ดาวน์โหลดแอป
19.6% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 50: Emboscada en la mañana

บท 50: Emboscada en la mañana

Me despierto con una sensación extraña en la boca. Algo se mueve dentro.

–Dormilón– me reprocha Song, dejando de besarme.

Sin darme tiempo a reaccionar, noto que algo cubre mi miembro. Noto la humedad de unas paredes suaves pero apretadas que se restriegan a él. Las caderas de Song suben y bajan. Sus ojos verdes me miran. Sus pechos botan suavemente.

–Pervertida– la acuso.

Ella sonríe y vuelve a besarme. Intento mover mis manos para agarrar sus nalgas, pero no puedo. Estoy atado. Miro alrededor. Shi está un poco más allá. Liang a un lado, mirándonos. Nuestros ojos se encuentran.

–A mí no mires, no ha sido idea mía– se defiende. Sé que está aguantándose la risa.

–¿Y tampoco habrás colaborado?– la acuso.

Ella no responde y aparta la mirada. Shi se ríe. Cuando la miro acusadoramente, solo se ríe más. Una mano me acarician la cara y me obliga a girarme, a mirarla. Me besa. Le devuelvo el beso primero. Luego la muerdo, aunque con suavidad. Ella ríe mientras me cabalga.

Acelera. Su respiración también se acelera. Y la mía. Sus pechos se mueven con más fuerza, hipnóticos. Quiero cogerlos y estrujarlos. O chuparlos y morderlos. Pero no puedo. Cuando me pidieron la cuerda, no debí creerme su excusa.

Se corre. Cae sobre mí. Respirando para recuperarse. Así que, como pequeña venganza, muevo mis caderas.

–¡Aaah! ¡Malo!– protesta.

Me aseguro de inyectar más qi, para que sea intenso. Ella se agarra a mí. Aún no se había recuperado del primero cuando tiene el segundo. Toda ella tiembla. Quiero continuar, pero consigue levantarse. Me mira desafiante.

–Así que quieres contraatacar…– me susurra en tono amenazante.

Espera a recuperarse para volverme a introducirme dentro de ella. Es más brusca ahora. Más intensa. Se muerde el labio, lascivamente. Yo solo puedo controlar el qi que inyecto en ella. Que la va llevando al orgasmo de nuevo. No tardamos en corrernos los dos.

Luego descansa unos segundos sobre mí. Me besa con suavidad. Me sonríe.

–Me vengaré– la amenazo.

–Lo estaré esperando– se despide con un beso.

Liang la sustituye. Me besa dulcemente.

–De ti también. Y de Shi– las amenazo.

Las dos ríen. Me vuelve a besar. Su piel contra la mía. Noto sus pequeños pechos, sus erectos pezones en mi piel. Su mano acaricia mi miembro. 

Cuando está erecto, me mira con deseo. No puedo evitar sonreírle. Ella lo mete en su interior. Se mueve despacio, con suavidad. Nos besamos. Noto el roce de su piel. Por fuera y por dentro.

–Lo mimas demasiado. ¡Plash!– interviene Song, dándole una palmada a Liang en el trasero.

–¡Au! ¡No seas mala!– protesta Liang.

–Si me ayudas, nos podemos vengar de ella– le susurro al oído.

Ella me mira. Sonríe. Asiente. Tengo una aliada. Nos seguimos besando mientras se mueve. Sus gemidos son ahogados por los besos. Sus orgasmos se alargan. Son menos bruscos.

–Aún no han acabado contigo– me dice entre culpable y divertida. Suspiro. Ella se ríe. Me besa y se aparta.

No tarda en llegar Shi. Me lame alrededor de los pezones. En el cuello. En mi oreja. Juega con los besos. Apartándose en el último momento. Apretando poco después.

–Te estás divirtiendo– la acuso.

–Mucho.

Me besa de nuevo. Me introduce poco a poco en ella. Provocándome. Luego se mueve despacio. Luego rápido. Luego otra vez despacio. Sigue jugando conmigo. Tanteando mi cuerpo. Acariciándolo. A veces pellizcando. Sé que no solo juega. Que también busca mis puntos más sensibles. Con el tiempo, ha encontrado algunos. E incluso ha empezado a jugar con qi.

