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71.32% EL Mundo del Río / Chapter 199: DIOSES DEL MUNDO DEL RÍO (9)

บท 199: DIOSES DEL MUNDO DEL RÍO (9)

Burton saltó dentro de la habitación, se volvió, y sacó la cabeza tanto como pudo para ver la cosa. Estaba moviéndose lentamente, como si hubiera tenido que tomar mucho impulso para romper la pared, cuyos ladrillos estaban unidos entre sí con un cemento mucho más fuerte que cualquier cosa conocida en la Tierra de su tiempo. La luz procedente de las paredes del corredor más allá del enorme orificio mostraban que el monstruo se movía sobre diez ruedas.

Burton apuntó su lanzador de rayos a un lugar más atrás de la nariz del monstruo. El extremo del rayo parecido a una varilla golpeó, pero aunque podía atravesar treinta centímetros de aceroníquel en cinco segundos, no causó ninguna huella visible en la gris superficie de apariencia metálica. Retrocedió dentro de la habitación y se echó rápidamente a un lado mientras un rayo de color violeta procedente de un costado de la máquina lamía casi su hombro. Otros rayos siguieron; luego el extremo cónico del monstruo hubo pasado por delante de él. Atreviéndose a asomar de nuevo la cabeza, vio que sus potentes lanzadores de rayos estaban proyectando sus descargas en varios ángulos desde ambos costados contra todos lados.

Cuando estaba a unos pocos pasos de la otra pared que bloqueaba el corredor, se detuvo y empezó a retroceder. Los rayos seguían brotando de sus costados a intervalos de pocos segundos. Además, los ángulos de tiro estaban cambiando. Donde golpeaban aparecían lugares desnudos. La pintura era quemada y saltaba.

Burton retrocedió y se echó hacia un lado. Un rayo cruzó la puerta y quemó la pintura en la pared del fondo. Otro, en un ángulo más alto, destruyó más pintura.

Dick, ¿estás bien? llamó de Marbot.

¡No estoy herido! gritó Burton. ¡No te asomes!

¡No soy un estúpido! gritó de vuelta el francés.

Pero era estúpido; al menos, desde el punto de vista de Burton, lo era. De Marbot apareció corriendo por su lado y salió al corredor en dirección a la máquina. Burton le gritó

que se detuviera. El francés no dudó, sino que saltó a lomos del juggernaut y se agarró a un travesaño en su parte superior. Burton había esperado que los rayos lo cortaran a rodajas, pero los lanzadores detuvieron su acción en el momento en que de Marbot apareció corriendo en el pasillo. Más tarde, Burton se preguntó si los rayos que habían sido lanzados contra él no tendrían otra finalidad que la de desanimarle a avanzar hacia el monstruo o seguirle cuando se retirara.

Ahora la máquina retrocedió pasando la abertura que conducía a la habitación de Loga. De Marbot, aferrándose con una mano a ella y sonriendo, saludó a Burton.

¡Bájate de ahí! gritó Burton. ¡No puedes hacerle nada! ¡Bájate antes de que te mate!

¡Allá donde vaya ella, iré yo! exclamó de Marbot.

Entonces perdió toda su valentía, porque la máquina, tras detenerse, aceleró de pronto hacia adelante, con sus neumáticos chillando mientras ardían contra el suelo. Todos sus rayos habían sido desactivados, pero ahora uno brotó de su nariz. La lanza violeta golpeó la pared de ladrillos y la atravesó, y entonces el rayo se abrió hasta convertirse en un cono, que fundió los ladrillos en todo su radio de acción, abriendo una abertura tan sólo lo suficientemente grande como para que la máquina pasara por ella.

De Marbot, sin embargo, se había soltado lanzando un grito antes de que los ladrillos del borde de la abertura lo golpearan. Se dejó caer en el suelo, boca abajo, silencioso.

