—¿Quién eres tú? —una voz que resonaba fuertemente en el cráter. Sonaba joven, aniñada, y provenía de todas partes y hacía eco como una pelota rebotando en la pared—. ¿Estás con esos feos?
Wow... Sabía que eran monstruos, pero...
—¿Nos parecemos a esas cosas?
—Todos parecen iguales —se burló la voz.
Pfft--Dejé escapar una risita por reflejo. Era tan divertido porque no había nada similar entre las bestias corruptas y los monstruos abisales y los demonios, y mucho menos los humanos. Así que sonaba como un niño siendo mezquino sin razón.
Jade, mientras tanto, inclinó su cabeza de un lado a otro, confundido con la nueva voz mientras intentaba localizar la fuente.
—Pero tú no —la voz de alguna manera llegó tan cerca de mi cuello, aunque no había nada allí. Jade se sobresaltó y Natha entrecerró los ojos mientras miraba a su alrededor lentamente, observando cada grieta de los cráteres.