Aprovecha que me tiene atado para investigar mientras cabalga sobre mí. Dándome placer. Llevándome al límite. Sonríe satisfecha cuando me arranca un gemido. La miro desafiante. Ella ríe. Me besa con pasión.

Se mueve más y más rápido a medida que el placer aumenta. Hasta que se corre y cae sobre mí.

–Kong…– me susurra al oído.

La beso en la mejilla. Sin pensarlo. Por impulso. Ella se gira y me sonríe de nuevo. Adoro cuando sonríen. Nos besamos. Pero eso es toda la tregua. Pronto vuelve a la acción. Poco margen tengo para contraatacar, así que simplemente me rindo a ella. A su rostro jadeando de placer. A su pelo negro que cae sobre mí. A sus preciosos ojos azules.

–Llama a las gemelas– me pide cuando acabamos.

Estoy atado. Es cierto que podría devolverlas y no hacerle caso. Pero hacer eso sería traicionar la confianza. Nuestro juego. Tengo que reconocer mi derrota. Suspiro y aparecen. Me miran al principio sorprendidas. Yi es la primera en reaccionar. Una malvada sonrisa aparece en su rostro.

–Eso sí que es un bonito regalo– dice, colocándose sobre mí.

Suspiro resignado. El resto ríen. Yi me monta con más brusquedad. Yu casi me pide perdón. No por eso desaprovecha la oportunidad. Ambas me tientan. Me besan. Juegan conmigo. Me provocan. Contemplo sus modestos pechos botar, moverse, tentadores, sensuales.

Aún se ríen un rato de mí antes de desatarme y que las mande de vuelta.

–Te dejo las cuerdas aquí– insinúa Shi, antes de volver.

—————

Veo que Wan ha vuelto a su habitación y está organizando las plantas. Quizás necesitará más muebles. Aunque, por ahora, tampoco tenemos mucho para elegir.

Llamo a mis tres esclavas. Hago que me ayuden a atar a Ning. Sus muñecas contra los tobillos. Sus piernas abiertas. Totalmente expuesta. Sin poder moverse. Le doy una palmada cuando acabamos. Está empezando a mojarse.

Rui parecía mirar a Ning con envidia. Así que la ato igual, con la ayuda reacia de Rong. Las dejo en la cama mientras ato las manos a la espalda de Rong. La tiro sobre la cama, bocabajo. Le hago abrir las piernas. Acaricio su clítoris y sus nalgas hasta que está mojada. Entonces, la penetro de golpe

Embisto desde atrás. Con brusquedad. Su boca contra las sábanas. La someto una vez más a mí. Reparando mi orgullo roto. Incluso la sacudo en las nalgas algunas veces, sin mucha fuerza.

No ofrece resistencia. Simplemente se deja follar. Resulta excitante tenerla a mi merced. Empujar hasta el fondo cada vez. Ir aumentando poco a poco su excitación. Llevarla al orgasmo y llenarla de mí. Sobre todo si recuerdo su mirada de desprecio cuando era yo el esclavo.

La dejo allí, en esa posición. Me acerco a Ning. Mete mi miembro en su boca en cuanto lo tiene enfrente. Cuando está erecto de nuevo, lo saco y la penetro. Empujo con fuerza. Le hago sentir placer en la primera embestida. 

–Primero vamos a subir de etapa. Concéntrate en tus meridianos.

Me obedece. Ya tiene práctica. Y sabe que hasta que no acabemos no hay sexo. Cuando lo conseguimos, está en la etapa siete. Luego la llevo casi al orgasmo en la segunda embestida. En la tercera. Su cuerpo se arquea cada vez.

–Aaaah. No. Amo. Sigue– suplica cuando salgo de ella.

La dejo al borde del orgasmo y me acerco a Rui, arrastrando a Ning a su lado. Penetro a Rui, que está completamente mojada. Atada. Sus piernas abiertas. Casi se corre.

–Aaaaa… Aaaamo…– gime con pasión.

Embisto un par de veces más, sin dejarla llegar al orgasmo. Luego, cambio de nuevo a Ning. Voy alternando. Tentándolas. Provocándolas. Estrujando sus pechos. Sin dejarles llegar al orgasmo. Atadas. A mi merced.

