Zhao Lifei sintió su corazón derretirse con su voz, que era tan pequeña y sumisa, como la de un niño aterrorizado. Su corazón se erizó con su comportamiento. Su cerebro la reprendía por haber ido tan lejos, y su corazón gritaba que lo consolara y aliviara sus miedos.
—¿Lo harás de nuevo? —preguntó ella en voz baja, frotando círculos en sus grandes y ásperas manos. Inmediatamente, sus dedos agarraron los de ella, entrelazando por completo los dedos juntos, de modo que estaban cogidos de la mano. Su corazón dio un salto con su acción, una pequeña sonrisa en su rostro.
—No puedo prometerte un no definitivo, pero haré todo lo posible por ser indulgente —él acurrucó su cabeza en su hombro, aspirando su encantador olor. Esto nublaba su cerebro, el delicado aroma de jazmín lo atormentaba.
Ella estuvo callada por un momento, lo que le incitó a darle un apretón.
—¿Todavía estás enojada conmigo? —le preguntó ella, a lo que él negó con la cabeza.
—No.