Elle siguió caminando hacia adelante después de esa breve pausa, mientras Caelian la había dejado seguir sola con su abrigo.
—Y en el instante en que estuvo al alcance de Sebastián, él la tomó y la atrajo hacia él, antes de arrebatarle el abrigo de Caelian.
—¿Has vuelto? —Elle hizo un comentario mientras lo miraba, ignorando la pesada atmósfera a su alrededor y la mirada hostil y de advertencia que estaba lanzando a Caelian.
—Buenas noches, Su Alteza —Caelian saludó. Pero Sebastián lo ignoró, haciendo que Elle se quedara sin palabras. Señor... estaba de muy mal humor...
Elle miró hacia atrás, planeando darle a Caelian una mirada de disculpa, pero para su sorpresa, el hombre parecía completamente imperturbable e impasible frente a la presión que Sebastián estaba ejerciendo. Caelian simplemente estaba allí como si no hubiera notado nada.
—Entra, hace frío —La voz gruñona de Sebastián resonó.
—Está bien, entonces entremos...