Salen del pasaje lateral. Las veo acercarse y realizar una respetuosa reverencia a su tío. Por mucho que no les caiga bien. No les queda más remedio.
Mientras, yo me acerco. Paso cerca de ellos. Como si fuera al edificio de enfrente. Me paro no muy lejos. Apoyado en la pared. Saco un manual y me lo quedo leyendo. Simulo que estoy esperando a alguien.
–¡Yi'er! ¡Cuanto tiempo! ¡Estás aún más guapa!– la saluda uno.
–¡Yu'er! ¡Ya estás en 5 como yo! ¡Además de preciosa!– también saluda el otro.
Me da la sensación de que falta sinceridad en sus palabras. O quizás, simplemente, me irritan. Por no hablar de que se han confundido. Yi es Yu y Yu es Yi. No es tan difícil.
Aprieto los puños. Se acercan a ellas afectuosamente. Ellas los esquivan con facilidad.
–Mao Dian, soy Yu– responde ella, mostrando claramente su irritación.
–Mao Tu, soy Yi. Dejaros de tonterías. Síguenos, tío. El edificio de mensajería está por aquí– sigue Yi, seria, con cierto desdén al prometido de su hermana.
Quiero seguirlas, pero se notaría demasiado. Las observo a los lejos. Los dos hermanos intentan acercarse a ellas. Algo dicen ellas. Además de apartarlos. Parece que al final se comportan. Aunque eso no hace que sienta menos ganas de golpearlos.
Los dos son sobrinos del tío por parte de su mujer. Ella proviene de la familia Mao. Es algo más débil que la Bai, la de las gemelas y Wan. Es el propio tío el que arregló el compromiso. Aunque no es firme. Los padres de las gemelas no lo han confirmado. No obstante, no han tenido más remedio que aceptar que siga como está.
Su tío entra en el edificio. Ellas se dan media vuelta, seguidas de sus dos acompañantes. No parecen muy contentas. Yi le da un golpe a la mano de Mao Dian. Quería cogerla de la mano. Yu aparta la suya de Mao Tu.
–¿Queréis comportaros? Estamos en la secta– se queja Yu, molesta.
–No seas así. Es normal coger de las manos a tu prometida en una cita– reniega él.
–Nuestro compromiso no es firme. Mantened el decoro. Solo os estamos acompañando al mercado porque lo ha pedido Bang Tian. No es una cita ni nada que se le parezca– responde Yi.
–Oh, vamos, podrías ser más dulce– protesta Mao Tu.
Se han desviado un poco para acercarse a mí. Para que las oiga. Para que sepa que van al mercado.
–Os comportáis, o nos vamos a cultivar– les da Yi un ultimátum.
–Vale, vale.
Se han parado para mirarlos de frente. Quizás para darme tiempo. De esa forma, no tengo que seguirlos. Sería sospechoso. Así que me adelanto para salir de la secta e ir hacia el mercado. Ellos me sigue a lo lejos.
Resulta un poco extraño. Ellas habían dicho que eran posesivos. Más bien rudos. Ahora, parece que se estén esforzando en ser afectuosos. A mí me parece un tanto artificial. Aunque no puedo negar que tengo prejuicios contra ellos
Miro de reojo hacia atrás de vez en cuando. Intentando que no se note mucho. Para comprobar que me siguen.
Aprovecho un recodo para dejar salir a algunas de las chicas. Asegurándome de que no hay nadie. Ellas se quedan hablando a un lado de las escaleras. Con sus rostros ocultos. Ropa de discípulas de la secta. Yo sigo caminando. El plan es que irán detrás de ellos. Yo por delante.
Me paro en la tienda de creps. Compro uno para mí. Voy con el rostro descubierto ahora. Mejor no llamar la atención comprando demasiados.
Aprovecho para quedarme mirando los puestos. Siempre se puede encontrar algo. No dejo de observar la entrada del mercado.
Las gemelas y sus acompañantes llegan al cabo de poco. Las chicas tampoco tardan mucho más. Se separan y distribuyen por los diferentes puestos. Ma Lang está comprando creps. Unos cuántos. Luego se acercará a mí para dejarlos en el Almacén.