Finalmente, le doy la vuelta a Ning. Las piernas totalmente abiertas y atadas. La penetro por detrás, empujándola contra la cama. Llevándola a un fuerte orgasmo que la deja casi sin respiración.

Hago lo mismo con Rui. Me miraba con deseo tras haber visto a Ning ser follada. Luego inserto un consolador en cada una.

–Desataros vosotras mismas. No rompáis las cuerdas– les advierto, antes de devolverlas. Me pregunto si serán capaz. O si tendré que ayudarlas.

Cojo a Rong del pelo para alzarle la cabeza.

–Acaba el trabajo y trágatelo.

Ella obedece. Introduce mi miembro en su boca y empieza con una felación. Cada vez lo hace mejor. Cuando me corro en ella, la desato. Tiene trabajo que hacer. Aún quedan pieles y animales que tratar. Aunque antes la cojo por detrás, estrujando sus pechos unos segundos. Ella solo se deja hacer, sumisa. Aunque no colabora.

—————

Estamos todos sentados, incluida Wan, un poco alejada de mí. Aún tiene miedo a Rayitas, que está bocarriba en mi regazo, exigiendo mimos.

–Buscábamos el Jardín. Es un lugar donde crecen muchas plantas medicinales. Cada vez que se abre la zona, envían a gente para encontrarlo. Aunque no siempre se consigue. Yo soy una de ellas. Me tenían que ayudar, pero creo que solo lo hacían ver– explica Bai Wan, refiriéndose a los muertos.

–¿Y dónde está? ¿Cómo se supone que hay que encontrarlo?– pregunta Liang con curiosidad.

–Estamos aquí– explica, señalando un punto en el mapa –. Y hay que ir a este bosque. Está en algún lugar en su interior, pero no hay más información. La entrada se mueve cada vez.

–¿Y cómo es esa entrada?– pregunta Liang una vez más.

–Es un árbol bastante grande, con las hojas azules y tronco amarillo. Hay varios en el bosque. Cada vez uno diferente tiene la entrada. Ese tendrá un brillo metálico en las hojas.

Nos miramos sorprendidos.

–¿Pa… Pasa algo?– pregunta Wan, extrañada y algo intimidada por nuestra reacción. En serio, es demasiado asustadiza.

–¡Lo hemos visto!– revela Yi –. Cuando veníamos por el bosque, vimos ese árbol. ¡Las hojas brillaban como tú dices!

–¿¡De verdad!?– exclama ella, con los ojos muy abiertos, claramente excitada.

–¿Podemos ir?– pregunta Yu, casi en una súplica.

–Supongo que sí. Tenemos tiempo de sobra. Nos podemos quedar aquí una temporada– acepto. Ninguna parece oponerse a la idea.

–No podéis quedaros– interrumpe Wan, indecisa.

–¿Por qué?– le pregunto.

–Eh… Bueno… Yo…

¿Quizás no le tiene miedo a Rayitas sino a mí? Supongo que tampoco puede extrañarme. A saber que le han contado las gemelas. Tendré que hablar con ellas.

–Wan'er, dinos que pasa. Nadie te va a hacer nada– interviene Yu, conciliadora.

–Bueno… Después de que volvemos, lo abren durante un año para estudiantes de reinos superiores. Se dice que son mucho más crueles. Que se matan entre ellos para conseguir tesoros ocultos que nosotros no podemos obtener. Se atacan unos a otros. Muchos llevan mecanismos de detección. Sería muy difícil esconderse de ellos.

Todos fruncimos el ceño. Yi y Yu tranquilizan a Wan, diciéndole que no es culpa suya. De hecho, tenemos suerte de que nos lo haya contado. Si no estuvieran los hechizos rotos, podríamos escondernos en aquella cueva. Pero parece que no tenemos más remedio que volver.

–¿Cuánto tiempo tenemos?– pregunta Shi.

–Quince días. Estamos a tres o cuatro días del campamento base, así que nos quedan once.

–Bien, entonces podemos intentar ir al árbol, tenemos tiempo de sobras. ¿Os parece bien?– preguntó Shi.

Todos asentimos, aunque hay otro problema que tratar. Y Liang en la primera en mencionarlo

–El problema es cómo volver. ¿Cómo podemos convencerles de que un esclavo en la etapa uno ha conseguido escapar y volver con vida?