¡Ese sapo estúpido! dijo Burton. La máquina estaba girando de forma culebreante en un lejano recodo, revelando que no era de una sola pieza sino que tenía articulaciones que le permitían doblar esquinas, aunque con justeza. De Marbot estaba sentándose en el suelo en aquel momento, sujetándose la cabeza.

Burton corrió hacia él, ganándole a Aphra por unos pocos pasos.

¿Estás herido?

De Marbot se irguió, sentado, hizo una mueca, y sonrió.

Sólo mi orgullo. Me asusté. Grité de miedo. Ayudado por Burton, se puso en pie.

Tengo unos cuantos arañazos, magulladuras y contusiones. He sufrido muchas veces revolcones a causa de un caballo mientras batallaba por mi glorioso emperador,

¡pero nunca, nunca, cabalgué durante tan poco tiempo!

Aphra lo rodeó con sus brazos y hundió la cabeza del hombre contra su pecho.

¡Estúpido hijo de puta! ¡Me asustaste mortalmente!

Pero no tienes que llorar ningún cadáver dijo él, dándole un achuchón. ¡Oh, mis pobres brazo y hombro! ¡No podré abrazarte, mi pequeño repollo, con mi acostumbrada fuerza y amor!

Ella se soltó y se secó las lágrimas con los dedos.

¡Tu pequeño repollo, y un cuerno! No soy ningún vegetal. ¡Soy una mujer! ¡Una mujer que está muy irritada contigo y tus heroicidades!

Entonces una rosa con espinas quizá, ¿no?

Burton miró a ambos lados del corredor. Nadie a la vista.

¿Por qué saltaste encima de esa cosa? dijo. ¿Qué esperabas conseguir?

Pensaba cabalgarla hasta su madriguera, donde quizá pudiera descubrir a su amo, el Snark, esperándola. Y entonces hubiera podido sorprenderlo y tomarlo prisionero o matarlo si era necesario. Pero olvidé, en el calor del combate, que la cosa iba a abrir solamente un agujero lo suficientemente grande como para poder pasar ella.

Has tenido suerte de no haber perdido completamente los sesos dijo Burton. Compartía una buena parte de la irritación de Aphra; sentía un gran afecto hacia el francés. Fue algo magnífico, pero militarmente dejaba mucho que desear.

Oh, simplemente estás celoso porque a ti no se te ocurrió hacerlo. Burton se echó a reír.

Quizá tengas razón.

Señaló los lugares donde la pintura había sido quemada.

Ahora el Snark puede vernos y oírnos.

¡Por la sangre de todos los dioses! dijo Aphra. No ha hecho más que demostrarnos lo débiles e indefensos que somos. ¡Ni siquiera podemos ocultarnos de él!

Pero le obligamos a actuar dijo Burton. Tenía que descubrir lo que estábamos haciendo aquí. No nos desdeña lo suficiente como para ignorarnos.

Y para eso he trabajado como un esclavo rociando pintura, sudando como un condenado para nada dijo de Marbot.

Conseguiste una cabalgada muy poco usual. De Marbot mostró sus dientes.

Sí. ¡Valió la pena!

Burton no estaba tan seguro. No habían conseguido nada. Es más, probablemente la máquina poseía cámaras que le habían mostrado al Snark la puerta abierta a la habitación secreta de Loga.

¿Qué vamos a hacer ahora? dijo Aphra. ¿Volver a nuestros apartamentos como unos cachorrillos traviesos a los que les han dado unos azotes?

Burton no respondió debido a un grito que sonó a su derecha. Un sillón volante estaba suspendido cerca de la intersección del corredor, y la voz había brotado de detrás de la especie de cortina que cubría el sillón. Había sido sujetada mediante un armazón del que colgaba un plástico transparente. El hombre en el sillón estaba sentado con las piernas recogidas en el asiento.

¿Quién es? dijo Marbot.

Frigate respondió Aphra, habiendo reconocido la voz.

El sillón avanzó rápidamente y se posó en el suelo, y Frigate corrió la cortina, que formaba una especie de cabina sobre el sillón. Salió, miró a su alrededor, y dijo:

¿Qué ha ocurrido?

