William Cole no comería sopa de serpiente, para cuando llegó a la residencia Kramer, ya eran las 6 p.m.
Hazel Kramer estaba vestida de negro con una flor blanca prendida en su pecho. En el momento en que William salió de su coche, empezó a caer una ligera llovizna.
—Abuelo falleció pacíficamente a las cinco de esta tarde —dijo ella.
—La noticia ya se ha difundido, y me temo que los accionistas de la Corporación Kramer vendrán a nuestra casa esta noche a presentar sus últimos respetos. Luego habrá una junta de accionistas. Jude Kramer no se quedará de brazos cruzados; ahora comenzará a tomar medidas contra mí —los labios de Hazel se entreabrieron ligeramente al hablar, emitiendo un encanto pálido pero delicado.
William no podía percibir ningún duelo en Hazel —El Viejo Sr. Kramer claramente te apoyaba, de lo contrario no habría solicitado mi ayuda —dijo.
—Si ese es el caso, ¿por qué no te dejó un testamento legando la familia Kramer a ti mientras aún vivía? —preguntó William.