–Podemos darles el anillo. Puedes decir que lo encontraste con los restos de algún estudiante. Eso explicaría cómo has conseguido comida y ropas. Aunque no cómo has conseguido cruzar las zonas de peligro y escapar de las bestias– sugiere Song.

Todos nos quedamos en silencio. No es fácil encontrar una buena excusa que sea suficientemente creíble. Que no me interroguen cuando volvamos a la secta, donde no puedo mentir.

Mientras, veo que Rui está logrando escapar. Aunque lo hace sin quitarse el consolador, que sería lo más fácil. ¿Quizás lo disfruta? ¿O lo considera una orden?.

Ning ni siquiera lo está intentando. Parece disfrutarlo. Ya se cansará. Así no puede masturbarse bien.

–Qui… Quizás hay una forma, aunque es muy desagradable– interviene Wan, de nuevo indecisa.

Todos la miramos, lo que no hace sino asustarla un poco más. Sus primas la animan.

–Di lo que piensas, no pasa nada– le dice Yi.

–Bueno, se dice que… Bueno, primero hay que encontrar una bestia de nivel alto. Bueno, no exactamente una bestia…

Le cuesta un rato explicarse. Sin embargo, la solución es buena, realmente buena. Es algo que muy pocos estudiantes harían, aunque lo sepan. Puede que sea desagradable. Pero no soy un estudiante, sino esclavo. Estoy acostumbrado a cosas peores.

Finalmente, con los planes decididos, salimos de la cueva. Shi me acompaña. El resto se quedan en la Residencia.

Tardamos varios días en llegar aquí desde que vimos el árbol. Aunque no fuimos directos. Estábamos buscando pistas de nuestros objetivos. Deberíamos llegar en dos días, tres como mucho. Otros tanto de vuelta, y tres o cuatro para volver al campamento. Nos sobran cinco días o más. No deberíamos tener problema.

Agarro a Shi de la cintura. Ella me mira. Me sonríe. Nos besamos.

–Me las pagaréis– le recuerdo.

Ella ríe. Es nuestro último momento de relax antes de empezar la marcha. A partir de ahora, debemos estar atentos. Es peligroso.


next chapter

บท 51: Jardín

Conocemos la zona, ya hemos pasado por ella. Y no hay mucho peligro para nosotros. A pesar de ello, nos han atacado algunas bestias. Normalmente nos deshacemos de ellas entre quien me acompaña y yo. Pero ahora son cuatro, equivalentes a etapas seis y siete. Así que, junto con Yi, me traigo a Yu y Song, uno para cada una.

Quizás Song no puede moverse muy ágilmente, pero no le hace falta. Además de que necesita sentirse útil. La bestia se abalanza sobre ella. Es una ave terrestre, de dos metros de altura y cuello largo. Y tiene dientes, algo de lo que aves sin qi carecen. Antes de que llegue, Song planta la lanza en el suelo. El ave se empala en ella. Es una técnica básica de lanza.

Yi y Yu las esquivan y se intercambian. Las bestias siguen queriendo atacar a su objetivo original. Se obstaculizan entre ellas. Y son atacadas por sorpresa por la otra gemela. Sus cuellos pronto son atravesados.

La mía muerde el bastón. Lo giro. No lo suelta. Su cuello gira con el bastón. Una y otra vez. Hasta que se acaba rompiendo. Una forma un tanto estúpida de morir. Mejor, así sus plumas no se dañan. Al parecer, tienen algo de valor. Rong tendrá que sacarlas con cuidado.

Song aprovecha para besarme. Yu se queja de que aún no le toca. Las envío a las dos de vuelta, no sin antes manosearlas. Aunque no tardo mucho más en volverlas a llamar. A todas. Hemos encontrado el árbol.

–¡De verdad lo habéis encontrado! ¡Y no hay nadie dentro!– exclama Bai Wan, emocionada.

