Benjamin estaba lloroso cuando relató lo que le había pasado a él y a su padre. Abigail estaba sentada frente a él, su inicial ira y decepción reemplazadas por una profunda simpatía y preocupación.
—Mi padre tuvo un leve ataque al corazón el año pasado —la voz de Benjamin temblaba—. Ha estado bajo atención médica desde entonces. Esos desgraciados lo sacaron del hospital e implantaron un chip en él. Ellos tienen control sobre este chip y le están causando dolor. Amenazan con matar a mi padre si no cumplo con sus demandas.
Abigail solo podía escuchar, su corazón pesaba de empatía por el hombre frente a ella. Ella extendió su mano para sujetar sus temblorosas manos, apoyándolo silenciosamente mientras él derramaba su dolor.
—Nunca quise traicionar a mi jefe —admitió Benjamin, su voz ahogada de emoción—. Pero estoy indefenso. Lo torturaban cada vez que me negaba a hacer lo que me pedían. Lo siento.