Me había tomado la pequeña libertad de entrar a la ducha antes de que partiéramos dejando Samimville detrás, esa ducha trajo a mi mente los quince años que recuerdo de haber estado viviendo en Nixville, a decir verdad, era una ciudad monótona, los mismo de siempre todos los días; mamá iba a trabajar mientras papá tal vez encontraba algo que hacer dentro de casa, y esa fue una de las razones por las que nos vamos de Nixville. Después del divorcio ya no queda nada más que irse de la ciudad. No es porque no tenemos casa, la casa es nuestra, papá se mudó dentro de la ciudad, pero la idea de topárselo cualquier día de la semana no le era agradable a mamá.
Me era muy fácil dejar esta ciudad sabiendo que a nosotros llegarían cosas mejores tras el divorcio de mis padres y no lo digo a mi favor. Jessie, mi hermana; por su parte estaba devastada, se le veía hasta en la forma de caminar, emanaba congoja hasta por los codos. Había tantas cosas que ella echaría de menos al dejar esta ciudad, sus amigos, el vecindario que nunca fue amigable, los maestros de la secundaria, y supongo que solamente eso.
Por mí parte, solo echaría de menos a Sophy. Es casi vergüenza decir que a mi edad no tenga novia como todos mis compañeros de clase. Todas las chicas me rechazaban, y puedo asegurarlo ya que a cada chica que le declaraba mi amor prefería decir que me prefería tener como amigo, bueno, ese método de rechazo por parte de la fémina hacia el macho introvertido era muy común a la edad de esa especie. Pero no era tan importante el rechazo, era más importante estar solo a mi edad.
A Sophy la conocí por internet, era más fácil poder ligar con una chica que no podía verte a que viera como te hacías un manojo de movimientos telúricos, creí que ella vivía en otra ciudad y que sería complicado tener una relación a larga distancia, pero lo único que nos separaba era la escuela, ella estudiaba en una institución diferente. Salí de esa ducha y comencé a guardar las últimas cosas en las maletas.
—¿Qué haces?—dijo Jessie entrando a mi habitación.
—¿Qué pasa? —dije extrañado al ver en su rostro feliz las facciones de una tristeza.
—No quiero irme —dijo abrazándome.
—¡Oh! Jessie, estaremos mejor allá, y además será un buen comienzo para los tres, y más que nada por nuestra situación económica ¿acaso no quieres lucir vestidos bonitos, collares y joyas? —le dije en manera de consuelo.
—No es eso. Si, sé que estando allá tendremos un cambio radical, pero, a lo que me refiero es que hemos vivido muchas cosas aquí —dijo Jessie mientras señalaba en lugar completo.
—Y muchas cosas malas también —dije alzando una ceja tratando de recalcar— ¿Acaso no recuerdas cuando encontramos a papá con su amante en el sofá y tuvimos que guardar el secreto por dos meses hasta que mamá se diera cuenta por ella misma? —dije alterado, Jessie no dijo nada y se le escurrieron las lágrimas y me abrazo muy fuerte. —Perdón —traté de remendar lo dicho, pero era tarde—. No fue mi intención —no era mi intención, pero no es mi culpa ser una persona irascible—. Bueno ya, el camión de la mudanza no tarda en llegar —dije secando sus lágrimas, ella salió haciéndose una coleta.
De pronto mi celular sonó, era Sophy.
—Así que te iras —dijo con un tono de voz muy arrogante.
—Sí, me iré, pero no es para que estés enojada —dije tratando de apaciguar su tono de voz.
—¡Oh! Luego hablamos —dijo eso ultimo y colgó la llamada antes de que yo pudiera decirle algo.
Supuse que estaba en problemas, algo me diría Sophy, salí de la habitación con mis maletas y vi a los hombres de la mudanza subir por las escaleras. Se llevarían todo, espero quepa en la nueva residencia, o que no sobre espacio; vi a mi madre salir de la cocina tan contenta.
—Andy quiero que te apresures, el taxi no tarda en llegar y el vuelo saldrá pronto —dijo mi madre mientras salía de la casa.
—Sí —contesté, al parecer mi madre no me había escuchado con lo atareada que estaba. En efecto, cuestión de minutos llegó el taxi y nos llevó al aeropuerto. Era real, todo eso estaba pasando demasiado rápido para la decisión que habíamos tomado.
—¡Pasajeros del vuelo 5 rumbo a Samimville favor de pasar la puerta 13 para poder abordar su vuelo! —se escuchó al fondo dentro del aeropuerto Los tres fuimos a la puerta que se había mencionado, nos revisaron en un detector de metales.