Saca un pergamino, en el que hay grabado un círculo mágico. Lo pone sobre el árbol y aplica qi en varios puntos, en una complicada secuencia. Empezó a explicarla el otro día, pero era demasiado larga. Mejor que lo haga ella

Parece que me ha perdido un poco el miedo. Estos días la he ido llamando cuando encontrábamos plantas u hongos. Algunos eran valiosos. Las gemelas lo sugirieron. A veces caminaba con nosotros, aunque la enviábamos de vuelta si había peligro. O si había que caminar más rápido. Yu dice que su prima está muy agradecida por dejarle coger plantas. Al parecer, Jia Xu y Bai Xuan no le dejaban. Me cuesta de entender.

Al cabo de un rato, el círculo empieza a iluminarse. De pronto, el papel se quema. El círculo se agranda y se deforma.

–Es la puerta– explica Wan.

Por lo que parece, solo puede haber una puerta. Y solo puede entrar uno. El resto deben esperar. Bien, nosotros vamos a intentar hacer trampas. Si la restricción es solo en la entrada, no debería haber problemas.

Las llamo de vuelta y miro el portal. Ahora que tengo que entrar, me asaltan las dudas. ¿De verdad puedo pasar por allí? Respiro hondo. Acerco primero la mano. De repente, noto como un poder me succiona al interior del árbol. No me da tiempo ni de gritar. En un instante, todo está negro. Al instante después, vuelvo a estar ante el árbol.

El portal sigue ahí, pero algo ha cambiado. Me giró para encontrarme con una pradera. Es hermosa. Multitud de flores la cubren. Me quedo un rato sin habla. Llamo a Rong, que ve la imagen sorprendida. Parece que no hay problemas. La devuelvo. Parece confusa. Llamo a las demás.

–¡Guau! ¡Es precioso!– exclama Liang.

–Increíble…– añade Song.

Shi se apoya sobre mi hombro, mirando al frente. Yi y Yu se miran y señalan alrededor.

–De verdad podemos entrar todos… Es increíble. ¡Oh! ¡Eso es un hibisco púrpura! ¡Increíble! ¡Mirad! ¡Hierba amatista de diez años! ¡Increíble! ¿¡Y eso de ahí…!?– Bai Wan no tarda en perderse entre las plantas.

–Mejor la dejamos, está en su mundo– ríe Yi.

–Siempre es igual con las plantas– suspira Yu.

Se quedan sentadas, maravilladas por el espectáculo, mientras su prima recoge plantas con sumo cuidado, dejándolas en un anillo de carga. Shi también se ha sentado, pero Song ha ido a dar una vuelta con Liang, rodeando el árbol. Yo lo rodeo por el otro lado. Y cojo a Song por sorpresa. Mi mano en su boca para que no pueda gritar.

–Mmmm, mmmmm ¡MmMMMMmm!– Protesta.

Con la ayuda de Liang, le atamos las manos.

–Te dije que me vengaría– le susurró al oído, mordiéndole la oreja con suavidad. Mira a Liang, que se ríe.

–No debiste pegarme. Le prometí entonces a Kong que lo ayudaría.

–Si prometes no gritar, no te amordazaré.

Ella asiente, así que le quito la mano de la boca.

–Liang, traidora, me las pagarás– amenaza –. Kong, malo, ¡Mmmmmh!

Esta se ríe ante el gemido de su amiga. Le acabo de morder su pecho, mientras mi lengua ataca su pezón. La otra mano estruja su otro esponjoso pecho. Esta tumbada bocarriba en la cama que he invocado.

–Kong, malo– se vuelve a quejar, pero en su voz hay más pasión que queja.

Jugueteo con sus pechos. Con sus piernas, con su entrepierna. Con sus orejas, su lengua, su nariz pecosa. Acaricio su estómago. Liang me ayuda, centrándose en sus pechos. A veces la muerde.

–Kong… ¡Aaaahh! No me hagas esperar más… ¡Aaaaah!– suplica, abriendo las piernas.

–Es una pervertida– ríe Liang –. ¡Aaaaaah! ¡Kong!

Liang también está mojada. Le he introducido un dedo en su interior. Penetro entonces a Song. Liang tiene la cabeza sobre el pecho de esta. Su culo hacía mí. Muevo mis dedos dentro de ella, mientras embisto a Song.

–¡Sí! ¡Así! ¡Aaaaah!– gime Song, con pasión, con lujuria.

–¡Aaah! ¡Kong! ¡Se supone que debíamos castigar a Song!– protesta Liang, aunque el deseo en su voz desmiente sus palabras.