Mientras, nuestros objetivos se acercan al puesto en el que estoy. Es lo natural. Está justo a la entrada. Es un muy buen sitio. Probablemente, es más caro ponerlo aquí. Sé que hay diferentes precios para alquilar el espacio, aunque no los detalles.
–Guau, cuántos puestos. ¿Has visto eso? ¡Al menos es nivel 6!– señala Mao Tu a su hermano.
El otro asiente, con los ojos muy abiertos. Bueno, las gemelas me contaron que no había mercados permanentes como estos. Solo uno itinerante que llegaba un par de veces al año.
Sus familias viven cerca de una ciudad algo más pequeña que la que hay al pie de la secta. Y claro, no tienen una secta allí. Así que lo se puede comprar y vender es mucho más reducido. No tiene tanto interés para los comerciantes.
Además, aquí hay muchos productos hechos por los propios discípulos. Muchas veces talismanes, joyas, armas y demás que no han salido del todo bien. O que simplemente hacen para practicar. Los venden para recuperar lo que pueden de lo invertido en los materiales. A veces, incluso obtienen beneficios. Si son suficientemente buenos, los pueden vender directamente a la secta.
Yan Xiulan y Ye Bi han hablado alguna vez de eso. También los estudiantes que vienen al encuentro de peleas que organizan mis pervertidas. Muchos de ellos son artesanos de diferentes disciplinas. Bueno, aprendices.
Durante un rato, se quedan mirando los productos. Las gemelas los observan guardando las distancias. Parecen aburridas. Apáticas. A mí, hacen ver que no me conocen.
–¿Cuánto por esto?– pregunta Mao Dian.
–100.000 puntos o 2.000 oros– responde el vendedor.
–¿Tanto?– se sorprende su hermano
–No regateo. Lo tomas o lo dejas– simplemente expone el vendedor.
Yo he regateado alguna vez con él. También las chicas. Normalmente, se muestra más servicial. Supongo que considera que no tienen el dinero para comprarlo.
Se le ve un poco irritado cuando le preguntan el precio de algunos objetos más. Hasta que al final se van a otro puesto. Allí, está Liang para vigilar.
–Odio a los paletos de pueblo. Si no tienen dinero, al menos que no me hagan perder el tiempo– se queja el vendedor en voz alta cuando se van.
Me limito a encogerme de hombros. Me parece una actitud un tanto exagerada. Además, quién sabe, quizás su tío sí podría comprar algo gracias a ellos más tarde. Como sea. No es asunto mío. Aunque sí que tiene algo que me interesa.
–Estas gemas, ¿por cuánto?– le pregunto.
–50.000 puntos cada una– responde.
–¿Me quieres timar? Aunque su nivel está bien, tienen muchas impurezas. Además, no han sido extraídas con cuidado, se ven las grietas. Si te doy 1.000, ya es mucho– apunto los defectos.
–Bueno, tienen algunas taras, ¿pero no te has pasado con 1.000? Al menos valen 40.000– rebaja el precio.
–¿Estás de broma…?
Al final, las consigo por 5.000 cada una, con la condición de que las compre todas. Son 23. Creo que las he pagado un poco por debajo de su precio real. Aunque, gracias a ello, las ha vendido todas. Son para Xiulan'er. Me pidió que comprara si veía. Y me hizo una clase de todas las características y problemas que podían tener.
Se quejó un par de veces de que no prestaba atención. Pero estaba demasiado mona explicándolo tan seria. En su habitación, pues allí tenía muestras. Estaban Bei Liu y Bi Lang con nosotros.
Ellas parecían interesadas. Aunque también molestaron y avergonzaron un poco a nuestra joyera. Supongo que es difícil resistirse.
Me doy una vuelta por el mercado. Sin dejar de vigilarlos. Cuando veo que van hacia la tienda de ropa. Ellas delante. Ellos las siguen. Frunzo el ceño. No me gusta la cara que han puesto. Ni sus gestos.
