quieras, yo solo vengo aquí para matar a un mal nacido, y oh sorpresa, ese eres tu —dijo Jakub con su singular gracia desde el otro lado de la habitación, al parecer el que había disparado todo este tiempo había sido Leonardo, las bancas de madera que estaban justo enfrente de Jakub se encontraban llenas de agujeros gracias a las balas.
—Tal vez a ti no te importe, pero a tu... —Leonardo no pudo seguir con lo que estaba diciendo debido a que una bala proveniente de alguien en la habitación acertó justo en la mano que sostenía el arma que amenazaba la vida de Alexis en el piso.
Los gritos de Leonardo no tardaron en oírse a todo lo largo de la macabra habitación llena de parafernalia católica.
—Me caga que el objetivo se ponga dramático en medio de la acción —escuché decir a Jakub mientras se acercaba a Leonardo.
Sin perder tiempo corrí hasta Alexis.
Había tanta sangre que no podía reconocerla, estaba tirada contra la gran mesa de madera que me había servido de escondite, no se movía y parecía que ya no había mas vida en aquel mallugado cuerpo.
—Alexis, despierta, estoy aquí, todo estará bien —no hubo respuesta, el miedo comenzó a correr por mis venas, ¿y si está muerta?, no, eso no puede pasar, ella tiene que salir con vida de este maldito infierno.
—¡Ayuden me a sacarla de aquí! —les grité a todos con desesperación.
Mila y Sasha subieron a la superficie para tomar a Alexis y sacarla del agujero en donde estábamos.
Antes de irme recordé que el imbécil de Leonardo seguía con vida entre las mismas cuatro paredes que yo.
—Casi lo olvido —dije caminando hasta Leonardo en el piso sosteniendo de forma patética su mano ensangrentada.
Mi puño impacto contra la cara del pervertido al que Jakub había disparado, esperaba haberle roto la nariz o algún diente para que lo tomase como una aviso de lo que vendría después, esto solo era el inicio de lo que me encargaría que le sucediese en la cárcel.
—Sácalo de aquí y llévalo a la comisaría de policías, en cuanto me asegure de que Alexis esta bien te veo ahí —le ordené a Jakub, aquel hombre imponente tenía una bota sobre la pierna de Leonardo y estaba seguro de que le estaba aplicando mas presión de la necesaria para que no se moviera.
—Sabes que no soy alguien que pueda testificar, se supone que yo no existo —me recordó.
—Haré que existas por un par de meses solo para esto, después me encargaré de que dejes este mundo sin rastros de tu existencia —le aseguré al verdugo de Leonardo, ahora tendría que pedir mas favores para crearle una identidad al hombre frente a mi, eso tendría que ser rápido si quería que procesaran al maldito loco de Leonardo Estrada.
—Bien, si tu te encargas de todo soy tu hombre —dijo Jakub quitando el pie de la pierna de Leonardo solo para levantarlo de manera brusca del suelo.
Leonardo se tambaleaba de un lado a otro, parecía que el psicópata inteligente y hábil que creíamos que era se había convertido en un debilucho con miedo al dolor.
Jakub lo guió por la habitación haciéndolo golpearse con las paredes y con todo lo que se encontrara a su paso, acompañado de cada golpe venía un "ups", "que torpe no vi eso", "rayos eso debió doler", parecía que el hombre fuerte y serio que era había desaparecido.
Después de sacar a Leonardo corrí hasta Alexis, Sasha y Dimitry, la habían subido al auto y Mila se encontraba dentro tratando de limpiar la sangre de su rostro con una toalla.
—Ese imbécil es un maldito animal —murmuró Mila mientras miraba con lastima a Alexis en sus piernas—, tenemos que llevarla a un hospital ahora, tiene un pica hielos en la pierna y si se lo quitamos ahora mismo morirá desangrada.
Mila no me había dejado procesar nada de lo que estaba ocurriendo con sus palabras tan alarmantes, Dimitry encendió el auto cuando estuve dentro y condujo guiado de un GPS hasta el hospital mas cercano.
—Nesy, necesito un favor —dije apenas la hermana de Sasha y Mila contestó el teléfono. Ella era la única que podía inventar una vida e identidad para alguien, y si quería, volver a esa persona un fantasma de la noche a la mañana, además tenía talento para hacer que los monstruos desaparecieran, eso me podría servir.
Me encargaría de que Leonardo no saliera impune de esta, si no era la justicia, sería la justicia del mas fuerte e influyente quien se encargaría.