Burton se lo explicó. Luego el americano tuvo que decirles a de Marbot y Behn por qué estaba allí y cuál era la finalidad de la cortina.

Dick quedó de acuerdo conmigo para que acudiera aquí ocho horas después de que vosotros tres os hubierais marchado. Esta especie de cabina hecha con el plástico transparente es para impedir que mi calor corporal sea detectado por la Computadora.

Dijiste que solamente nos habías alistado a nosotros. De Marbot miró a Burton con reproche.

No digo la verdad cuando resulta útil no hacerlo dijo Burton. Pensé que sería mejor si tenía a dos siguiéndonos pero sin que vosotros lo supierais. No quería que tú y Aphra os dijerais nada al respecto.

¿Dos? dijo de Marbot. ¿Quién es el otro?

Se supone que Nur debe llegar de un momento a otro por el otro lado del corredor

dijo Burton, señalando en la dirección por la cual se había marchado la máquina.

¿Y qué crees que ha ocurrido? dijo de Marbol. ¿Crees que quizá Nur puede haber seguido a la máquina hasta su escondrijo?

No lo sabremos hasta más tarde. Burton se volvió hacia Frigate.

Supongo, puesto que no has informado de nada, que no has visto nada.

Correcto.

La máquina puede haber ido en cualquier dirección en este laberinto. Aguardaremos aquí hasta que llegue Nur.

Si el Snark no lo ha atrapado dijo Frigate.

Eres tan optimista dijo Aphra.

Simplemente considero todas las posibilidades dijo Frigate, un poco acaloradamente. No es culpa mía el que las posibilidades negativas superen siempre a las positivas.

No lo hacen. Lo que ocurre es que tú simplemente ves con mayor facilidad el lado oscuro de las cosas que el claro.

Burton miró su reloj de pulsera. Habían pasado cinco minutos desde que la máquina se había abierto camino y había desaparecido. Aguardaría hasta treinta. Si Nur no aparecía por entonces volverían a sus apartamentos. Quizá tuvieran que aguardar un tiempo hasta que Turpin, Alice y Li Po regresaran de buscarles. Si, por supuesto, habían decidido ir a buscarles. La lógica podía indicarles que permanecieran juntos en un solo apartamento para una mejor defensa.

Una voz los sobresaltó. Era la de Nur, hablando desde el otro lado de la más cercana pared de ladrillos.

No disparéis. Soy yo, Nur. Tengo buenas noticias.

Adelante dijo Burton.

El hombrecillo entró. Se sacó el material plástico que llevaba sobre su rostro y se quitó los guantes y la chaqueta.

Es caluroso dijo.

Burton salió fuera. El sillón de Nur, equipado con una cabina como la de Frigate, estaba estacionado junto a la pared. Burlón volvió dentro. Nur estaba sonriendo, como siempre.

Atrapé al Snark fuera de su habitación secreta. Avancé a toda velocidad surgiendo de la parte oscura del corredor y le grité que se rindiera. Ella se negó; empezó a sacar su lanzador de rayos de su funda. De modo que tuve que dispararle.

¿Ella? dijo Burton.

Sí. Sabíamos que el desconocido podía ser de cualquiera de los dos sexos, pero desde un principio hablamos de él en masculino, de modo que lodos llegamos a la conclusión inconsciente de que debía ser un él. Vosotros, al menos. Yo no.

Nur dijo que sería mejor que los llevara a la escena de su descubrimiento y luego les explicara lo que había ocurrido. Lo siguieron en sus sillones a través de la brecha en la pared, recorrieron un pasillo, giraron, y se detuvieron a unos treinta metros de la esquina. La desconocida yacía de espaldas, ojos y boca abiertos, una delgada herida cauterizada en su garganta allá donde el rayo de Nur la había atravesado de parte a parte. Era de baja estatura y delgada, e iba vestida con una camisa escarlata, unos pantalones azul celeste y unas sandalias amarillas. Un lanzador de rayos yacía cerca de su abierta mano en el suelo.

