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100% AMOR Y DESAMORES / Chapter 3: AMOR Y DESAMORES

บท 3: AMOR Y DESAMORES

CAP 3 :EL DÍA MÁS ESPERADO PARA ALGUNOS, SE ACERCA

Una ducha por la mañana nunca está de más. Ya pasó un mes, y estamos en el mes del amor: ¡febrero! Me siento un poco raro... Tal vez sea porque estamos en febrero, y bueno, ya saben lo que eso significa: chicas por todas partes, enamoradas, postradas ante mí. Jajaja. Claro que eso jamás pasará, pero soñar no cuesta nada, ¿verdad?

A lo más, Vaiolet me invitará a salir, como lo ha hecho todos los febreros de todos los años. Esa es una tradición que parece no cambiar.

Me detuve frente al espejo de cuerpo completo y me quedé mirándome un rato. Necesito un cambio de look. Ya llevo demasiado tiempo con este peinado, y quizás este mes sea la oportunidad perfecta para intentar algo nuevo.

Las cosas siguieron su curso habitual. Salidas con Mel y Merry, y tengo que decir que nuestra amistad ha crecido mucho. Sí, me siento muy agradecido de que mi círculo social esté expandiéndose. El mes pasado tuvimos que presentar un informe al consejo estudiantil sobre las actividades de nuestro club. Al final, le dimos una creación de Merry: un libro que ella había escrito.

Este mes, me toca a mí crear un libro, pero... eso lo dejaré para más adelante. Por ahora no tengo ni idea de cómo empezar.

Me estoy preparando para bajar al comedor. Mi hermana seguramente ya debe estar despierta, ocupada haciendo el desayuno. O tal vez no... ¿quién sabe? Quizás ella también esté lidiando con la fiebre de febrero.

Abrí la puerta de mi habitación, y una brisa refrescante me envolvió. Hoy no llegaré tarde, como me pasó el primer día. El aire tenía un aroma peculiar… ¿chocolate?

¿Chocolate?

Aún falta mucho para el 14 de febrero, entonces, ¿por qué ya huelo a chocolate? Además, el olor parece venir de la cocina.

Bajé las escaleras, y allí estaba mi hermana, despierta, con un delantal que tenía un corazón en el centro. Sostenía un cucharón en su mano derecha, levantándolo como si fuera su cetro de mando.

—Buenos días, hermano —dijo con una sonrisa, agitando ligeramente el cucharón en el aire.

—Buenos días, hermanita. Pero, ¿por qué estás preparando chocolate? Sabes que aún falta para el 14, ¿verdad? —me senté en la mesa, intrigado.

—Lo sé, hermano, pero el tiempo vuela. Así que tú también deberías preocuparte un poco. Tengo entendido que tienes amigas con las que hablas, ¿no? Ellas se sentirán muy agradecidas si también les das un chocolate. Además, cuando llegue el 14, te presentaré mi versión final. Estoy usando estos días para practicar.

Me quedé pensando un momento. Nunca se me ocurrió antes, pero si le doy chocolates a Mel y Merry… ¿cómo será esa experiencia?

Imagino sus ojos hermosos, brillando, y sus sonrisas mientras me dicen: "¡Gracias!"

Un verdadero placer para los oídos, especialmente cuando esas palabras provienen de dos chicas tan lindas, ¿no?

—No me digas, hermanita. ¿Ya tienes a alguien para esos deliciosos chocolates? ¿Acaso ese hombre se llama Ethan? —le pregunté con una sonrisa pícara.

Mi hermana no respondió de inmediato. En lugar de eso, volvió a concentrarse en su tarea. Poco después, regresó con dos platos. Uno contenía lo que parecía comida de ayer, y el otro, un chocolate con forma de corazón.

Se levantó para traer su propio plato, que consistía en waffles con frutas, miel y una taza de café.

¿Por qué tengo la sensación de que esto fue hecho a propósito?

Mi hermana comenzó a comer sus waffles, que se veían absolutamente deliciosos. Observé cómo disfrutaba cada bocado. Sabía que esta comida la habíamos tenido ayer, cuando nuestros padres pidieron comida a domicilio. Y sí, era exactamente esta.

No pude evitar babear mientras la veía comer esos waffles. Ella notó mi mirada y, con una sonrisa traviesa, levantó su tenedor.

—¿Quieres? —preguntó, acercándolo a mi boca.

Asentí en silencio, cerré los ojos y me estiré para masticar el bocado…

¡Qué raro! No sabía a nada. Abrí los ojos y el tenedor había desaparecido. Mi hermana se lo había metido a la boca con una expresión divertida.

—Bueno, hermana, si no querías dármelo, solo podrías haberme dicho —comenté con un toque de frustración juguetona.

Volví a concentrarme en mi propia comida, agarré la cuchara y empecé a comer.

¡Está rico! A pesar de que era recalentado y de ayer, el sabor se mantenía increíblemente bien. Definitivamente, aún conservaba todo su sabor.

Después de un rato acabe antes que mi hermana.

—Hermana, ¿puedo comer este chocolate? —le pregunté.

Mi hermana no dijo nada, pero su mirada se posó en el chocolate y luego en mí. Asintió en silencio.

Tomé el chocolate y lo llevé a mi boca. Al primer mordisco, empecé a toser y sentí ganas de vomitar. Era incomestible. Mi hermana se echó a reír con ganas.

—Gracias, hermano. Ahora sé que no debo poner tanto chocolate en la mezcla —dijo con una sonrisa.

Acaso no te das cuenta de que estuve a punto de morir por tu experimento, hermana. Planeaba decírselo, pero la tos no me dejaba hablar.

Era obvio que lo había hecho a propósito. Mi hermana llevaba tiempo preparando chocolate; no era posible que se hubiera pasado sin querer.

Se levantó de su sitio y se dirigió a la cocina, llevándose el plato y la taza. Luego, se fue a su cuarto, y después a la puerta de la casa, agitando el brazo mientras se despedía.

—Adiós, hermano. Nos vemos en la tarde.

Todo pasó tan rápido que sospecho que mi hermana lo hizo intencionalmente. Solo sé que estoy en un estado de afonía y desconcierto, incapaz de moverme, siguiendo su rastro únicamente con la vista.

Finalmente, me dirigí al baño para tratar de eliminar el mal sabor que tenía en la boca.

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Me dirigía hacia la preparatoria. La calle estaba un bullicio total con vendedores ambulantes: "¡Lleve chocolate!", "¡Chocolate en polvo!" y muchas cosas más, como rosas y regalos. Y eso que no es aún el 14 de febrero; cuando llegue ese día, el camino estará completamente abarrotado de parejas dándose besos por aquí y por allá.

Frente a la preparatoria Igolide III, mi popularidad cayó en picada a la segunda semana. Nadie hablaba del chico que había competido por segundos. Bueno, supongo que solo fue una fiebre pasajera. No es que me importe demasiado; lo mismo pasaba en la secundaria. Siempre sobresalía mucho, pero luego lo dejaba de lado y todo se apagaba.

Los estudiantes entraban en la escuela, o mejor dicho, las parejitas se aferraban de la mano, y otros se apoyaban en sus parejas. "Solo pasó un mes y ya están saliendo", pensé, y no es que sienta envidia.

En nuestra clase también se notó el fenómeno del emparejamiento. Había compañeros que estaban saliendo, pero el más destacado era, sin duda, Roir. Se rumoraba que se había unido al club de fútbol, lo cual se confirmó más tarde. Con su físico y nivel académico, tiene a muchas chicas detrás de él y está entre los mejores de toda la preparatoria.

Últimamente, circulaba el rumor de que Roir tenía una persona que le gustaba, aunque aún no se confirmaba.

Mientras caminaba por el pasadizo hacia el salón de clases, escuché un grito desgarrador: "¡Nooooooooo, Roirrrrrrr!". Me volví y vi a una chica arrodillada, sentada sobre sus piernas, llorando. Parece que la noticia de que Roir tenía un interés en alguien la impactó profundamente.

Finalmente, llegué frente a la puerta del aula 1B. Abrí las puertas y me preparé para entrar.

—Buenos días a todos —dije al entrar en el aula.

Nadie respondió de inmediato. Pensé que la clase estaba vacía, pero en realidad estaba llena. Solo levantaron la mirada y eso fue todo.

A lo lejos, estaba Mel, rodeada de un grupo de chicas que la admiraban. Algunas sonreían con entusiasmo genuino, mientras que otras forzaban una sonrisa. Su popularidad había crecido a pasos agigantados; se había convertido en el pilar de las chicas. No es de sorprender, dado que tiene una habilidad natural para llevarse bien con todos, además de ser muy amigable y elocuente.