Sigo embistiendo a Song. Jugando con Liang. Esta tampoco deja de atacar a Song. Mi otra mano estruja el pecho libre de la pelirroja pecosa.

–¡Malos! ¡Traidores!– se queja en un susurro, gimiendo –. ¡Aaaah! ¡No paréis! ¡¡HHHAAAAaaAAAhh!!

Parece que está disfrutando de mi venganza. Bueno, es justo. Yo disfruté de su encerrona. Suelto su pecho para verlo temblar cuando tiene su primer orgasmo. Me acerco para besarla. Liang ha dejado de molestarla. Está estirada bocabajo sobre la cama. Abrumada por el placer.

–MMmmm. Kong… Por favor…– suplica.

Muevo mis dedos con más rapidez. Se deslizan con suavidad. Con otro, rozo su clítoris. Sigo hasta llevarla al orgasmo. Entonces, me vuelvo a centrar en Song. La agarro de sus dos abundantes pechos y vuelve a embestirla. Ella abre la boca. Gime, intentando no alzar la voz.

–Ah. Ah. Aaah. ¡Aah! Haaah. Ah. Ah. ¡Ah! Aah. Ah. Ah

Me mira con su brillantes ojos verdes. Acaricio sus mejillas pecosas. La beso. Busco su lengua. No la suelto ni cuando se estremece. La miro y vuelvo a embestir. Rítmicamente. Ella se muerde el labio. Empieza a moverse a mi compás.

Me mira con pasión. Supongo que igual que yo a ella. Nuestras bocas a apenas unos centímetros. Sentimos la respiración del otro. Sus gemidos. Aprieta los dientes para no alzar la voz cuando la lleno. Cuando sus paredes se estremecen, apretando mi miembro. Luego caigo sobre ella.

Cuando recuperamos el aliento, nos miramos y sonreímos cómplices. Agarro a Liang y la pongo sobre Song. A cuatro patas. Sus pechos sobre el rostro de su amiga.

–¡Espera…! ¡Se supone que éramos aliados contra Song…!– protesta.

–Y lo éramos. Pero ya ha sido castigada. Y tú todavía no.

–Kong, ¡traidor! ¡Aaaaaah!

La penetro por atrás. Song está aún atada, pero su boca llega hasta los pequeños pechos de Liang. Chupa y succiona sus pezones.

–¡Song! ¡Rencorosa! ¡Kong! ¡Traidor!

–¿Quieres que paremos?– la provoca Song.

–¡Ni se os ocurra!

Song y yo reímos. Mis manos juegan con sus nalgas, sus piernas y su espalda. Acariciando. Estrujando. A veces acaricio su sedoso pelo negro. Mi miembro juega con su interior. Embistiendo. Moviéndose en pequeños círculos. Inyecto qi en ella. Le queda poco para llegar a la etapa dos. Quizás en una semana. Por ahora, expando su contenedor y la llevo a un segundo orgasmo.

Ella se desploma. Song se burla. Yo le doy un momento de respiración antes de continuar.

–Sí, castígame. Fui mala. ¡Aaaaah! ¡Lléname! ¡Aaaah!

–¿Y quien es ahora la pervertida?– la provoca Song.

–¡Aaaah! Las dos. ¡Aaaah!

–Yo no… ¡Aaaaah!– intenta negar Song, pero mi mano llega a su entrepierna.

Las llevo a las dos a la vez al orgasmo. Llenado a Liang. Ambas tiemblan. Una encima de la otra.

–Ahhh. Cuando se emociona, Kong es muy malvado– me recrimina Song.

–Sí. Aaah. Tendremos que provocarle más a menudo– ríe Liang, casi sin fuerzas.

–Sin duda– ríe también Song.

–Y yo soy el malo…– me quejo.

Ellas ríen. Cuando se recuperan y se incorporan, hay un brillo travieso en sus ojos.

–Aún no has castigado a Shi– me sugieren.

—————

Nos acercamos sigilosos. Las gemelas están ayudando a su prima. Liang llega al lado de Shi.

–¿Dónde estabais?– pregunta suspicaz.

Supongo que en parte lo imagina. Pero solo en parte. La ataco por detrás, silenciándola con la mano.