Es mongola dijo Nur. El que señalara algo tan obvio mostraba que no estaba tan calmado como aparentaba. No sé si es china, japonesa, o de alguna otra de las nacionalidades mongólicas. Li Po quizá pueda decírnoslo. Pero eso es irrelevante.

Había una gran abertura redonda en la pared, cuya puerta circular había rodado al interior de su alvéolo. Al otro lado debía estar su apartamento, donde había permanecido oculta mientras se mantenía informada de los movimientos de los ocho. Pantallas murales mostraban todas las habitaciones en sus apartamentos. Las camas de Alice, Tom Turpin y Li Po estaban vacías; otra pantalla los mostraba en la mesa, jugando a cartas en el apartamento de Turpin. Si estaban alarmados, no lo mostraban. Aparentemente, habían decidido que sus colegas habían desaparecido porque Burton estaba llevando a cabo uno de sus planes secretos, o se habían quedado allí juntos para mayor seguridad. Tal como resultó, habían decidido quedarse allí por ambas razones.

Burton, sin embargo, iba a tener que soportar sus reproches cuando regresara al apartamento. No le costaría mucho soportarlos porque regresaría con la victoria en el bolsillo.

La noche antes, Peter Frigate y Nur el-Musafir habían ido a sus respectivos dormitorios. Esperaban que el Snark estuviera durmiendo y que la Computadora despertara al Snark solamente si detectaba a alguien abandonando la suite para entrar en el corredor. Los únicos detectores en funcionamiento, esperaban, debían ser los dispositivos de calor. Estaban rezando para que ninguna pantalla vídeo estuviera en la pared del corredor frente a la puerta de la suite.

Los dos ordenaron a sus conversores un par de trajes y cascos para ellos y cabinas para los sillones. Aquello podía serle informado al Snark, pero apostaban a que la Computadora si había registrado esas acciones no las sometería al Snark hasta que éste se despertara.

Vestidos con sus atuendos retenedores del calor, llevando los armazones de las cabinas para sus sillones, Frigate y Nur habían abandonado la suite. Y los sensores de la pared no habían sido activados por ellos. El desconocido, no habiendo tomado medidas contra tales camuflajes, había seguido durmiendo. Al contrario de la Computadora, hubiera podido imaginarlos, pero no lo había hecho.

Tuvimos mucha suerte dijo Burton. Los acontecimientos se pusieron a nuestro favor, aunque hubieran podido ponerse con la misma facilidad en nuestra contra. De hecho, las posibilidades de que tuviéramos éxito no eran muy altas.

Piensas que tuvimos demasiada suerte dijo Nur. Burton aguardó a que elaborara más su idea, pero Nur dijo: Lo primero que pensé cuando la maté... sólo tenía intención de herirla... fue que ella debía haber arreglado las cosas para una resurrección automática e inmediata.

Siguieron al moro al interior de la habitación. En una esquina había un conversor, y a unos pocos pasos de distancia, tendido boca abajo, había otro cuerpo de la mujer. La consola de la computadora auxiliar había resultado destruida por los rayos.

Entré en esta habitación tan pronto como la hube matado dijo Nur. Su cuerpo acababa de ser formado, y estaba corriendo para alcanzar un lanzador de rayos que había sobre la mesa. Le grité que se detuviera. Me ignoró, de modo que le disparé. Inmediatamente inutilicé la computadora e impedí así una tercera resurrección. Desgraciadamente, el rayo destruyó también la grabación corporal.

Condujo a Burton hacia la ruina y señaló a una sección que había resultado alcanzada. Dentro de ella había una ennegrecida, medio fundida, arrugada cosa del tamaño de una baya que había contenido todo lo necesario para duplicar el cuerpo hasta su nivel submolecular.

