Elsa soltó una risa amarga, su corazón dolía de decepción. —Bah, eres patética, Elsa —se reprendió a sí misma por atreverse a esperar que este hombre realmente pudiera quererla.
—No quiero mentirle a mi hermano —dijo con severidad, su voz carente de emoción. Se puso la chaqueta y tomó su bolso; sus movimientos eran mecánicos—. Esta es la última vez que nos vemos. No me sigas.
Con eso, dio media vuelta y se alejó, dejando a Samuel solo en la cama, sus ojos llenos de arrepentimiento y anhelo. Pero Elsa no miró atrás; su corazón ya estaba decidido. Había terminado con él, y sabía que merecía más que un hombre que no podía comprometerse con ella.
Samuel sintió un agudo dolor en su pecho al ver a Elsa alejarse, su mente llena de la idea de que este podría ser su último encuentro. No podía soportar la idea de no volver a verla, y antes de darse cuenta, saltó de la cama y bloqueó su camino.