Más tarde esa misma tarde…
Michael llevó a Abigail y María a una extensa propiedad.
Abigail salió del coche, con los ojos abiertos de asombro mientras contemplaba el magnífico caserón que se alzaba ante ella.
El enorme caserón emanaba grandeza y esplendor regios, bañado por el suave resplandor de la luz del crepúsculo. Jardines frondosos, flores de colores y céspedes cuidadosamente cuidados adornaban el extenso césped.
Su majestuosa arquitectura ostentaba imponentes pilares, fachadas de piedra intrincadamente talladas y extensos balcones con vistas a los extensos terrenos.
Era una vista magnífica de contemplar.
La entrada estaba adornada con una enorme puerta de madera, exquisitamente elaborada y embellecida con diseños ornamentales. La invitaba al ámbito de opulencia y refinamiento que le esperaba en el interior.
Sus pasos eran amortiguados por la lujosa alfombra que cubría los suelos de mármol mientras seguía a Michael dentro.