El vuelo tardo en despegar, querían que estuviera todo en orden pues era el primer vuelo de la mañana. Mire por la ventanilla, vi a Isajad y Marie, a Isajad la conozco de toda mi infancia y Marie hace tres años que la conocí pero se ha hecho la mejor amiga de Isajad, abordarían el avión, sé que irían a Samimville pero habían dicho que llegarían a mitad de la semana. Saque los audífonos y los puse para disimular que escuchaba música.
—No está permitido usar los aparatos como lo son celulares, tabletas, computadoras y cosas así que puedan interferir con la señal del avión —dijo la azafata.
—No se preocupe señorita, no sirven —dije enseñándole la punta que no estaba conectada a ningún aparato, ésta solo se dio la vuelta y siguió pasándose por todo el avión.
El avión despegó y pronto ya estábamos en el cielo, era tan majestuoso ver el cielo, recuerdo cuando me mintieron que las nubes eran de algodón de azúcar. Pasaron algunas horas mientras estuvimos en el cielo, primera vez que tomo un vuelo, lo sé, no soy de las personas que está viajando cada dos o cuatro meses; no, no me gusta, yo tratando de ocultar que no tengo dinero, sabes, no sé, pero algo me dice que seré el hazmerreír del instituto, sí, ¿porque no? Es típico, llegas a una nueva escuela, ven tu ropa y ya saben que eres, trataré de ir bien arreglado. Qué más da, pronto el avión aterrizó y bajamos, otro detector de metal, mi madre pidió otro taxi, jamás había visto como era Samimville, ir en el taxi era como dar un recorrido por toda la ciudad, los grandes edificios y las casas que parecían ser mansiones entre semejantes edificios, los grandes rascacielos y los parques que aún conservaban ese verde radiante tan natural. El taxi se detuvo en frente de un gran parque y frente a este había un gran hotel, bajamos del taxi y entramos al hotel, había un gran living, los muebles eran de tonos blancos y morado pastel, mi color favorito.
—Chicos, esperen aquí, hoy pasaremos la noche aquí, para mañana trasladarnos a la nueva residencia —dijo mi madre dando dos pasos atrás.
—¿Y por qué no vamos ahora? —dije retomando sus pasos.
—Porque aún no me han dado las llaves y necesito ir mañana a la oficina de mi nuevo jefe para recogerlas, y si estás pensando en porque no puedo ir ahora, pues porque hoy es domingo y no trabajamos los domingos —dijo mamá y es que sus excusas y pretextos eran tan buenas.
Fui a sentarme en un sofá con Jessie mientras mí madre pedía una habitación, al pedir la llave mi madre nos hizo una seña para que la alcanzáramos, subimos en el elevador; habitación b12. El lugar era muy espacioso, lo suficiente para nosotros y pasar la noche.
—Bien, no van a sacar absolutamente nada, ¿por qué? Porqué mañana después de que ustedes se vallan a la escuela, los de mudanza vendrán por las maletas y yo mientras estaré arreglando la nueva residencia —dijo mamá después de observar las maletas a un lado del sofá más cercano a la puerta.
—Está bien, pero no la vamos a pasar aquí todo el día sin nada que hacer —dijo Jessie dejándose caer en el sofá.
—Obvio no, mis queridos hijos —dijo mí madre con un acento reinante y burlón.
—¿A dónde iremos? mí querida Anne —dije con el mismo tono mientras limpiaba mis uñas en la camiseta y la tomaba del brazo.
—¡Ay! ¿Hijos que haría sin ustedes? —dijo mientras me abrazaba—. Pues he estado ahorrando precisamente para que nos fuéramos de vacaciones fuera de la ciudad y pues prácticamente el transporte ha sido gratis e iremos a divertirnos ahora ¿qué les parece? —dijo mí madre extendiendo los brazos y poniendo una gran sonrisa.
—¿Pues qué esperamos?, ¡vamos ya! —dijo Jessie saltando como loca.
Mi madre tomó su bolso y salimos, bajamos por el ascensor, al pasar por el living, vi a Michael en la recepción, supongo que después de reprobar algunas materias logro pasar el examen de admisión en la preparatoria Samimville, o simplemente viene a vivirse la vida de haragán.
El notó mí presencia y dibujo una sonrisa en su cara, pero yo continúe caminado con mí cara de amargado; salimos del hotel hasta la acera y mi madre se detuvo a esperar un taxi.
—¿Por qué actúas como si Samimville fuera tu primer hogar? —Le preguntó Jessie a mí madre.
—Yo viví cinco años de mi infancia aquí en Samimville —dijo mí madre deteniendo un taxi.
—Esa parte de la vida de mi mamá la desconocía por completo —dijo Jessie susurrando.