Cuando Mel notó que yo estaba en la clase, levantó la mano y me dedicó una sonrisa cálida. Yo se la devolví, pero en un instante, las chicas que la rodeaban bloquearon nuestro contacto visual. Algunas me miraron con una expresión de desdén.

¿Qué les pasa a estas chicas?

Me dirigí a mi sitio y vi a Merry sentada, inmersa en un libro titulado "Cómo preparar el chocolate". No sabía que existía un libro así. Parece que también le ha entrado la fiebre de febrero.

—Buenos días, Merry —la saludé.

Se escuchó un pequeño grito.

—B-buenos días, Dylan —respondió Merry, tapando rápidamente el título del libro y guardándolo en su mochila.

—¿Merry, entendiste los problemas que dejó el profesor de matemáticas? —le pregunté. Mel me comentó que Merry había estado pidiendo ayuda sobre unos problemas de matemáticas que nos dejó para resolver. Para mí, tenían una dificultad decente, pero no eran complicados ni imposibles.

—No entendí los problemas, los dejé sin resolver. Estaba planeando preguntarle al profesor cuando nos toque la clase —admitió Merry.

—Si quieres, yo te puedo ayudar —dije con una sonrisa.

—¿En serio, pudiste comprenderlos? —preguntó Merry con una expresión de asombro. También noté que las miradas de mis compañeros se habían fijado en nosotros. Parecía que toda la conversación en la clase se había silenciado por un momento.

Esperen, ¿por qué le estoy creyendo a Mel que Merry está pidiendo ayuda? Levanté la mirada hacia el sitio de Mel, quien me estaba observando con una sonrisa maliciosa. Genial, parece que he caído en otra trampa.

—Bueno, lo entendí a mi modo, pero no puedo asegurar que esté bien resuelto —aclaré rápidamente.

—No pasa nada, por favor, ¿me puedes explicar los problemas? —dijo Merry, sin preocuparse por las miradas de nuestros compañeros. Realmente, con el descubrimiento de lo que pasó el mes anterior, he notado que Merry ha cambiado mucho al hablar con nosotros, nuestra confianza entre los tres crecio

Acercó su mesa y silla a mi lado, y de repente sentí un aroma de maquillaje y perfume. Estaba tan cerca que casi podía sentir su… ¿calor corporal? No estoy seguro, pero claramente sentía su proximidad.

Decidí apartar mi silla, alejándome de Merry a una distancia más prudente. Merry sacó de su mochila su cuaderno de matemáticas. Genial, ahora era el momento de explicar.

Comencé a explicar los problemas a Merry y Mel. Mientras lo hacía, algunos de mis compañeros, al escuchar que estaba explicando, se acercaron también. Sin embargo, Roir y algunos otros se mantuvieron alejados. Bueno, era de esperar; también me imaginaba que él ya sabría cómo resolverlos. Pero, ¿exactamente qué quería lograr Mel con esto?

—¡PLAN, PLAN! —El sonido de la campana anunció el inicio de la hora de tutoría.

—Buenos días, estudiantes —saludó el profesor Jorh, mientras se colocaba detrás de su escritorio. —Bueno, voy a ir directo al grano. La preparatoria nos está pidiendo que elijamos un representante de clase.

¿Representante?

Parece que el profesor notó mi confusión y comenzó a explicar.

—Primero, por favor, todos tomen asiento. Y esa parejita que está detrás, por favor, sepárense —nos dijo a mí y a Merry. Vi cómo se sonrojó. —Un representante de clase tiene el papel más importante en la clase. Su trabajo es tomar las dudas y peticiones de los compañeros y presentarlas a los dirigentes de la preparatoria. A lo largo de los tres años en la preparatoria, no podrán cambiar su representante. También se llevarán a cabo exámenes y juegos. Por ejemplo, en el día de la olimpiada, habrá competiciones entre todas las clases de primero: 1B, 1A y 1C. El representante de cada clase seleccionará a sus compañeros para participar en estos eventos, entre otras responsabilidades. Eso es básicamente lo que hace el representante.

—¿Es necesario elegir solo uno o varios? —preguntó Roir, levantando la mano para hablar.

—Sí, solo se puede elegir uno. Si quieren, no es obligatorio hacerlo; la preparatoria no pondrá castigos si no eligen a nadie. Sin embargo, es una tradición y hay premios para quienes ganen en los exámenes o juegos, como trofeos o días de vacaciones a lugares como la playa, etc.

—¿Cómo se selecciona al representante? —pregunté, dándome cuenta de que estaba participando activamente en la conversación, especialmente con este profesor.

El profesor, al escuchar mi duda, mostró una sonrisa de oreja a oreja.

—Buena pregunta, Dylan. ¿Cómo elegirán? Pueden hacer un sorteo, una votación, o pueden darme el mango del sartén para que yo elija —Sentí que nuestro tutor prefería claramente la última opción —Todo dependerá de su elección. Yo no puedo interferir, pero como dije antes, si no quieren cargar con esta responsabilidad, pueden dejarme a mí la decisión final.

—Lo siento, profesor, pero creo que mis compañeros y yo tenemos la obligación de elegir, ya que el representante nos representará por tres años —dije rápidamente. No quería que mis compañeros dejaran esta responsabilidad en manos del tutor, presiento que me elegirá a mí. Todos los compañeros asintieron; fue una decisión unánime.

El profesor dio un chasquido de aprobación.

—Entonces, ya tomaron su decisión. Tienen toda la hora de tutoría para decidir cómo elegirán a su representante —dijo, mirando fijamente hacia mi dirección.

La clase se quedó en silencio. El profesor se sentó en su escritorio, puso los pies encima del escritorio, sacó su celular y comenzó a escuchar música con auriculares mientras leía un libro titulado "El día en que la noche calló"

—B-buenos compañeros, creo que es el momento de elegir a un representante —dijo Roir, tartamudeando al principio, tal vez por nervios —¡Tutor! —No hubo respuesta —¡¡¡TUTOR!!! —Roir alzó la voz, y el profesor lo miró fijamente con una expresión que parecía de ira. Se quitó los auriculares.

—Tutor, lo siento por levantar la voz, pero ¿podemos usar el pizarrón para hacer las votaciones? —preguntó Roir.

Nadie en la clase había mencionado que elegiríamos al representante por votación, pero parecía la mejor opción.

El tutor asintió en silencio y volvió a lo suyo.

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Ya tengo una hipótesis: Roir ganará. Es el centro de la clase, y el segundo lugar lo ocupará Mel, ya que recientemente se ha convertido en el pilar de las chicas. Además, habrá hombres que querrán conquistarla.

—Bueno, compañeros, yo propongo que hagamos la elección por votación —dijo Roir, dirigiéndose al pizarrón con dos plumones, uno negro y otro rojo —. Comenzaremos por mí y terminaremos con Dylan.

Algunos asintieron, otros se miraron entre sí, debatiendo si era la mejor opción, mientras que Merry y yo nos quedamos en silencio. Quiero ver cómo termina esto. Una sonrisa se me escapó inconscientemente; esta lista que prepara Roir, o mejor dicho, estas votaciones, también es una forma sutil de revelar quién es el más popular de la clase.

—Yo propongo que lo hagamos a la suerte —intervino Naomi, dirigiendo su mirada directamente a Roir —. Estas votaciones pueden ser injustas para algunos —noté su mirada dirigirse hacia Merry y ¿hacia mí? —. Todos sabemos quién será el ganador si lo hacemos por votación. Además, si lo dejamos a la suerte, damos la oportunidad a todos nuestros compañeros para ser el representante de la clase.

Naomi presentó un buen argumento. Es cierto que sortear podría dar oportunidades a todos, pero tiene una falla. No estoy seguro si debo intervenir, así que espero que Roir detecte la falla.

—Entiendo tu punto, Naomi, pero si elegimos por suerte, es muy probable que seleccionemos a alguien incompetente. Además, si es una selección al azar, es probable que el seleccionado rechace el cargo —dijo Roir, dirigiendo su mirada hacia el trío, tiene sentido, pero lo ultimo que dijo, tambien se puede decir los mismo con el plan de Roir.

Es comprensible, aunque solo llevamos un mes y nos conocemos poco, ya sabemos quién tiene las peores notas.

Naomi no encontró una forma de responder al argumento de Roir. Se sentó en su asiento en silencio, mientras sus amigos y Mel se acercaron a consolarla.

—Bueno, si alguien tiene alguna duda o una opción alternativa, la podemos considerar —dijo Roir con una sonrisa maliciosa.

Se le notaba en la cara que quiere ser el representante de la clase; eso le dará más popularidad. Parece que es el tipo de persona que se preocupa por el "qué dirán de mí". Solo quiere inflar su ego.