Me sentiría abrumado por los remordimientos y el pesar si creyera que había eliminado por completo sus posibilidades de ser resucitada de nuevo. Pero estoy seguro de que debe existir otra grabación en los archivos de la Computadora. Dudo que podamos llegar a ella, de todos modos. Seguramente debe haber inhibido a la Computadora de permitirnos alcanzarla.

Veremos dijo Burton. De todos modos, probablemente tengas razón.

¿Y quién infiernos era? dijo Frigate. ¿Qué estaba haciendo aquí? Loga dijo que todos los Éticos y sus Agentes estaban muertos. Si tenía razón, entonces no era uno de ellos. ¿Pero qué otra cosa podía ser?

Uno de los enemigos de Loga, de otro modo no lo hubiera eliminado dijo Nur. Pero si no era un Etico ni un Agente, ¿qué razón tendría para encargarse de él? Y si solamente deseaba un completo poder, ¿por qué no nos mató a nosotros?

Quizá Monat el Operador era mucho más previsor de lo que Loga esperaba dijo Aphra lentamente. Quizá Monat hizo los arreglos necesarios para que un Agente, esta mujer, fuera resucitado si ocurrían algunos acontecimientos. Algunos acontecimientos en general, quiero decir. Monat no podía haber anticipado todos los acontecimientos en particular.

Burton pidió a la Computadora que identificara a la mujer muerta. La Computadora replicó que los datos no estaban disponibles, y que no podía decir por qué.

Burton preguntó si la grabación del cuerpo de la mujer muerta estaba en sus archivos. La Computadora dijo que aquella información no estaba disponible.

Otro misterio dijo Frigate, y gruñó.

Burton pidió a la Computadora que localizara la máquina que había roto las paredes de la barricada. Como había esperado, recibió la respuesta de que aquella información no estaba disponible.

He visto todos los robots que contiene la torre dijo Burton. En una ocasión hice que la Computadora me los mostrara en una pantalla. Esa máquina no estaba entre ellos.

La mujer debía haberla hecho construir por la Computadora con la única finalidad de derribar las paredes.

Nur y Frigate arrastraron el cuerpo del corredor y lo dejaron junto al otro cuerpo cerca del armario. Puestas boca arriba, una al lado de la otra, las dos mujeres parecían hermanas gemelas.

¿Las desintegramos en el conversor? dijo Nur.

Una de ellas dijo Burton. Quiero que la Computadora examine a la otra.

¿Para comprobar si tiene una bolita negra en el cerebro? Burton hizo una mueca. Nur siempre parecía ser capaz de leer su mente.

Sí.

Entre los dos metieron uno de los cuerpos en el armario y ordenaron a la Computadora que se hiciera cargo de él. Una luz blanca llenó el armario y, cuando miraron a través de la ventanilla de la puerta, el armario estaba vacío. Ni siquiera quedaban cenizas en él.

El otro cadáver fue colocado sobre una mesa encima de la cual había un gran dispositivo en forma de domo. Aunque no hubo ninguna exhibición de energía, el interior del cuerpo fue mostrado en una pantalla en una serie de imágenes. Burton hizo que la Computadora fuera pasando las imágenes hasta llegar a la que deseaba. Había una pequeña esfera negra en la parte anterior del cerebro. Había sido implantada quirúrgicamente y, actuando a un código subvocalizado, desencadenaba un veneno en el cuerpo del portador, matándolo instantáneamente.

Así pues era un Agente.

Pero seguimos sin saber cuándo llegó aquí o cuáles eran sus intenciones finales

dijo Frigate.

Por el momento dijo Burton no lo necesitamos saber. Es suficiente habernos librado del Snark, Ahora estamos a nuestros propios medios, libres.

Estaban libres, sin embargo, tan sólo en un cierto sentido. Burton preguntó a la Computadora si las inhibiciones instaladas por la mujer habían sido anuladas ahora. La respuesta fue no.

Entonces, ¿cuándo quedarán liberadas? La Computadora no lo sabía.

Estamos en un callejón sin salida dijo Frigate.

No para siempre respondió Burton. Su confianza era más aparente que real.


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