–Más te vale ser obediente– la amenazo, con una mano a punto de hacerle cosquillas.

Ella primero se sorprende. Luego asiente. La atamos de pies y manos. Me la llevo en brazos a la parte de atrás. La dejo sobre la cama.

–Así que al final has decidido castigarnos. Has tardado mucho– me dice sugerente.

–Sé una buena víctima o sufrirás– la vuelvo a amenazar con cosquillas.

Ella sonríe. Luego intenta poner cara de aterrada.

–No es muy buena actriz– critica Song.

–Le falta práctica– confirma Liang.

–Vosotras, traidoras, mejor callad– les recrimina ella, aunque su tono es de broma.

–Oh, parece que quiere pelea– amenaza Song.

Yo estoy a su espalda. De lado, como ella. Acaricio su pecho. Mi boca juguetea con sus lóbulos.

–Ahora eres mía. Quiero oírtelo decir– le exijo.

–¡Jamás!– se resiste, siguiendo el juego.

Mi miembro se restriega en su entrada, que empieza a humedecerse. Liang acaricia sus piernas. Song sus pechos.

–Di que eres mía o no continuo– la amenazo.

–¡Eso es trampa!– protesta.

–Es tu castigo, no tienes derecho a protestar– ríe Song.

–Ríndete– le sugiere Liang.

Ella infla sus mejillas. Luego me mira. Sonríe.

–Soy toda tuya.

Su voz es sincera. Sugerente. Pidiéndome un beso. Me acerco y se lo doy. Cuando nuestros labios se separan me mira suplicando. Entonces la penetro. Ella gime. Pero no deja de mirarme. De sonreírme.

–Hazme lo que quieras– susurra.

–Es una pervertida…– la critica Song, queriendo parecer escandalizada.

–¿Cómo puede ser así?– intenta parecer Liang sorprendida.

Luego las tres ríen, aunque Shi no por mucho. No tarda en empezar a gemir.

–Ah, Kong, te estás portando mal. ¡Aaaah! ¡No pares! ¡Aaaaaah!

Mis labios no dejan de jugar con su cuello y oreja. Los suyos lamen mis dedos cuando los acerco a su boca. Ella intenta moverse conmigo, aunque no le es fácil.

–Hoy eres mía. Déjame a mí.

Se detiene. Se rinde a mí. Deja que la embista. Que la domine. Que la lleve al orgasmo una y otra vez. Disfrutando. Dejándome disfrutar de ella. Hasta que la lleno de mí. Nos recuperamos yo abrazado a ella. Ella atada.

–¿Pensáis desatarme?– se queja al cabo de un rato.

–¿No?– sugiere Song.

–La podemos dejar así unos días– añade Liang.

–La verdad es que está muy sexy– la alabo.

–Malos…– se queja. Luego sonríe –Aunque quizás no esté tan mal. Así soy la más sensual.

–Desatémosla– se acerca Song.

–Cuanto antes mejor– coincide Liang.

Las tres ríen mientras la desatan. Luego sonríen traviesas.

–Aún quedan dos por castigar– amenaza Shi.

Al cabo de un rato, las gemelas están atadas. La una junto a la otra. Siendo molestadas por las tres. Yo introduzco mis dedos en las dos a la vez. Una mano en cada una. Llevándolas cerca del orgasmo.

–¿Reconocéis que habéis sido malas y merecéis un castigo?– les vuelvo a preguntar.

–¡¡Aaaah!! ¡Malditas traidoras!– protesta Yi.

–¡Aaah! He sido mala. ¡Castígame!– pide Yu.

En ese momento la penetro.

–¡Eh, no es justo! ¡Yo también he sido mala!– protesta entonces Yi.

–Espera tu turno– ríe Shi.

Las tres se van a molestar a Yi mientras me follo a Yu. Su pelo rubio sobre la cama. Sus ojos verdes mirándome apasionados. Sin ninguna resistencia. Sus manos atadas tras su pequeños cuerpo. Sus piernas abiertas. Yo entre ellas.

Me gusta cuanto la penetro con rapidez y sus pequeños pechos vibran. O cuando lo hago en embestidas profundas, con tiempo entre ellas. Entonces, sus pechos parecen saltar. Su lunar bajo el pecho izquierdo resulta hipnótico.

