Antes de que Sunny entrara, se demoró unos momentos y echó un último vistazo al magnífico castillo. Luego, levantó lentamente la vista.
Allá arriba, por encima de la torre más alta del Bastión y ligeramente hacia un lado, una hermosa isla flotaba en el cielo, bañada en la luz dorada del amanecer. Una gran pagoda de piedra blanca inmaculada se erigía en ella, tan majestuosa como la colosal antigua fortaleza.
La Torre de Marfil.
La Ciudadela errante parecía armoniosa flotando sobre Bastión como un satélite. En los últimos años, su dama y sus guerreros habían sido enviados a defender enclaves humanos remotos en innumerables ocasiones, ganando fama y renombre con cada victoria improbable.
La imagen de la torre blanca inmaculada estaba convirtiéndose lentamente en un símbolo de esperanza para aquellos asediados por las Criaturas de la Pesadilla en el Dominio de la Espada.
Lo cual era más que un poco apropiado.