La voz de Yvette era muy suave. Era evidente que le faltaba confianza.
Nunca había tomado la iniciativa de besarlo antes. Sus brazos, que estaban pegados a su lado, estaban tan tensos que estaban rígidos.
Lance la miró indiferentemente. —¿Y qué? ¿Por qué importa?
Yvette ya había abandonado su orgullo y dado el paso más difícil. Al ver su expresión excepcionalmente fría, se sintió un poco asustada y quiso irse.
Pero cuando recordó lo decidido que estaba cuando la salvó, reprimió el impulso.
No retrocedió, sino que lo miró directamente. —Si realmente no quieres verme, no te molestaré de nuevo.
Sus labios, como pétalos, estaban justo frente a los ojos de Lance, parecían llevar una fragancia dulce.
Lance estaba inexpresivo, pero sus dedos se tensaron y su sangre se calentó.
Aunque fue solo un ligero contacto y Yvette no tenía mucha experiencia, aún no pudo mantener la calma. Quería presionarla directamente contra él.