Nadie respondió. Yo también creo que la votación es la mejor opción; así podemos elegir a los más competentes.

—Como nadie habló, entonces se hará por votación. Será de esta forma: como yo inicio, daré mi voto. Pueden mencionarse a sí mismos. Yo voto por mí mismo. Creo que soy el más competente para asumir el cargo —anunció Roir, dibujando un cuadro en el pizarrón con su nombre y un punto.

En total somos 30 compañeros: 18 mujeres y 12 hombres. Es muy probable que las mujeres elijan a Roir, mientras que los hombres quizás elijan a Mel o Naomi. La razón es simple: no quieren que Roir sea el representante, ya que eso le dará un impulso aún mayor a su popularidad. Robará todos los corazones de las chicas y no quedarán más corazones por conquistar.

En mi caso, no me importa quién gane; solo espero que no me seleccionen.

Las votaciones continuaron. Después de un rato, ya habían votado 13 compañeros. La lista mostraba una gran ventaja para Roir con 6 votos. En segundo lugar, estaba Mel con 4 votos, y en tercero estaba Naomi con 3 votos. Luego, comenzó la segunda ronda con Mel.

—Mel, te toca votar —dijo Roir con una sonrisa de oreja a oreja.

—Oh, es mi turno de votar —respondió Mel con una sonrisa—. Voto por Dylan.

Era de esperarse…

Espera, ¿qué? Pensaba que se votaría a sí misma. Vi cómo la sonrisa se le borró de la cara a Roir. Extraño.

Mel se sentó en su sitio, cruzó sus piernas y sus brazos. Con el voto de Mel, ya no habrá marcha atrás; mis compañeros notarán mi existencia en las votaciones. Genial, ahora tengo un voto, ocupando el cuarto lugar. Gracias, Mel. (RISA SARCASTICA INTERNA)

Se desató un bullicio; las chicas comenzaron a hablar y los chicos también, con sus miradas dirigidas a mi lugar.

—¡Silencio, aún no terminan las votaciones! —repuso nuestro tutor con una sonrisa, dejando todo lo que estaba haciendo para prestar atención a las votaciones. Por un instante, su mirada se dirigió hacia mí.

Después de que Mel diera su voto, siguieron votando más compañeros. Ya habían votado 28 compañeros, es decir, solo quedaban 2 votaciones: las de Merry y la mía. No debí preocuparme demasiado; después de que Mel votara por mí, solo otros 3 estudiantes votaron por mí. Fueron el trío. La lista hasta el momento quedó así:

ROIR 10

MEL 9

NAOMI 5

DYLAN 4

Aunque Merry y yo votemos por mí mismo, no alcanzaré a Roir.

—Merry, te toca votar —anunció Roir.

—Mi voto va dirigido a Mel —respondió Merry.

Vaya, no me esperaba esto. Ahora Mel y Roir están empatados. Mi voto será el que decida todo.

—Dylan, es tu turno de votar —dijo Roir, con una sonrisa anticipando el desenlace.

Me levanté de mi asiento y miré la tabla: ahora Roir tenía 10 votos y Mel también 10. ¿Por quién voto?

El tiempo parecía pasar lentamente, o al menos así lo sentía. Miré hacia Mel; no me estaba mirando, me daba la espalda. Luego dirigí mi mirada a Roir; su sonrisa era la misma que había tenido todo el mes anterior. Finalmente, observé a nuestro tutor, que lucía una sonrisa macabra.

Es absurdo buscar respuestas en las caras de mis compañeros.

¿Mel o Roir?

Ambos me caen bien. Mel es mi amiga, y aunque Roir no es mi amigo, tiene un aura que hace parecer que lo es. Sin embargo, si solo quiere el puesto para inflar su ego, no me interesa.

Ya tengo decidido mi voto.

—Mi voto va dirigido a…

—Tenemos un ganador. Ahora leeré los resultados finales de los participantes —anunció Roir.

ROIR 11

MEL 10

NAOMI 5

DYLAN 4

—Con esto quedamos, que yo seré el representante de nuestra clase —empezó a dar un discurso —Espero que confíen sus dudas y peticiones, yo daré todo mi esfuerzo para poder conseguir las preciadas recompensas que da la preparatoria Igolide III

Empezamos a aplaudir.

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PLAN PLAN —el sonido de las campanas indicó que era hora del almuerzo. Después de las votaciones, nuestro tutor le dijo a Roir: "TE ESPERO EN LA SALA DE PROFESORES DURANTE LA HORA DEL ALMUERZO".

Me dirigía al comedor solo; Merry tuvo que quedarse para resolver los problemas de matemáticas. Iba a acompañar a Mel, pero me dijo que iba a ir al baño primero y que podría adelantarme.

¿Acaso hice algo mal? Pensándolo detenidamente, no estoy seguro de por qué elegí a Roir. Mel no mencionó nada del tema después de las votaciones…

Busqué un sitio en el comedor, pero estaba abarrotado de gente, así que me dirigí al edificio viejo. Este edificio tiene las mejores vistas que ofrece la preparatoria, y el aire tranquilo era un alivio.

Empecé a comer, cuando me sorprendió una voz familiar.

—¿Todo bien, Dylan? —preguntó nuestro tutor, que estaba fumando y tenía la mano derecha en el bolsillo de su abrigo.

—Oh, profesor, ¿cómo va con Roir? —respondí, sintiendo una necesidad urgente de cambiar de tema. No sé por qué no quería responder a su pregunta, pero sentía una creciente incomodidad.

El tutor sonrió ante mi intento de desviar la conversación, notó el cambio abrupto en el tema.

—Sí, todo va viento en popa —dijo Jorh con una sonrisa. —Roir es un chico muy… —hizo una pausa, buscando la palabra adecuada. —Competente. Me parece que se rodea de los elogios de sus trabajos. No es un mal chico. Roir ahora será su nuevo representante por 3 años. ¿Tienes algo que decir, Dylan?

¿Decir algo? No sé qué decir. Solo fue elegido por mi voto, pero siento que hice algo incorrecto. El peso de la decisión me estaba abrumando.

No respondí. El silencio se hizo incómodo.

—¿Cómo te sentiste cuando Mel votó por ti, Dylan? —preguntó Jorh, su rostro serio y atento, intentando descifrar mi expresión facial.

¿Cómo me sentí cuando Mel votó por mí? No estoy seguro si Mel quería ser la representante de la clase. Sus acciones después de las votaciones no lo aclararon.

Jorh continuó con sus preguntas, bombardeándome con un torrente de interrogantes.

—¿Qué pensaste cuando votaste por Roir?

No lo sé, en ese momento decía que no me importaba quién ganara, pero ahora… el peso de mi decisión parecía más grande. No tenía una respuesta clara para esa pregunta.

—¿Cómo crees que se siente Mel ahora?

Eso fue la gota que colmó el vaso. ¿Cómo se siente Mel? No me importaba cómo me sentía yo. Me cuestionaba por qué asumí que Mel no quería ser la representante en ese momento.

Miré a Jorh, que parecía esperar una respuesta. La incertidumbre me estaba envolviendo, y me sentí atrapado entre las expectativas y la realidad de la situación. ¿Qué significaba realmente mi voto y cómo afectaría a nuestra amistad? Me puse nervioso, el profesor estaba logrando su cometido,

cavando con sus preguntas para llegar a la verdad. Su habilidad para leer entre líneas me hacía sentir como un niño expuesto ante un maestro que sabía más de lo que parecía. Me daba

cuenta de que aún no soy rival para alguien como él. Su mirada intensa y su capacidad para desarmar mis respuestas me hacían cuestionar si realmente estaba listo para enfrentar mis propias

decisiones.

—No sé, profesor, lo que sentí en ese momento, tampoco sé cómo se siente Mel.

—Corrección, Dylan, tú sí sabes cómo se siente Mel, y también sabes por qué votaste por Roir.

Las palabras del profesor resonaban en mi mente, como un eco que amplificaba mis propias inseguridades. El silencio se hizo denso entre nosotros, cargado de la presión de enfrentar una

verdad incómoda.

El profesor continuó fumando, el humo serpenteaba en el aire, creando una neblina que parecía reflejar mis pensamientos confusos. Cada bocanada de humo parecía acentuar mi

incomodidad, como si cada anillo de humo representara una pregunta sin respuesta que se arremolinaba en mi mente.

—Profesor, ¿me puede dejar solo? —mi voz sonó más firme de lo que me sentía.

Sin una palabra, el profesor me concedió mi deseo. Empezó a caminar con una calma imperturbable, arrojó el cigarro al suelo y lo apagó con la punta de su zapato. Su figura se desvaneció en las escaleras, dejándome solo con mis pensamientos. Me sentí como si me hubieran dejado en una sala de espejos, rodeado por

mi propia confusión y dudas.