Miro a Shi, que está cerca. Ella asiente. Me conoce bien. Voy hasta la tienda. Entro con ella.
–Pruébate algo. Este vestido te quedaría bien– sugiere Mao Dian.
–No hace falta. No nos hace falta ropa para cultivar– niega Yu.
Vuelve a poner la excusa de cultivar. Bien que le gusta probarse algunos modelos. Están preciosas las dos con ciertos vestidos de una pieza que no les llegan a las rodillas. Y muy ceñidos.
–Venid. Decidnos al menos cómo nos quedan– pide Mao Tu.
–No os podéis negar al menos a eso– le apoya Mao Dian.
–Es muy forzado. Algo traman– me susurra Shi, mientras pone frente a ella un vestido negro –. ¿Me queda bien?
–Muy elegante. Aunque el azul hace juego con tus ojos– sugiero.
–Ya lo has vuelto a hacer…– me critica.
–¿El qué?– pregunto extrañado.
–Nada– niega, ligeramente sonrojada. ¿Qué he dicho?
–Bien. Vamos y acabemos rápido. Tenemos que entrenar– acepta mientras tanto Yi.
Toma la delantera con su hermana hacia un probador. Ellos las siguen. No me gusta su sonrisa.
–Vamos, van al probador– insto a Shi.
Ella viene con el vestido negro que había cogido. No hay tiempo de coger más. Vamos al probador de al lado. Deberíamos poder oírlos. No es uno de los especiales. Los que tienen insonorización. Supongo que ellos no saben que existen. Creo que Yi lo ha elegido a propósito.
–No te preocupes. Saben lo que hacen. También se han dado cuenta de que están tramando algo– me quiere tranquilizar Shi.
Lo cierto es que ella y Yu han intercambiado algunas miradas. Y veo que Song también ha entrado. Está cerca de la salida. Probablemente, alguna de las chicas estará fuera, cerca de la entrada. Seguramente Liang.
Nos acercamos. Con la intención de estar preparados para ayudar ante cualquier eventualidad. Aunque las gemelas no tendrían que tener ningún problema, no podemos dejar que rebelen su cultivación.
No son inferiores a ellos, y menos juntas, pero no sabemos qué ases tienen bajo sus mangas. Ni cuál es su intención. Lo que no esperamos es escuchar tan pronto una reacción.
–¡Pum!
–¡Ay!– se queja uno de ellos
–¡Clonc!
–¡Urgh!– se duele el otro.
Lo oímos antes de entrar en nuestro probador. Está claro que las gemelas han actuado rápido. Y salen de inmediato. Parecen furiosas. Aunque sonríen y nos guiñan un ojo por un momento. A la vez. Ya veo. Están actuando, aparentando estar enfadadas. Bueno, puede que lo estén. Pero no con nosotros.
–Ven a buscarnos a nuestra cabaña dentro de un rato. Danos tiempo– me susurra Yu, antes de sobrepasarnos.
Nosotros entramos en el probador para no llamar la atención. Aprovechamos para abrazarnos y besarnos. Con mucha dulzura. Mirándonos. Sonriéndonos. Disfrutando de estos breves momentos solo para nosotros.
Salimos cuando los dos hermanos salen del suyo. Podrían haber esperado un poco más. Caminan un poco extraños.
–Parece que les han dado donde duele– se burla Shi, aguantando la risa.
Puedo ver un poco más allá a Song tapándose la boca. Sin querer mirar. Les debe hacer gracia. A mí me da un poco de miedo. Más me vale no irritar a las gemelas. Aunque ellos se lo merecen. No sé qué querían hacer, pero tengo mis sospechas.
Shi habla con la dependienta antes de irse. No sé qué le ha dicho. No parece que quiera revelármelo. También sé que sería inútil preguntar.
Al final, nos volvemos. Creo que todas están un poco ansiosas por saber exactamente qué ha pasado. Así que las recojo. Mirando de reojo a un cultivador de pelo morado claro. Está en siete de Génesis. Quería ligar con Ma Lang. Y está estaba un tanto intimidada, a pesar de tener dos etapas más.
