Jasper metió el teléfono en su bolsillo y miró a Pablo, quien se acercaba con un grupo de hombres armados.
—Eh, amigo. No te hice esperar demasiado, ¿verdad? —Paul esbozó una sonrisa y extendió su mano en un gesto de amistad, pero Jasper la ignoró, prefiriendo alejarse y mostrar las armas.
Pablo suspiró y retiró su mano, sus ojos brillaban con codicia mientras miraba el camión completamente cargado.
Jasper detuvo sus pasos cerca de una caja y señaló a Michael para que la abriera.
La caja se abrió, revelando filas de elegantes armas de fuego de alta potencia. Los ojos de Pablo se agrandaron de avaricia mientras examinaba las armas, su mente bullendo con las posibilidades. Podía imaginarse como el nuevo don, gobernando el hampa criminal con puño de hierro. Incluso Sebastián, el capo actual, tendría que inclinarse ante él.
Una sonrisa depredadora estaba grabada en el rostro de Pablo mientras observaba la seguridad mínima alrededor del camión, su confianza reforzada.