¿¿¿Por qué actué así???

En la soledad de la azotea, la claridad comenzó a emerger.

Ahora, mirando hacia patio de atletismo. Me di cuenta de que

había estado actuando con inmadurez, como un niño que teme

perder su jugyete nuevo. Intenté poner mis propios intereses

por encima de los de Mel, temiendo que me dejara, que me

abandonara a mi antigua soledad. Mi miedo a regresar a un

estado de abandono me había llevado a tomar una decisión

precipitada.

Me sentí como si estuviera ante un espejo emocional, viendo el

reflejo de mis inseguridades y deseos. Me pregunté cómo había

llegado a este punto, por qué había permitido que mis

emociones dictaran mis acciones. Era como si me hubiera

atrapado en una red de mis propias construcciones mentales.

—Dylan, piensa bien antes de actuar. No te dejes influenciar por

tus emociones —me dije a mí mismo, susurrando para que solo

yo pudiera oírme. Las palabras resonaron con una mezcla de

arrepentimiento y determinación.

Respiré hondo, tratando de calmar el torbellino en mi interior. La

presión en mi pecho se relajó un poco con cada exhalación.

—Lo siento, Mel.

—¿Dijiste algo, Dylan? —una voz me sacó de mi

ensimismamiento. Era Mel, con su cabello rosado que caía en

cascada y sus ojos, que reflejaban una intensidad tranquila.

Mi corazón se aceleró. Miré a Mel, que me observaba con una

mezcla de curiosidad y preocupación. No sabía si debía admitir

mi error o simplemente mantener el silencio. Me sentía

expuesto, vulnerable.

—Oh, Mel —tosí para despejar mi voz y encontrar una postura

adecuada—. ¿Qué estás haciendo acá?

—Me encontré con nuestro tutor Jorh. Le pregunté si había visto

a Dylan y me dijo que estabas en la azotea del edificio viejo —

repuso Mel, con una calma que contrastaba con la tormenta

interna que sentía.

Se sentó a mi lado en el suelo, desplegando su almuerzo con una

sencillez que me hizo sentir aún más torpe. Abrió su tupper,

revelando un arroz con verduras y pollo, la comida hecha en

casa, simple pero reconfortante. Empezó a comer con

tranquilidad, y por un momento, el entorno se calmó, como si el

simple acto de compartir un almuerzo pudiera mitigar el caos

emocional.

La vista desde la azotea ofrecía un panorama impresionante, la

ciudad extendiéndose hacia el horizonte. Mel, con su presencia

serena, parecía ser un ancla en medio de mi tormenta interior.

Me di cuenta de que mi preocupación y egoísmo habían nublado

mi juicio, y que el verdadero valor estaba en reconocer mis

errores y en cómo enfrentaba la realidad.

—¿Todo bien? —preguntó Mel, con un tono que mezclaba

preocupación y curiosidad.

Asentí, con la intención de ser sincero, pero sin saber

exactamente por dónde empezar. El silencio entre nosotros era

ahora más cómodo, y mientras miraba el horizonte, sentía que

poco a poco, comenzaba a encontrar mi propio equilibrio,

continuo Mel:

—¡Whao, Dylan! ¿Teníamos este lugar todo este tiempo y nunca

lo mencionaste? —dijo Mel con una mirada brillante,

observando el patio de la preparatoria desde la azotea.

Su entusiasmo era contagioso, pero yo tenía un nudo en el

estómago. Sabía que este era el momento. El momento

perfecto.

—M-Mel... —tartamudeé, sintiendo mi garganta seca—, ¿querías

ser la representante de la clase?

El silencio que siguió fue sofocante. Mel no respondió de

inmediato. Parecía que el tiempo se había detenido mientras sus

ojos seguían fijos en el horizonte. Luego, con una suavidad que

me dejó aún más inquieto, finalmente habló.

—Dylan, no te preocupes por eso —su voz sonó tranquila, pero

algo en su tono me hizo sentir aún más culpable—. Seguro que

tenías tus razones para votar por Roir. Además, yo no quería ser

la representante de la clase. Es mucho trabajo para alguien como

yo.

Llevaba una sonrisa fingida. No pude evitar notar cómo sus

labios se curvaban, pero sus ojos no brillaban como de

costumbre. Esa sonrisa no era la de la Mel que siempre irradiaba

energía y confianza. No... era una fachada.

—Lo siento, Mel... —murmuré para mí mismo, aunque sabía que

no había suficientes palabras para enmendar lo que sentía.

Mel pareció captar el peso de mis pensamientos, pero, como

siempre, prefirió suavizar las cosas. Siempre tan comprensiva.

—Ya no importa, Dylan —dijo, quitándole importancia—.

Dejemos que circulen las aguas pasadas. Vamos a seguir

comiendo antes de que se enfríe.

Asentí, sin encontrar las palabras para seguir. Comimos en

silencio durante un rato. Mientras ella continuaba, yo ya había

terminado. Me levanté y me acerqué a las barandillas de la

azotea, mirando hacia el patio. La vista era hermosa, como si el mundo allá abajo se detuviera mientras nosotros compartíamos

este momento en la calma.

—Mel, ven aquí —le dije, sin apartar la vista.

Escuché su sorpresa en el movimiento de sus cubiertos. Giré la

cabeza y la vi observándome, un poco desconcertada, pero con

curiosidad en los ojos. Me acerqué, extendiendo mi mano hacia

ella para ayudarla a levantarse.

Mel cerró su tupper con cuidado y lo dejó a un lado antes de

tomar mi mano. Sentí su calidez, y en ese breve contacto, algo

dentro de mí pareció acomodarse. Quizá era mi manera de

reconciliarme.

Nos paramos uno junto al otro, hombro con hombro, mirando el

patio de la preparatoria en silencio. El viento comenzó a soplar,

suave pero firme, levantando los mechones de su cabello rosado,

haciéndolo ondear como un delicado velo en el aire.

—Hermoso... —susurré sin pensar.

Pero no solo hablaba de la vista.

Mel giró ligeramente la cabeza hacia mí, como si hubiera captado

el significado detrás de mis palabras. Sus ojos, aquellos ojos que

momentos antes parecían llevar una carga, ahora brillaban bajo

la luz del sol.

En ese momento, algo cambió. Había algo en su mirada, en la

manera en que el viento jugaba con su cabello, que me hizo

darme cuenta de lo afortunado que era por tener a alguien como

Mel. No importaba lo que hubiera pasado antes. Lo que

importaba era esto. Aquí. Ahora.

—Gracias, Dylan —dijo, con esa voz suave que solo ella podía

tener—. Por este lugar.

Me quedé en silencio, asintiendo ligeramente. Tal vez no había

solucionado todo, pero este momento, este pequeño gesto de

compartir algo tan simple como una vista, era un primer paso

para alago más.

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12 días para el 14.

—Buenos días, hermanita —saludé mientras me sentaba a la

mesa. Mi hermana estaba en la cocina, vistiendo el mismo

delantal de ayer, preparando el desayuno.

—Buenos días, hermano —respondió sin mucho entusiasmo,

trayendo waffles para los dos. Junto a ellos, había un chocolate

en forma de corazón. Recordando el incidente de ayer, cuando

casi muero por intoxicación, me juré a mí mismo no caer en la

misma trampa.

—Vamos, hermano, ¿no quieres probar este delicioso chocolate?

—dijo mi hermana con una sonrisa maliciosa, claramente

disfrutando el juego.

Tragar saliva.

Me mantuve en silencio, firme en mi decisión de no ceder. Pero

ella, como siempre, tomó la iniciativa. Agarró el chocolate y se lo

llevó a la boca, soltando un exagerado "Mmm, está delicioso."

Maldita sea, debí aceptarlo primero. Observé mientras dejaba la

mitad del chocolate en mi plato y se levantaba para llevar su

plato a la cocina.

Ya está, no puedo dejarlo ahí. Si ella dijo que estaba bueno...

aguanté unos segundos más antes de ceder a la tentación. Tomé

el chocolate y lo metí entero en mi boca.

Error. Gran error.

Comencé a toser y casi vomito de inmediato.

Mi hermana salió de la cocina justo a tiempo para verme sufrir,

con la misma sonrisa triunfante de siempre. Se limpió la boca con

una mano y dijo:

—Gracias, hermano, por ser de nuevo mi conejillo de indias.

La miré con resentimiento mientras ella se dirigía hacia la puerta.

—Nos vemos en la tarde, hermanito. ¡Y no te olvides de tomar

algo para calmar ese estómago! —gritó antes de cerrar la puerta

con un pequeño guiño.

De nuevo, caminando por el pasillo rumbo al salón de clases.