Los tres abordamos el taxi y mi madre le pidió que nos dejara en el centro comercial más cercano al hotel, justo se detuvo a cuatro cuadras, las cuadras en Samimville suelen ser muy largas. La verdad no tengo muy definido mí gusto por la ropa, puedo usar la que sea y por mucho tiempo, mayormente uso camisetas de mangas largas y janes de colores, más el azul que el negro o al revés; y converse. ¿Por qué no? Y de color blanco. Mamá dijo que escogiéramos la ropa que quisiéramos, que luego iríamos a comer, Dios mío ¿De cuándo acá mí madre se volvió tan buena? Pasé por el pasillo de trajes, eso me hizo recordar a mi padre, me llene de rabia que quise destrozar aquel saco, pero luego mis lágrimas se derramaron, mi madre era mi héroe, mi súper héroe, pero no fue mí culpa dejarlo de querer él sólo se lo ganó.
—¿En qué lo puedo ayudar? —hablo una chica del departamento de ropa y rápido seque mis lágrimas y cambié la mirada hacia donde estaba la chica.
—No, sólo estoy viendo —suspiré —sólo estoy viendo los trajes.
—Estaré por los pasillos si necesita de mi ayuda —dijo la chica y dio la vuelta poniendo sus manos detrás de su cintura y se dirigió a los demás pasillos.
Estaba cerca de los sacos, sentí la mirada de alguien; trate de mirar disimuladamente, creí que sería la chica de nuevo, seguí caminando y lo topé.
—¡Mierda! —Susurré entre dientes al chocar con el cuerpo del desconocido.
—Disculpa —dijo con esa voz queda, la altura de su cuerpo, vestía ropa negra, claro era de suponerse, ¿acaso me está siguiendo los pasos?, ¡Basta Andy! no todo gira ante ti, pero topármelo dos veces seguidas no es una coincidencia.
—Michael ¿qué haces aquí? —dije dando dos pasos atrás para rechazar algún tipo de saludo o algo parecido.
—¿Qué pasa? ¿Por qué no me saludas? —dijo extendiendo sus brazos hacia mí.
—Michael no —dije mientras retrocedía una vez más para rechazarlo.
—Pero está bien, hasta luego —dijo para después darse la vuelta y se dispuso a caminar.
—Michael —dije tartamudeando pero esa palabra salió a la fuerza, me sentí obligado a saludarlo, era de muy mal gusto de mí parte, era la primera vez que cruzaba palabra con Michael, a pesar de que siempre ha sido un chico despreciable, en el concepto de que es insoportable y muy rebelde, no sabría decirlo con exactitud—. Michæl, espera —dije y este regresó de un sólo paso y demasiado cerca. Hice mi cabeza hacia atrás para evitar cualquier roce.
—¿Me has hablado? —dijo casi brotando sus ojos.
—Sí —dije rascando mí cabeza.
—¿Qué pasa? —dijo Michael mientras se bajaba de mí literalmente.
—Sería mejor sí me dejas de ver como si quisieras matarme —dije agachando la cara.
—¿Por qué lo dices? —dijo parpadeando y él agachó la mirada.
—No es nada, ¿qué haces aquí? ¿Acaso me sigues? —pregunté al instante al verlo de nuevo.
—Sí, digo, si estoy aquí es porque estudiaré en la misma institución que tu ¿Me dejas darte un abrazo? —Volvió a insistir con un saludo mientras extendía sus brazos hacia mí.
—¿No? —dije cruzando los míos y frunciendo el ceño.
—Andy, sé que no hemos sido de lo más cercano —dijo Michael mientras yo asentía con la cabeza—, y que no he sido un buen chico que digamos —prosiguió y cerré los ojos implorando un poco—, pero me he quedado sin amigos, literalmente, y pues a ti no te he hecho nada malo como para que me odies —concluyó con su excusa.
—¿Estás pidiendo que sea tu amigo? —dije levantando una ceja.
—Bueno, sí —sonrió y bajo la mirada rascando su cuello— ¿Me vas a dejar abrazarte? —preguntó Michael.
—¡No! —respondí negándome.
Después de varios intentos fallidos Michael consiguió lo que quería, al final me abrazó, ese abrazo se volvió eterno, me atosigaban sus respiraciones cerca de mi cuello, y la manera tan fuerte en que me tenía entre sus brazos me hacía sentir repugnancia de alguna u otra forma, la temperatura de ese afecto era bajo cero, quizás por el aire acondicionado que estaba casi ahogándonos allí dentro, pronto sentí las inmensas ganas de dejar de respirar su fragancia tan espesa y embriagante que podía percibir de tan sólo aspirarlo tan de cerca con mi delicada nariz, así de incomodo fue el abrazo como sus dedos acariciaban mí espalda por encima de mi chaqueta de algodón, después de unos segundos su cabeza estaba postrada en mi hombro derecho dejándome petrificado allí; de un modo en que solo yo sostenía el abrazo.
