—Ella sintió su intensa mirada sobre ella, lo que la hizo detener sus movimientos y levantar la vista hacia él —dijo ella—. Fue entonces cuando notó su estado de semi-desnudez, dándose cuenta de que solo estaba envuelto en una toalla. Un rubor se esparció por sus mejillas, tiñéndolas de un rojo vibrante. A pesar de las advertencias internas, no pudo apartar los ojos de su cautivador físico.
—Su mirada recorrió sus bien definidos bíceps, amplio pecho y abdominales tonificados, su mente mareada por la pura masculinidad que irradiaba su forma —dijo ella—. Su estómago se retorcía en nudos, lleno de energía nerviosa, y su corazón latía a un ritmo sin precedentes. Olvidado quedaba el motivo de su presencia en su habitación; olvidada estaba la herida que necesitaba atención. Todo lo que importaba era la atracción electrizante que la arrastraba hacia él.