Ayer por la noche la preparatoria envió un aviso anunciando que

los bebederos estarían funcionando desde hoy. Por fin, no

tendré que seguir comprando bebidas que me cuestan un ojo de

la cara.

Hoy nos toca clase con la profesora Valery, nuestra profe de

literatura y además dirigente del club.

Al llegar al salón, abrí la puerta y saludé como de costumbre:

—¡Buenos días a todos!

Llevo un mes saludando así, y nunca, nunca nadie me había

respondido. Excepto, claro, mis dos amigas.

—Buenos días, Dylan —respondió Roir, acompañado por un par

de compañeros más.

¿Qué? Mi cara debió haber sido un poema de sorpresa. Desde

cuándo… ¿sabían de mi existencia?

Me dirigí a mi asiento, aún en shock. Mi vecina de clase no

estaba, lo cual era raro, porque ella siempre llega antes que yo.

También noté que Mel no había llegado aún.

Algo definitivamente se siente extraño hoy.

Todavía faltan veinte minutos para que empiecen las clases, así

que decido aprovechar el tiempo y explorar los nuevos

bebederos. Por eso traje una botella, estrategia ganadora. Según

el informe de la preparatoria, instalaron bebederos en la

entrada, la cancha de atletismo, y varios otros lugares

estratégicos. Pero el que más me interesa es el que han colocado

en el edificio viejo.

Me dirijo allí, cruzando el campus. Para llegar al edificio viejo

desde el salón, tengo que pasar por la sala de profesores.

—¡Profesora, déjenos ayudarla! —escucho a unas chicas ofrecer

su ayuda.

—Lo siento, chicas, no quiero ser una molestia. Tengo que llevar

estas hojas al salón 1B. Esta será su prueba de literatura —

responde la profesora Valery, agradeciendo la oferta, pero

declinándola cortésmente.

¿Prueba? Nuestro salón es el 1B, y lo más importante, ¡nadie

mencionó una prueba! La profesora Valery no había dado

ninguna advertencia sobre eso en clases anteriores.

Mientras paso por la puerta del salón de profesores, esta se abre

de golpe, y sale Merry cargando un montón de hojas. Este es el

típico momento donde choquemos y, mágicamente, me

convierta en su novio, como en esas novelas de romance… Pero,

por supuesto, esto es la vida real, así que me hago a un lado para

evitar el choque. Sin embargo, el destino es cruel, porque de

todas formas ocurre la tragedia.

—¡Auch! —Merry se cae de rodillas, las hojas volando por todas

partes.

—¡Dylan! ¡Mira lo que hiciste! —me reprende la profesora

Valery, mientras se agacha rápidamente para recoger los

exámenes. Ni siquiera se molesta en preguntar si Merry está

bien. Al menos la profesora recuerda mi nombre… No te rías,

Dylan. Mantén la compostura.

Pero no puedo evitarlo.

—¡Jajajaja, Merry, lo siento, pero jajaja! —no puedo contener la

risa, a pesar de saber que no debería.

—Oh, Dylan, ¿no sabes que este es el momento en el que

deberías estar consolando a Merry en lugar de reírte? —dijo

Mel, apareciendo a un lado, con su largo cabello ahora recogido

en una elegante cola de caballo. A pesar de sus palabras, no

puede ocultar su sonrisa traviesa.

Me doy cuenta de que está conteniendo la risa, vamos, ríete de

una vez. Pero por supuesto, ella lo maneja mejor que yo.

—¡Deja de reírte y ven a ayudarme! —Merry me reprende con

un tono severo mientras intenta levantarse, con su rodilla

visiblemente roja y rasguñada por la caída.

Me acerco, todavía conteniendo la risa.

—¿Estás bien, Merry? —le ofrezco mi hombro para que se apoye

y logre levantarse.

—Estoy bien, gracias. Solo me duele un poco la rodilla.

—¿Merry, estás segura? —pregunta Mel, poniéndose al otro

lado de Merry, con una sonrisa amable y unas pequeñas lágrimas

de risa asomando en sus ojos.

El ambiente se relaja un poco más con la ayuda de Mel, pero

vaya situación caótica…

Después de la "tragedia" que no fue para nada mi culpa, nos

dirigimos a la enfermería. Al llegar, lo primero que vemos es al

enfermero, un hombre mayor, encorvado en su asiento,

dormitando profundamente. No tiene ni un solo cabello en la

cabeza y lleva una bata blanca que apenas se distingue entre las

arrugas de su postura.

—Buenos días —saludo en voz baja, pero no obtengo respuesta;

el hombre sigue sumido en su sueño.

Mel, más decidida, se acerca y le da un toque en el hombro,

sacudiéndolo suavemente hasta que, con esfuerzo, comienza a

despertar.

—Ho-hola muchacha… ¿qué te trae por acá? —responde con voz

rasposa, parpadeando con esfuerzo.

—Mi compañera se ha caído y se lastimó la rodilla. ¿Podría

revisarla, por favor? —pregunta Mel con una sonrisa amable.

El viejo enfermero, moviéndose lentamente, nos indica que

ayudemos a Merry a sentarse en la camilla. Observa su herida,

luego se levanta con cuidado y se dirige a una estantería.

Regresa con un vaso de agua y lo aplica sobre la rodilla de Merry,

seguido de agua oxigenada que hace burbujas sobre el rasguño.

Finalmente, después de limpiar la herida, coloca una gasa y la

asegura con una venda bien ajustada.

—¿Cómo te sientes? Intenta doblar la rodilla —dice el viejo, observando

con una mirada seria pero tranquila.

Merry sigue sus instrucciones, pero al mover la rodilla, emite un

pequeño quejido.

—Me duele un poco… pero puedo soportarlo.

El anciano asiente en silencio y vuelve a su asiento,

acomodándose como si estuviera dispuesto a retomar su siesta.

—Bueno, chicos, váyanse. Quiero dormir —dijo con un tono firme,

sin rodeos ni despedidas amables. Es sorprendente cómo su

energía cambió tan rápido.

Nos miramos entre nosotros, un poco perplejos, pero

obedecemos. Apenas salimos, los ronquidos del anciano ya se

escuchan a través de la puerta cerrada.

Afuera, nos encontramos con la profesora Valery, que está de pie

con los brazos cruzados, charlando animadamente con el

profesor Jorh. Ella sostiene los exámenes en una mano mientras

ambos parecen atrapados en una conversación llena de sonrisas

cómplices.

—Ohhh, profesora Valery, ¡no sabía! —dice Mel con una mirada

pícara, insinuando algo más.

—¡Oh, Mel! No digas tonterías. El profesor Jorh es solo mi amigo

de la infancia —responde la profesora Valery, CRAK ¿escucharon

eso?

Nuestro tutor Jorh algo incómodo, mira su reloj, como si

estuviera buscando una excusa para cambiar de tema.

—Bueno, Valery, mira la hora. Ya es momento de que volvamos a

clase —dice con una sonrisa tensa.

—¡Oh, cierto! ¿Cómo te encuentras, Merry? —pregunta Valery,

cambiando rápidamente el tema al ver la venda en su rodilla.

Merry asiente en silencio, y con un gesto, la profesora nos indica

que la sigamos de vuelta al salón.

Mientras caminamos, no puedo evitar notar que el profesor Jorh,

por un segundo, parece abatido, con la cabeza baja. Le pongo

una mano en su hombro derecho, como una señal de apoyo

silenciosa. Él levanta la mirada, y en ese breve intercambio de

miradas, sé exactamente lo que está sintiendo. A veces, las

palabras sobran.

El salón de clases estaba lleno de ruido, todos charlaban y reían

debido a la tardanza de la profesora Valery, quien llegó después

de la hora habitual de inicio.

—Todos, tomen asiento —dijo ella al entrar, su tono firme y

autoritario—. Hoy tienen un examen de literatura. No será nada

difícil.

La sonrisa que acompañaba sus palabras era macabra. Era

evidente que su afirmación no podría estar más lejos de la

realidad. Suspiré profundamente mientras la escuchaba

continuar:

—El examen tratará sobre obras literarias, así como sobre

autores que han ganado el Premio Nobel de Literatura.

Cuando comenzó a repartir las hojas, las pasó de adelante hacia

atrás. Al recibir la mía, me llevé una sorpresa. La primera página

no tenía preguntas... solo un dibujo caricaturesco de la profesora

Valery con una burbuja de diálogo que decía: "Si fallas una

pregunta, te repruebo todo el año". ¿Una amenaza? Esto solo

hacía que la situación pareciera aún más intimidante.

—Den vuelta a sus hojas. Tienen una hora.

Con nerviosismo, di vuelta a la hoja y comencé el examen.