Hong lo ha echado. Aunque su nivel es menor, tiene más experiencia. Las chicas han dicho no sé qué de darle unas lecciones a Ma Lang. Suerte. Le hará falta.
—————
Espero un rato para ir a buscar a las gemelas. Vaya. Hay mucho tráfico a esta hora. Incluso algunas hablando con sus grupos frente a sus cabañas. No quiero que me vean cerca de la de las gemelas. No necesitan rumores.
–Ahora las traigo– promete Liang.
Se apresura a llegar a la cabaña y llamar. No hay tantas con el rostro tapado aquí como en el mercado. Pero hay algunas. Así que no llama mucho la atención.
Un rato más tarde, aparecen las tres.
–Luego hablamos. No tengas prisa– me sonríe Liang.
Las gemelas también sonríen. Me dan un beso en cada mejilla.
–Hasta la noche– se despiden.
Oh, vamos. Me dejan con las ganas de saber qué ha pasado exactamente. A diferencia de ellas. En nada, están todas reunidas, hablando. Incluso Wan. Supongo que me toca esperar.
Ya que tengo que esperar, aprovecho para ir a ver a Yan Xiulan. Me abre, con timidez y sorpresa.
–Kong… Hola… ¿Necesitas algo?– me pregunta.
–He comprado una gema de las que pediste– le enseño una de ellas.
La verdad es que no quiero decirle aún las que he comprado. Si salen mal, le forzaría a comprarlas igualmente. O, por lo menos, me costaría convencerla de lo contrario.
–Ah… Gracias… Espera… Entra…– me ofrece entre dubitativa y tímida.
Cuando lo hago, ella ya está casi en su mesa de trabajo. Inspecciona por unos momentos la gema. Luego me mira.
–¿Cuánto te ha costado?– me pregunta.
–5.000.
Le prometí que le diría el precio exacto. Aunque no le prometí nada sobre el número.
–Está bastante bien. Gracias por traerla. Lástima que no haya más. Podría hacer algunas pruebas…– empieza a decir.
–Bueno, de hecho tengo algunas más– confieso.
–¿Algunas?– me mira extrañada.
A estas alturas, no puedo ocultar unas pocas. Así que dejo las veintidós restantes sobre la mesa. Ella abre muchos los ojos. Las mira. Me mira. Se pone a inspeccionarlas. Aunque se detiene. Me mira de nuevo. Se acerca. ¿Está enfadada?
–¡No lo vuelvas a hacer!– me regaña.
–¿El qué? ¿He comprado demasiadas?– me siento un tanto confundido.
–No, eso no. Te lo agradezco, pero… No me lo vuelvas a ocultar– me pide. Parece molesta.
–¿Qué quieres decir?
–Oh, vamos. Solo me has enseñado una. Si era mala, no me enseñarías las demás. Ya me lo dijeron… ¡No puedes hacer eso! No quiero aprovecharme de tu amabilidad. Prométemelo. Nada de ocultarme nada de eso otra vez. Si no, no quiero que compres nada más. Me sentiría culpable…– me expone totalmente.
No sé si está enfadada, decepcionada, o exactamente qué. Parece que no le ha gustado que no se lo contara. ¿Y qué ha querido decir con "Ya me lo dijeron"? Lo que está claro es que he sido descubierto. No pensaba que le fuera a molestar tanto.
–Lo siento, no volverá a pasar algo así. Lo prometo– le aseguro.
–Vale– acepta–. ¿Cuánto en total? A ver… 120.000…
Si estaba enfadada, se le ha pasado de golpe. Incluso sonríe. Espera…
–115.000– la corrijo acusadoramente.
Ella saca la lengua. Lo ha hecho queriendo. Acordamos que nada de pagar de más. ¿Es una pequeña venganza? Es una curiosa faceta de ella que no conocía. Aunque sigue estando bastante roja.
–Voy a buscar los puntos. Cierra un momento los ojos– me pide.
Oh. Eso duele un poco. Pero obedezco. Supongo que es normal que no quiera que sepa dónde los guarda, si los ha puesto en una tarjeta. Aun así, su desconfianza resulta un tanto… Como decirlo… ¿¡Qué!?