Decido embestirla sin parar hasta que llega al clímax. Entonces paro y me acerco para besarla. Ella me recibe con pasión. Lo hago ahora despacio. Acariciándola. Llevándola poco a poco de nuevo al límite. Sin dejar de besarla

–Como antes. A empujones– me pide dulcemente cuando recupera el aliento.

No puedo negarme. Empujo hasta el fondo. Luego salgo de ella despacio. Vuelvo a empujar de golpe. Ella se arquea a cada embestida. La espera con deseo antes de que se produzca. Alguna vez la hago esperar. Ella me mira expectante.

–¡Aaah! ¡Asssí!

No se da cuenta, pero ha llegado su prima. Supongo que nos buscaba por alguna razón. Se queda un rato mirándonos. Escondida. Luego se va. Corriendo. Completamente roja.

–Wan nos estaba mirando hace un momento. Ya se ha ido– les susurro.

–¡Aaah! Tampoco es que no lo sepa. Casi mejor así. ¡¡Aaaaaaah!!– le quita importancia Yu.

–Malditas. Dejad de pellizcar mis pezones. ¡Aaaah! No pasa nada, ya se acostumbrará. ¡Liang!– se queja Yi.

No tardo en llevar a Yu al orgasmo. Luego voy por Yi. Ella tiene el lunar bajo el pecho derecho. Son como un espejo de la otra. Las otras deciden molestar a Yu.

–¿No vais a desatarme?– se queja.

–¿Para qué? Estás muy mona así– se burla Song.

–Mira Shi, estos pechos son igual que los de Yi– añade Liang.

–Idénticos. Mismo tamaño. Misma textura. Mira, igual de duros– juguetea Shi con ellos.

–Ah. Malditas traidoras. ¡Parad!– protesta Yu.

Mientras, yo estoy dentro de Yi.

–Has tardado mucho– se queja.

–¿Quieres que vuelva a tardar?– le sugiero en el oído.

–No hay ninguna prisa– sonríe con lujuria.

Así que embisto. Levantando sus piernas. Apoyándolas contra mis hombros. Llevándolas contra ella cuando me acerco a besarla. Sus manos atadas a la espalda. Ella rendida a mí. Dejándome hacer. Como yo la dejé unos días atrás.

Le beso los tobillos. Las piernas. Mis manos la acarician. A veces llegan hasta sus modestos pero jugosos pechos. Ella gime, totalmente entregada al placer. Sus ojos verdes no dejan de mirarme, excepto cuando no puede mantenerlos abiertos.

Cuando la lleno de mí, sigue mirándome. Respirando pesadamente. Me acerco para besarla. Ella me recibe con la boca abierta. Luego aún tardaremos un rato en soltarlas.


Load failed, please RETRY

สถานะพลังงานรายสัปดาห์

ป้ายปลดล็อกตอน

สารบัญ

ตัวเลือกแสดง

พื้นหลัง

แบบอักษร

ขนาด

ความคิดเห็นต่อตอน

เขียนรีวิว สถานะการอ่าน: C50
ไม่สามารถโพสต์ได้ กรุณาลองใหม่อีกครั้ง
  • คุณภาพงานเขียน
  • ความเสถียรของการอัปเดต
  • การดำเนินเรื่อง
  • กาสร้างตัวละคร
  • พื้นหลังโลก

คะแนนรวม 0.0

รีวิวโพสต์สําเร็จ! อ่านรีวิวเพิ่มเติม
โหวตด้วย Power Stone
Rank 200+ การจัดอันดับพลัง
Stone 43 หินพลัง
รายงานเนื้อหาที่ไม่เหมาะสม
เคล็ดลับข้อผิดพลาด

รายงานการล่วงละเมิด

ความคิดเห็นย่อหน้า

เข้า สู่ ระบบ

tip ความคิดเห็นย่อย

คุณลักษณะความคิดเห็นย่อหน้าอยู่ในขณะนี้บนเว็บ! เลื่อนเมาส์ไปที่ย่อหน้าใดก็ได้แล้วคลิกไอคอนเพื่อเพิ่มความคิดเห็นของคุณ

นอกจากนี้คุณสามารถปิด / เปิดได้ตลอดเวลาในการตั้งค่า

เข้าใจแล้ว