Primera pregunta... venga, espero que esto sea fácil.

Suspiro largo. Bueno, el examen no fue tan sencillo como la

profesora había insinuado. Tras terminarlo, Valery salió del salón

porque la llamaron desde la oficina de los directivos, lo que dejó

a todos relajados. A lo lejos, vi a Mel conversando

animadamente con un grupo de chicas, entre ellas Naomi.

De pronto, Merry, quien estaba sentada junto a mí, me

interrumpió con una pregunta:

—¿Cómo te fue en el examen?

Ella observaba cómo yo jugaba distraídamente con mi lápiz,

haciéndolo girar entre mis dedos.

—¿Cómo me fue? Bueno... me compliqué un poco, pero logré

encontrar las respuestas. ¿Y tú?

Merry sonrió con esa expresión de satisfacción que solía tener

cuando algo le salía bien.

—A mí me pareció fácil, realmente. Las preguntas eran bastante

directas. La profesora tenía razón, no fue complicado.

Sabía que ella lo diría. Merry era una lectora apasionada,

siempre devorando libros, y, además, formaba parte del club de

literatura. Es más, ella misma estaba escribiendo su propio libro.

Recientemente, había entregado uno al consejo estudiantil que

trataba de un romance gay. Vaya elección de tema. Sólo espero

que no tengamos problemas con eso.

—Por cierto, ¿estarás bien cuando tengamos educación física?

—Oh, hablas por mi rodilla —respondió, tocando ligeramente la

venda que aún llevaba—. No te preocupes, lo puedo soportar.

Aunque, sinceramente, ¿por qué no me atrapaste cuando me

caí?

Sonreí nervioso, levantando las manos como si me declarara

inocente.

—Bueno, no es como si supiera que te ibas a caer en ese preciso

momento… ¿o no?

Escuché una risita tierna. Merry, a veces puede ser muy linda y adorable.

—Además, te ayudé a levantarte, te presté mi hombro para que

pudieras ir a la enfermería —le recordé con un toque de orgullo.

—No te lo voy a negar, pero también recordemos que fuiste el

primero en reírte. ¿Acaso te divierten las desgracias ajenas? —

respondió Merry, levantando una ceja en señal de reto.

—No me río de las desgracias de los demás —dije, intentando

defenderme—. Pero ahora que somos amigos, pues… confío en

ti, y me río contigo, no de ti. Así que, claro que me reiré de tus

pequeños tropezones, te apoyaré en tus días malos y te cuidaré

cuando lo necesites. ¿No es para eso que están los amigos?

Merry se quedó en silencio, procesando mis palabras. Su

expresión pasó de sorpresa a una ligera sonrisa y, para mi

sorpresa, sus mejillas se tiñeron de un suave color rojo.

—Dylan… no te di las gracias ayer —murmuró finalmente.

—¿Gracias? ¿Por qué?

—Por ayudarme con los problemas de matemáticas. De verdad

me salvaste.

La verdad es que si Mel no me hubiera mencionado el asunto, ni

me habría enterado, pero bueno, de todas formas, no la iba a

dejar en la estacada.

—Fue un trato entre amigos, Merry —respondí con una sonrisa,

intentando quitarle importancia.

Ella me devolvió una sonrisa cálida, de esas que derriten el

corazón.

¡Plan! ¡Plan! Las campanas anunciaron el final de la clase de

literatura. La profesora Valery nunca regresó, así que ahora nos

tocaba la clase de educación física.

—Bueno, veamos si de verdad puedes con la clase, tal como

dijiste antes —comenté con una media sonrisa, mirándola de

reojo.

Merry asintió con seguridad, con una expresión de confianza

desbordante. Vaya cambio, parecía lista para comerse el mundo.

Nos dirigimos a los vestuarios para cambiarnos. El ambiente en el

lugar siempre es un poco incómodo, pero hoy parecía diferente.

—¡Whao! Jamás dejará de impresionarme el cuerpo que tienes,

Roir —comentó uno de nuestros compañeros, admirando los

bien definidos abdominales de nuestro amigo.

No puedo negarlo, Roir es el tipo de chico que parece sacado de

una revista de fitness. Abdominales marcados, brazos fuertes, y

una postura que parece atraer las miradas de las chicas. Yo, por otro lado… bueno, digamos que tengo lo mío también, aunque

no tan marcado. ¿Mis abdominales? Sí, ahí están, solo que más

discretos, eso es todo.

El grupo de chicos observaba a Roir con ojos llenos de

admiración, casi como si fuera una especie de fenómeno. Pero

después de verlo tantas veces, la novedad ya se había

desvanecido para mí.

—Dylan —escuché la voz de Roir, que se acercaba mientras

sacudía su brazo derecho—, tengo una pregunta. ¿Tienes tiempo

después de la salida?

No sé por qué, pero la pregunta de Roir me dio la sensación de

que tenía un matiz de "te espero a la salida".

—A-a Roir, sí, claro, tengo tiempo. ¿Vamos a demorar mucho? —

respondí, intentando sonar casual, aunque mi mente estaba

dando vueltas.

—No, para nada. Bueno, entonces nos encontramos en la puerta

de la preparatoria —dijo Roir con una sonrisa confiada.

"No, para nada, te destrono en un segundo" pensé en broma,

mientras me reía por dentro.

Roir se fue con su típica confianza, dejándome con una mezcla de

curiosidad y nervios. ¿Qué plan tendrá en mente? Me dirigí al

campo de deportes con el resto del grupo, mientras mi mente

seguía dándole vueltas a la misteriosa invitación.

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—¿Desde cuándo te están creciendo tanto Merry? ¿puedes

soportar ese peso que cargas? —dijo Naomi, con ojos bien

abiertos

—D-de que hablas Naomi.

—Oh vamos Merry, a mi no me engañas, sé que tienes un

secreto.

Su mano, dedos lo estaba moviendo de una forma rara.

—Detente Mel —dije con un tono severo

—Whao, no sabía que Merry tenía ese lado.

—¿Recién te enteras? Jaja que novata yo ya lo sabía en el primer

día de clases.

Mel también ya conoce este lado.

Eso es mentira Mel, no me atrevo a decir, Mel aún seguía

jugando con sus dedos.

—Bueno Mel, en tu caso, solo te puedo decir come y algún día

crecerán.

Uy eso fue un golpe duro, me enteré que Mel tiene un complejo

con sus pechos.

Pero también hay hombres que le gustan a las chicas sin pechos

"RISA MALVADA INTERNAMENTE"

Mel se llevo su mano a su pecho, abrazándose a si misma para

poder consolarse.

Empezó a darme pena.

Sentí unos brazos, por parte de mi cintura, era Naomi.

—Na-Naomi que crees que estás haciendo.

—Oh vamos, Merry, no es momento que finjas esa personalidad

de chica tímida —empezó a jugar con mis senos.

—¡¡¡Kyaaaaaaaaa!!!

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El profesor de educación física es un hombre gordo, lo cual

resulta irónico, ¿no? Lleva un polo blanco y un short rojo, y

también un gorro del mismo color. Además, tiene un sándwich y

una gaseosa en la mano.

—Bueno, estudiantes, hoy vamos a empezar con el

calentamiento, y luego correrán diez vueltas alrededor del

campo —anunció con un tono enérgico.

¿Diez vueltas? No sé cómo voy a soportar esto. Ya me estoy

muriendo después de seis.

—¡¡¡Vamos, a moverse!!!

El grito llegó desde el borde de la pista, era Naomi, con su

energía inagotable. El profesor nos dio instrucciones para

estirarnos primero y luego comenzamos a trotar. Nos dividió en

dos grupos: chicas y chicos, pero correríamos en la misma pista.

—¡Fin del calentamiento! Chicos, formen una fila y prepárense.

¡VAMOS!

Empezamos a correr. Roir, como era de esperar, estaba a la

cabeza, dejándonos a todos en el polvo. Los ánimos de las chicas

eran constantes, animando a sus compañeros.

—¡Ahora es el turno de las chicas, VAMOS!

Las chicas comenzaron a correr. Naomi lideraba, seguida de

cerca por Mel. Y al final, estaba Merry, no solo por su herida en

la rodilla.

En la quinta vuelta, ya estoy deseando un poco de agua, y con

este calor, me estoy deshidratando.

—¡AUCH! —exclamé, cuando Mel me dio otro golpe en el

costado durante la novena vuelta. Cada vez que nos cruzamos,

no pierde la oportunidad para darme un pequeño golpe. Quiero

vengarme, pero para eso tendría que correr más rápido, y ya

estoy exhausto.

—Vamos, ¡alcánzame si puedes!

