Talia subió las escaleras como el viento, con Maya luchando por alcanzarla.
Talia podía sentir claramente el dolor de Damon, que venía con su grito interno que amenazaba con romperle el corazón en pedazos. Arrepentimiento. Tristeza. Desesperación. Auto-odio. Y ella sabía que él recordaba, al menos algo de ello.
—¡Damon! —llamó desde la puerta, y se desplomó de rodillas a su lado.
Él estaba acostado en el suelo con una capa de niebla oscura a su alrededor.
—¿Qué es esto? —preguntó Talia a Liseli con las manos flotando una pulgada por encima de Damon, temiendo que si lo tocaba podría empeorar las cosas.
—Está luchando contra la magia oscura.
—¿Podemos ayudarlo?
—Sus Betas están observando —dijo Liseli—. Pensé que querías mantener tus habilidades en secreto.
Talia levantó la mirada para ver a Maya y Caden en la puerta con la confusión y la preocupación evidentes en sus rostros.
—No importa —dijo Talia a Liseli.