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Habían pasado dos días, y Aiden todavía no podía formar un aura alrededor de su arma. No importa cómo lo intentara, toda la energía que había reunido simplemente desaparecía justo frente a sus ojos.
—¿Todavía no puedes hacerlo? —preguntó Isolde, que estaba sentada a su lado.
Aiden estaba extremadamente frustrado al escuchar esa pregunta, ya que no había dejado de intentarlo ni un solo momento.
No había tomado un descanso en esos dos días, intentándolo una y otra vez.
Sin embargo, lo que más le frustraba era ver a Isolde, que no tenía experiencia con armas de corto alcance, tener éxito en el primer desafío antes que él.
«¿Cómo lo hizo ella ayer, cuando yo ni siquiera puedo empezar a formar ese jodido aura?», se dijo Aiden a sí mismo, insultando al aura, que en ese momento estaba arruinando su vida.
—¿Aiden? —dijo ella, murmurando su nombre una vez más.