Faltaban dos horas para que terminara el día cuando la voz del Jefe resonó en el altavoz —Si pudieran terminar con el artículo actual y luego venir a mi oficina con los artículos que quieren que revise, eso sería ideal.
Kat asintió a Kamiko, quien apuñaló a Kat con la lanza que habían recogido. La hoja estaba hecha de agua que continuamente se movía alrededor de un pequeño centro. Cortaba lo suficientemente bien, pero comparada con algunos de los metales extraños era un poco insípida.
Después de dos días, Kamiko había dejado de quejarse de herir a Kat regularmente. Todavía se estremecía y Kat le daba un abrazo después de cualquier herida particularmente mala, pero eso era lo peor de todo. Ver la hoja luchar para cortar mucho más allá de la piel de Kat hasta que Kamiko le daba un buen golpe era molesto. Estar empapada cuando ese mismo golpe disparaba agua por todas partes en vez de cortar no era siquiera una preocupación.