Mientras estoy pensando en ello, noto su respiración muy cerca. Justo después de pagarme lo que me debía. Noto sus labios junto a los míos. Aunque solo por un momento. En un breve beso. Abro los ojos incrédulo.
Ella se ha girado enseguida. Aunque puedo ver que está más roja que antes. Hasta las orejas. Y me ha pagado directamente, sin tarjeta. ¿Ha sido una excusa para besarme?
–Gracias por todo– dice en prácticamente un susurro.
No puedo evitarlo. Doy un paso hacia ella. La cojo suavemente de la cintura. Apretándola contra mí. Ella se tensa. Se queda totalmente quieta. Acerco mis labios a su mejilla. La beso.
No puedo negar que me gustaría ir más allá. Quizás ella se rendiría si fuera agresivo. Pero por nada del mundo quiero asustarla. Hacerle daño. Presionarla. Por ahora, me conformaré con ese pequeño beso que me ha dado en los labios. Ha sido muy dulce.
–Gracias a ti– le susurro al oído.
Ella se estremece. Se acaba apartando de mí con timidez. No sabe muy bien qué hacer.
–Yo…– empieza a decir, como disculpándose.
–Está bien. Ha sido realmente dulce. Espero merecerme más otro día. Mejor que me vaya ya– me dirijo hacia la puerta.
Ella no dice nada. Abre la protección de qi. Cuando la cruzo, habla.
–Has… Hasta pronto– se despide.
–Hasta pronto– me giro, sonriéndole.
Ella me devuelve la sonrisa. Y recupera el poco rojo que había perdido. La puerta de qi se cierra de golpe. No puedo evitar sonreír aún más. Es adorable.
—————
Las chicas deciden darme un beso en los labios. Corto y dulce. Como Xiulan'er. Les ha hecho gracia.
–Me gustaría abrazarla. Es tan linda– interviene Hong.
–Pues tendrás que esperar– ríe Liang.
–Kong está siendo muy lento– me critica Shun.
–A ver, me lo vais a explicar o no– me quejo.
–Que impaciente…– me critica Yi.
–Sé que lo hacéis queriendo– protesto.
–Eso no lo hace menos divertido. Ja, ja– se ríe Song.
–La próxima vez, no os digo nada hasta que me lo contéis vosotras– me cruzo de brazos.
–Tch. Al final aprenderá– lamenta Shi.
Todas se ríen. Incluso yo no puedo mantener más mi fachada de enfadado. No puedo con ellas. Al final, Yu tiene piedad de mí.
–Bueno, todo ha empezado cuando han querido que los acompañáramos al mercado. Antes de eso, estaban extrañamente aduladores. Seguro que es cosa de su tío. Deben de tener miedo de que rompamos el compromiso cuando subamos de nivel. Con razón. Eso queríamos hacer. El compromiso es solo un preacuerdo– empieza.
Prefiere no hablar más del compromiso. Ya se han quejado muchas veces de que todo ha sido orquestado por su tío para ganar más poder. Para hacer un favor a la familia de su mujer a cambio de vete a saber qué. Casarse en la de las gemelas es una mejora en su estatus.
–Eres la mejor– la abrazo, la siento sobre mi regazo y le beso la mejilla. Ella se sonroja un poco.
–Ah, no sabía que contarlo tenía esas ventajas– se queja Yi. Su hermana le saca la lengua.
–Bueno, creo que has oído parte. Estaba claro que tramaban algo, pero no hemos tenido más remedio que aceptar acompañarlos. Aunque ha sido gracioso verlos tan emocionados con los puestos– sigue Yu.
–Esos paletos debe de ser la primera vez que salen de su casa– los critica Yi con desdén–. Ni siquiera han sabido disimular cuando se creían que nos han convencido para entrar a la tienda de ropa.
Sin duda, está enojada con ellos. Se pone junto a mí. Exigiendo un poco de atención. No se queja cuando mi mano acaricia su costado, su estómago, su nalga, incluso su pecho ligeramente. La suya está en mi espalda. Las chicas las dejan hacer. Incluso me dicen con la mirada que siga así. Aunque amenazándome si me sobrepaso. Bueno, quiero al menos que acaben la historia.