Las noches que me había desvelado hablando con Katheryn por teléfono y los pocos abrazos que ella me daba, hacían que mi nuevo "amigo" los remplazara en un dos por tres, necesitaba soltarme de aquel largo y atosigante pero al mismo tiempo cálido abrazo.
—Mañana no me despegaré de ti ni un segundo —dijo aún en mí hombro.
—Michael, éste abrazo pronto se volverá muy incómodo y raro ante los demás —dije bajando mis manos de su espalda hasta sus costillas para apartarlo de mí.
—Lo siento, hace mucho no sentía los cálidos abrazos de mi madre —dijo agachando la mirada mientras metía una mano en su bolsillo y tallaba su codo.
—¿Se ha muerto tu madre? —dije asustado pero al igual un poco extrañado por la forma en que él había dicho tal comentario.
—¡No!, ella no está aquí, no quiero hablar de eso, me tengo ir —dijo y después de haber dicho esto él simplemente se retiró y paso a un lado de mí dejándome intrigado por lo que había dicho, simplemente me había llamado la atención saber su historia, después de tanto tiempo decidió acercarse a mí, y lo más raro, para pedirme sólo un abrazo.
—¡Michæl espera! —grité pero él ya iba a varios metros lejos de mí. Traté de alcanzar sus pasos, pero él era demasiado rápido, muy rápido.
—¿Ya escogiste la ropa? —dijo Jessie atravesándose en mi camino.
—No —dije intentando ver hacia donde iba Michæl, Jessie capto que no le prestaba atención y miro hacia atrás.
—Pero deberías ayudarme a buscar algo para ponerme mañana —dijo Jessie y siguió hablando mientras buscaba algo que me quedara, por lo tanto yo seguía recordando el comentario de Michael, bueno mañana tendré el tiempo suficiente para preguntarle, pero eso sería muy entrometido.
—¡¿Andy!? —Jessie me chasqueó los dedos frente a la cara, me tiró del brazo y me llevó hasta la caja para pagar por las prendas, en poco tiempo ya estábamos de nuevo con mi madre, ella decidió que fuéramos a comer.
Durante todo el paseo me la pasé pensando en la madre de Michæl, pero de un instante a otro se borró de mí mente y comencé a preocuparme por el día siguiente, la escuela es nueva, al igual que sería la anterior, pero ahora no estarán todos mis amigos, pronto cayó la noche y regresamos al hotel en el living estaba Sophy.
—Sophy, ¿pero qué haces aquí? ¿¡Que?! —pregunté sorprendido. Habían dos cosas que me hicieron exaltarme y ponerme muy nervioso, Sophy estaba aquí, y la otra; ¿a qué vino?, o si Andy, tienes una novia ¿recuerdas? Traté de ser discreto y simular que no la había visto para así causar una sorpresa, ella seguía mirando hacia la chica que la atendía en la recepción, antes de que ella se diera cuenta yo ya la tenía entre mis brazos.
—¡Cariño! —le dije susurrándole al oído, en ese momento se me olvidó que tenía madre y hermana, y que estábamos en pleno living; en medio de gente desconocida que nos puede ver como algo raro pero al mismo tiempo común.
—¡Andy! —dijo ella y recogió mis manos entre las suyas y dejó caer su cabeza en mi pecho.
—¿Creí que estabas enojada, como para hablarme? —le di una vuelta para ponerla frente a mí.
—Pues tú lo acabas de decir, lo estaba; cosa que ya sucedió —dijo Sophy tocando mí nariz con uno de sus dedos y sonrió.
—Andy, estaremos en la habitación, por si se te antoja ir —dijo Jessie tomándome mientras mi madre se iba sin hablar y Jessie de lejos me hacía señas de que me estaba vigilando, a mí madre no le agrada la idea de estar de nuevo con Sophy, ella piensa que es como tropezar con la misma piedra o pasar por la misma acera donde te embarraste.
—¿Te quedarás aquí a estudiar o solo has venido a verme? —dije frunciendo el ceño.
—Vine a hacer ambas cosas —dijo ella, me dio un pequeño beso y recogió la llave de su habitación.
—Bueno, la razón de mi pregunta es que con quien estarás aquí —dije tomándola de la mano y con la otra tomé su equipaje para así subir por el ascensor.
—Bueno, no tengo familia aquí exactamente, excepto por algunos primos que están casados y pues mis padres me estarán mandando dinero constantemente —dijo ella poniendo una gran sonrisa para abrazarme.
—La escuela no fue una razón para venir a Samimville —dijo mientras acariciaba los bordes de las costuras que unían mi chaqueta.
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