Se me marcó una vena en la sien. Roir y Naomi ya han superado

las diez vueltas, no sé cuántas exactamente, pero claramente

están en modo imparable. Qué resistencia tienen estos dos.

—Vamos, Dylan, no te rindas —animó Merry, con la respiración

agitada y el sudor corriéndole por la cara. Estaba roja como un

tomate, al igual que yo.

—Tú no eres la persona adecuada para darme ánimos, Merry. ¡Ni

siquiera has pasado de la tercera vuelta!

—¡¿Qué estás diciendo?! Esta es mi cuarta vuelta. Además, aún

tengo resistencia suficiente para completar las diez vueltas —

protestó, jadeando.

—Sí, claro, entonces trata de alcanzarme.

Saqué más energía de la que no sabía que tenía y me alejé de

Merry, que tenía una expresión de enojo en su rostro.

Stop, ya no puedo más, en serio, ya no puedo. Mejor empiezo a

trotar. Espero que el profesor no nos esté viendo pensé,

mientras intentaba disminuir el ritmo.

Comencé a buscar al profesor, y lo encontré recostado en una

silla, tapándose la cara con su gorro. ¿En serio? Yo aquí

muriéndome y él está echado como si nada.

De repente, sentí una mano en mi hombro derecho, y al

tocarme, noté que estaba húmeda y un poco pegajosa. Me volví

con desagrado para ver a Merry.

—T-te alcancé —dijo, jadeando.

—¿De qué hablas? Para que me puedas alcanzar, deberías haber

corrido al menos una vuelta completa más.

Agarre su mano para empujarla suavemente y evitar que me

siguiera sujetando.

—Amou, ya verás —murmuró, mientras sacaba ventaja y

empezaba a trotar de nuevo.

A unos pocos metros de distancia, vi a Roir y Mel conversando

animadamente. Ambos tenían sonrisas en sus rostros, lo que me

molesto un poco solo un poco.

—Vamos, completa las diez vueltas, Dylan, ¡tú puedes! —me dije

a mí mismo mientras seguía corriendo.

.

.

.

Finalmente, después de un maratón agotador, me dirigí al

bebedero. Había una cola larguísima de compañeros esperando.

Genial, mi vista se estaba nublando, así que me senté en unas

gradas cercanas y cerré los ojos, intentando recuperar el aliento.

—H-hay una cola larguísima, qué bueno que traje mi botella —

escuché una voz familiar. No me podía confundir, era Merry. Giré

mi mirada y la vi tomando de su botella. ¡Vaya, no me había

dado cuenta antes, tal vez por el cansancio! Merry tenía una cola

de caballo y una cinta blanca que le quedaba muy bien, y su piel

estaba roja por el esfuerzo.

—¿Solo viniste a alardear, o me vas a invitar a beber? —le dije

con un toque de humor.

Se escuchó una risita, y Merry levantó su botella hacia mí.

—Toma —dijo, ofreciéndomela.

—Gracias —respondí mientras bebía con avidez—. ¡Aaaaaaaaa,

mucho mejor!

—¿Y? ¿Ya completaste las diez vueltas? —pregunte con una

sonrisa curiosa —No me respondió de inmediato. Apartó su

mirada y empezó a jugar con sus pies, pateando el aire mientras

evitaba mi mirada —Jajaja, ni siquiera me empataste. ¿Hasta

dónde llegaste?

—Llegué a la vuelta 7 —admitió, sintiendo una mezcla de orgullo

y agotamiento.

—Está bien, superaste tu récord de la vez pasada —comente,

Merry. La última vez solo había llegado a 5 vueltas.

—Gracias. ¿Me puedes devolver mi botella? —me pidió.

—Ah, sí, claro —respondí, mientras se lo llevaba a la boca y bebía

lo que quedaba.

No pude evitar echarme atrás en las gradas y mirar el cielo

despejado. Era verano, y se escuchaban las cigarras a lo lejos,

creando una sinfonía natural que contrastaba con el caos de

nuestra sesión de educación física

Como nuevo, me impulse para levantarme, y Merry hizo lo

mismo.

—Qué calor hace —dijimos al mismo tiempo.

Nos miramos y nos echamos a reír, compartiendo un momento

de complicidad en medio de la agotadora sesión de educación

física.

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Hora de salida. Estoy esperando afuera de la preparatoria,

pensando en cuánto dinero tengo. Si Roir quiere una pelea,

¿podré comprarme la salida de esta situación con...?

Reviso mi billetera. Sí, con esto debería bastar.

—Hola, Dylan. Gracias por esperar —dijo Roir, acercándose con

una expresión seria—. Antes de hablar, ¿podrías acompañarme?

Asentí en silencio. Era de esperar, no quería que nadie viera lo

que iba a suceder. Nos dirigimos hacia la parte trasera del

edificio viejo. Antes de que pudiera decir algo, ya estaba

preparando la billetera.

—Por favor, no quiero pelear. No tengo mucho dinero —le

mostré la billetera—. Espero que esto sea suficiente.

Roir alternó su mirada entre la billetera y mi cara, con una

expresión de sorpresa. Levantó su mano y la sacudió

rápidamente.

—No, no, no, no estoy tratando de decir eso. Por favor, guarda

eso. Si alguien nos ve, podrían malinterpretar la situación.

¿Eh? Le hice caso y guardé la billetera.

—¿Seguro? Es que en las clases de educación física sonaba como

si quisieras algo así.

—¿En serio? No tenía intenciones de parecer algo que no te

agradara. Lo siento si te asusté.

Obvio que me asustaste. ¿Quién querría pelear con alguien con

tu físico? Si recibo un golpe tuyo, seguro me manda a volar.

Le di una sonrisa de alivio.

—Entonces, perdón por la mala interpretación. ¿Qué querías

decirme, Roir?

Se tapó la cara con las manos, y pude ver que sus orejas estaban

rojas.

Espera, ¿qué está pasando aquí? ¿No será esto...? No puedo

creerlo. Aunque si es Roir, puedo dudar mi orientación sexual.

—¿P-primeramente, puedes prometer que no contarás a nadie

sobre esta conversación?

"Tragar la saliva."

—L-lo prometo, Roir.

—Puedes…

¿Puedes? No, este es el momento de cortar la conversación.

—Lo siento, tengo alguien que me gusta, no puedo aceptar tus

sentimientos —Espero que esto cuele.

—¿Eh? —Roir sacó sus manos de su cara, levantó la mirada con

una expresión de sorpresa. —No, Dylan, no quiero decir eso.

¿Qué dijo? Oh diablos, no sabía que Roir era un buen actor. No

te preocupes, no lo contaré a nadie. Ven aquí, si necesitas

desahogarte, estoy aquí para ti.

Estiré mi brazo hacia él. —Ven, no te preocupes, así es la vida.

Algunos te romperán el corazón, pero debes seguir adelante —

empecé a acercarme con una sonrisa comprensiva.

—¡Detente, Dylan! Lo estás malinterpretando todo. ¡No pongas

esa mirada! ¡¡Dylan!! Escucha.

Gritó con tal intensidad que el bullicio de las cigarras y los

murmullos se apagaron de inmediato.

—Lo que quiero decir trata sobre Mel.

—¿Mel? ¿Qué tiene esto que ver con ella?

—Solo escucha, Dylan, después puedes hablar.

Eso fue algo inesperado. El tono severo de su voz me hizo asentir

en silencio. Bajé mis brazos y presté atención, mientras mi mente

se revolvía con pensamientos confusos.

—D-Dylan, ¿estás saliendo con Mel?

Salir con Mel. La idea me sorprendió y me descolocó. Mel es

increíblemente bonita, sí, y disfruto mucho hablar con ella y

compartir risas. Sin embargo, la idea de tener algo romántico con ella me desconcierta. Me siento atraído por su encanto, su

alegría y esa forma en que ilumina el día con su presencia. Pero

no puedo permitir que esos sentimientos se manifiesten

abiertamente. Me siento atrapado entre la admiración que tengo

por ella y el deseo de proteger esos sentimientos secretos que

apenas empiezo a comprender.

—¿Mel? No, para nada, solo es mi amiga —dije con una sonrisa

que intentaba ocultar mi creciente incomodidad y el pequeño

dolor de corazón que sentía.

—¿En serio? ¿No estás mintiendo porque sientes que te estoy

amenazando?

—No, Roir, Mel solo es mi amiga —repetí, con una sonrisa más

firme, aunque mi mente estaba en un torbellino de

pensamientos contradictorios.

—Es que escuché rumores de nuestros compañeros que estás

saliendo con Mel.

—Solo son rumores. Estoy desmintiendo esos rumores —afirmé

con más convicción de la que realmente sentía.

—Entonces, no estás saliendo con Mel, ¿no?

—No, Roir, no estoy saliendo con Mel.