–Ya has visto como han insistido para que los acompañáramos al probador. Una vez dentro, se han abalanzado sobre nosotras. Nos han cogido de las muñecas. Ha sido un tanto desagradable– se muestra asqueada Yu.
–Los muy idiotas. Decían cosas como: "Ahora entenderéis lo que es un hombre." "Soy tu prometido y tengo derecho." "Vas a ser mía." "Ahora entenderás tu sitio." Si ellos supieran…– Relata Yi, poniendo una voz un tanto ronca para imitarlos, y queriendo sonar estúpida.
–Supongo que no esperaban recibir un rodillazo en sus partes– relata Yu. Esta vez parece divertida.
–Ja, ja. Deberíais haber visto sus caras– ríe Yi.
–Bueno, les hemos visto caminar cuando han salido. Ji, ji. Iban con las piernas un poco abiertas– ríe Shi.
––Ja, ja, ja–– reímos todos. Aunque a mí me recorre un pequeño escalofrío.
–Luego hemos ido a escribir una carta a la familia. Relatando los hechos. El intento de violación. Y no hemos querido saber nada más de nuestro tío. Ha enviado a alguien para llamarnos, pero lo hemos ignorado. La carta debería llegar antes que él. Ha costado un poco más, pero la hemos puesto urgente. Bueno, las hemos puesto. No podemos arriesgarnos que uno la retrase o la rompa. Hemos exigido el fin del compromiso. Asegurando que teníamos testigos. Los tenemos, ¿verdad?– explica Yu.
–Por supuesto. Wei lo ha visto todo– ríe Shun.
–Si lo necesitáis, estaremos con vosotras– asegura Liang.
–Lo que haga falta– la beso en la mejilla.
–¡Eh, yo también quiero!– pide Yi.
La beso también. Por una vez, las demás no lo piden también. Dejan que una esté sobre mí. La otra apoyada en mi hombro.
–¿Os harán caso?– pregunta Hong.
–Seguramente. Hemos sido todo lo firmes que hemos podido. Si no lo hacen, pues esperaremos a subir de nivel para recalcarlo. Hemos dejado claro que nos negaremos siquiera a volverlos a ver– cree Yu.
–También hemos recalcado que no hemos obtenido ni un solo recurso, ni los necesitamos. Así que nos dejarán en paz, espero. Y nuestro tío no podrá quedarse nada con la excusa que nos lo ha dado– explica Yi, con patente rencor.
Aunque no lo parezca, ha sido desagradable para ellas.
–Por cierto. He reservado un vestido. Kong lo ha elegido para mí. Podemos ir todas a que os elija uno, si queréis– cambia Shi de tema.
¿Le he elegido uno? ¿Cuándo? ¿Se refiere al azul? ¿El que he dicho que hacía juego con sus ojos?
–¡Vale! ¿Vamos mañana?– se apunta enseguida Song.
–Me parece bien– sigue Liang
–¿Un vestido? ¿Puedo?– se sorprende un poco Hong.
–¡Claro! Podríamos comprar uno para Wei también– sugiere Yu.
–¡Buena idea! ¡Se nota que eres mi hermana!– la alaba esta vez Yi.
–Yo estoy de acuerdo– se apunta Ma Lang, algo tímida.
–Wei y Yo también– se suma Shun.
–¿Wan querrá?– pregunta Shi.
–Ni idea. Luego se lo preguntamos– se encoge Yi de hombros.
Hong va a decir algo, pero se calla. Supongo que quería pedir uno para Bronceada.
–Lo hablamos luego– zanja Shi.
–Supongo que mi opinión no cuenta tampoco esta vez– me quejo.
–¡Claro que sí! ¡Tienes que elegir los vestidos!– ríe Liang.
Suspiro. Esto no va a ser fácil. ¿Eh? ¿Qué hacen…?
–Se acabó el descanso. Hora de cultivar– cambia de tema Song.
