¡Wush!
El dardo se clavó en la pared de una casa de madera. Una silueta torcida lo esquivó rodando.
Marvin frunció el ceño. ¡Era ese chico!
—¡Pequeño Tucker!
—Señor Marvin, soy yo...
El pequeño mediano forzó una sonrisa mientras miraba a Marvin. El dardo casi lo había acertado, si no lo hubiera esquivado a tiempo, habría sido alcanzado por fuego amigo.
Marvin también se sorprendió. Los dos medianos deberían haber llegado a Ciudad Troyana mucho antes que ellos, pero aun así, la ceremonia del culto de las Serpientes Gemelas había ocurrido hace un tiempo. Cuando los dos medianos llegaron, ya deberían haber encontrado algo mal.
—¿Por qué estás aquí? ¿Qué hay de tu padre? —preguntó Marvin.