–¿A quién le tocaba hoy primero?– pregunta Hong.
–¡Aaahh! ¡Lo siento…! ¡No he podido resistir más! ¡Aaah!– se disculpa Yu.
Mi miembro llevaba un rato erecto. Provocándola. Acariciando su entrada. Y lo ha acabado metiendo ella misma.
–Era de esperar… Esa pervertida…– la critica su hermana.
–Ya está hecho. Mañana pierden su turno. Así que dejamos a Yi después. ¿Os parece bien?– sugiere Shi.
Todas acaban aceptando. Mientras los movimientos y gemidos de Yu se intensifican. Mientras yo beso su cuello. Mis manos en sus pechos. Pellizcando sus pezones. Está como antes sentada sobre mí. De espaldas.
Las devuelvo a todas para que se decidan. Y para más intimidad. Menos a Yi.
Mientras Yu se mueve despacio. Restregándose contra mi piel
–Eres mía– le susurro al oído
No dejo de acariciar sus pechos. A veces una mano decide recorrer su piel. Incluso llegar a su clítoris.
Ella no acelera. Lo sigue haciendo despacio. Incluso cuando está a punto de correrse. Incluso cuando llega al orgasmo. Aunque a cierto punto, decide darse la vuelta. Y besarme apasionadamente. Sin soltarme hasta que la lleno. Unos minutos después
Yi está mojada. Me limpia mi miembro seductora con la lengua. Luego se pone a cuatro patas. Moviendo su precioso culo. Tentándome.
–¡¡Aaaaaaahhh!! ¡Por fin!– gime cuando la penetro. De golpe.
Puedo notar que no lo quiere suave. Así que casi salgo y la penetro de golpe otra vez. Hasta el fondo. Aunque decido pararme a la quinta embestida. Me inclino hasta llegar a su oreja.
–Di que eres mía si quieres que continúe– le susurro, amenazándola.
–¡Aaah! ¡Soy tuya! ¡Más! ¡¡¡¡AAAAAAAAAaahhhhhHHh!!!!
La he vuelto a penetrar de golpe. Con mucho qi. Tanto en mi miembro como en mis manos. Una en un pezón. La otra en su clítoris. Un pequeño estallido de placer.
Uno de sus pechos lo agarro. El otro puedo notar como rebota. Sus brazos acaban doblados sobre la cama. Su cabeza sobre ellos. Ella inclinada. Su culo alzado. Oscilando frente a mí a cada embestida. Realmente provocador. Aunque no tanto como su apretada vagina. A la que penetro un par de veces más después correrme. De que ella llegue al clímax.
Salgo de ella. Cae sobre la cama. Se gira para mirarme. Mientras trata de recuperar el aliento. Aunque sonriendo. Las dos han sido muy apasionadas.
–Hoy has estado muy posesivo– me acusa.
–Bastante. Estaba celoso– se suma su hermana, acusándome.
¿Solo por un par de veces que he dicho que eran solo mías? Bueno, quizás un poco. Solo un poco.
–En realidad, eres tú el que eres nuestro– me saca la lengua ella.
–Todo nuestro– la vuelva a apoyar su hermana.
–¿Quién es el posesivo aquí?– me quejo.
Se ríen. Se acercan. Me besan. Bueno, supongo que puedo ser suyo un rato.
Después, todas las otras me han preguntado por las gemelas. Están un poco preocupadas. Temiendo que les pueda afectar. Bueno, no lo parece. Al menos, no mucho.
Aunque no por eso han sido menos apasionadas, sumisas o dominantes, cariñosas. Lo peor es que parece que están ilusionados porque les elija la ropa. Espero no decepcionarlas.
ความคิดเห็นย่อย
คุณลักษณะความคิดเห็นย่อหน้าอยู่ในขณะนี้บนเว็บ! เลื่อนเมาส์ไปที่ย่อหน้าใดก็ได้แล้วคลิกไอคอนเพื่อเพิ่มความคิดเห็นของคุณ
นอกจากนี้คุณสามารถปิด / เปิดได้ตลอดเวลาในการตั้งค่า
เข้าใจแล้ว