Se escuchó un suspiro de alivio por parte de Roir.

—Gracias, Dylan. ¿Me puedes decir si Mel tiene a alguien que le guste?

Hasta donde sé, Mel no está saliendo con nadie, ni siquiera tiene

a alguien que le guste. A veces me pregunto si mis propios

sentimientos hacia ella no están influyendo en mi percepción.

¿Es esto una indicación de que la veo de una manera más

profunda de lo que estoy dispuesto a admitir? Me desconcierta

cómo sus pequeñas acciones y su forma de ser me afectan tanto.

No puedo dejar que esto salga a la luz, no con Roir.

—No, Roir, jamás me comentó que le gusta alguien.

—¿Me puedes decir cuáles son sus gustos?

—¿Sus gustos? Solo la conozco desde hace un mes. Sé que le

encanta comer y nadar. Así que, si quieres conquistarla, la

enamorarías con comida.

Roir comenzó a sacar un cuadernito y un lápiz, anotando con

gran interés. —Nuevamente, gracias, Dylan.

—¿Qué le ves a Mel? Si no quieres responder, no pasa nada.

—No te preocupes, te respondo pregunta por pregunta. Me

interesé en ella a la segunda semana del primer mes. Me gustó

su carisma, su forma de comportarse, su... cuerpo —me reí

internamente—, su manera de hablar con nuestros compañeros.

Mientras Roir la describia, no podía evitar que mi mente volviera

a Mel. Aunque intento mantener las cosas casuales, hay algo en

ella que me atrapa profundamente. Su risa contagiosa, su

manera de moverse con una elegancia natural, cómo ilumina

todo a su alrededor. Todo eso me hace sentir un torbellino de

emociones que trato de controlar. La idea de verla con alguien

más me resulta dolorosa, aunque trato de ocultarlo bajo una

fachada de indiferencia. A medida que escucho a Roir, me

pregunto si mis propios sentimientos por Mel son más profundos

de lo que me permito admitir. Siento una mezcla de celos y

admiración, pero trato de mantenerme firme en mi posición,

ocultando la verdad sobre lo que realmente siento.

—¿Esto no te afectará en tu popularidad? —pregunté, intrigado.

—Mi popularidad no me interesa. —Roir respondió con

determinación.

—¿Entonces, para qué te hiciste el representante de la clase? —

pregunté, con curiosidad.

—Si te digo, no te burlarás, ¿no? —Roir me miró con una mezcla

de seriedad y nerviosismo.

—No, para nada —aseguré, asintiendo.

—Me hice representante porque pensaba que a Mel le gustaban

los chicos que toman el timón del barco —admitió,

ruborizándose levemente. Recordé cómo Roir se había puesto

triste durante las votaciones. —Lucharé para poder ganar su

corazón. Además, tú no eres el más indicado para hablar de

popularidad, ¿sabes que eres popular en el salón, verdad?

—¿Yo? ¿Popular? —Me sorprendió la afirmación. —Si te refieres

a lo que pasó al inicio de clases, ya nadie habla de eso.

—Oh sí, lo que pasó al inicio de clases. —Río nerviosamente. —

Me sorprende que tengas ese lado deportivo —Sí, jeje, lado

deportivo. Casi me muero esta mañana.

—No me lo pude creer, hasta que me lo contó Mel. —Mi mente

se centró en Mel nueavemente, sintiendo una mezcla de

admiración y frustración. —Pero lo que quiero decir es que todos

hablan de que estás en una batalla de triple frente.

Roir notó mi confusión.

—Estás saliendo con la alumna ejemplar de 1A, Emily; la invitas a

comer, se esperan a la hora de salida, e incluso se van juntos. Por

otro lado, estás jugando con los sentimientos de Mel y Merry.

—Ah, esos rumores. —Suspiré, pensando en cómo nadie sabía

que Emily es mi hermana. —¿Eso le llaman popularidad? Creo

que más bien me están tachando de mujeriego.

Roir soltó una risa ligera, pero se detuvo al ver mi expresión.

—Gracias de nuevo, Dylan. Tenía una imagen diferente de ti.

Me preguntaba qué imagen tenía de mí, pero preferí no

profundizar en eso.

—No te preocupes, Roir. Entonces, si eso es todo, me tengo que

ir. —Sonreí con alivio, listo para dejar la conversación atrás.

Asintió en silencio Roir, mientras yo comenzaba a caminar de

regreso.

—Espera, aún tengo algo que decirte —dijo, deteniéndome en

seco. Me giré, notando la seriedad en su rostro.

—¿Algo que decirme? —pregunté, intranquilo.

—¿Sabes si Mel tiene planes para el 14 de febrero? —su

pregunta fue directa y llena de intención.

—No, no tengo idea. —Fruncí el ceño, tratando de ocultar mi

sorpresa. —Pero si quieres, puedo preguntarle. —Roir asintió

lentamente, como si eso fuera una respuesta suficiente.

Nos despedimos, y Roir se quedó un rato más, mencionando que

iba a reflexionar sobre algunas cosas. Mientras me alejaba, no

pude evitar sentir una mezcla de preocupación y admiración por

Mel. ¿Qué le veía Roir? Me pregunté si había algo más en ella

que solo la superficialidad que mostraba a primera vista. Su

carisma, su forma de ser, todo parecía atraer no solo a Roir, sino

también a mí de maneras que no entendía del todo.

Cambié mi percepción sobre Roir. De alguien que parecía

competitivo y compañero, a una persona con un propósito

genuino, buscando conectar con Mel de una manera que me hizo

reconsiderar mi propia actitud hacia ella. Me di cuenta de que no

era solo un rival o un compañero de clase; tenía sentimientos

reales y profundos.

Seguí pensando en Mel mientras, tratando de entender lo que

sentía. La imagen de Mel seguía en mi mente, ahora vista a través de una nueva lente: no solo era la chica con la que podía

bromear y compartir risas, sino también alguien que, quizás sin

saberlo, despertaba en mí sentimientos más profundos de lo

podía comprender.

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13 días para el 14.

Me vengué. Eso es lo que se merece por hacerme esperar. Y

seguiré con mi venganza hasta el 14.

Pero se dará cuenta de que los chocolates tienen un sabor

horrible. Es muy probable que mañana ya empiece a dudar de

ellos o, en el peor de los casos, que los rechace al instante.

—Buenos días compañeros.

—Buenos días Emily —saludaron mis compañeros, se me acerco

mi compañera Bara.

Es muy pequeña; la veo como mi hermana menor. Solo tengo a

ese tonto hermano, y el uniforme le sienta muy bien. Según las

lecturas que lee mi hermano, creo que esto se le llamaría una

'loli'

Su cabello plomo estaba recogido en un moño, y se le notaban

sus dos grandes ojos dorados, como la miel.

—Emilyyyyy —lo dijo con lágrimas en los ojos—, no entendí los

problemas que nos dejó el profesor de matemáticas.

Esos problemas de matemáticas, yo tampoco los entendí al

principio. Tuve que pedir ayuda a mi hermano con uno, pero

luego pude comprenderlos y resolverlos yo sola.

—No te preocupes, Bara. Ven, vamos a sentarnos. Ahí te explico.

Nos dirigimos a nuestros lugares. Bara no se sienta al lado mío; el

que se sienta es Ethan.

—Buenos días Ethan —también lo dijo Bara.

—Buenos días, chicas —dijo, levantando la mirada, o mejor

dicho, la cabeza, ya que estaba recostado sobre la mesa.

—Ethan, ¿nos puedes prestar tu asiento, por favor? —Ethan

asintió. Fue fácil, en serio muy fácil. Ethan se fue a su grupo de

amigos y empezó a charlar.

—Por favor, Bara, toma asiento —dije con una sonrisa.

—G-gracias —respondió, mirando la espalda de Ethan—. Emily,

¿Ethan es tu amigo?

—¿Por qué la pregunta?

—Ah, no es nada, por favor, no lo malinterpretes —dijo,

sacudiendo las manos con una expresión nerviosa.

—Sí, solo es mi amigo —escuché un suspiro de Bara, pero preferí

no darle importancia —. Bueno, Bara, ¿qué es lo que no

entiendes?

—Cierto —empezó a sacar su cuaderno—. No comprendo esta

parte —es la misma parte que yo no pude comprender, así que

será fácil de explicar.

.

.

.

—Buenos días, chicas y chicos —era nuestra tutora, Valery,

siempre tan enérgica, con una hermosa sonrisa. Tuvimos la

suerte de tener a la mejor tutora que podría tener la

preparatoria. Me pregunto cómo será la tutora en la clase de mi

hermano. —Estamos en el mes del amor —todos mis

compañeros asintieron—. No se olviden de que en este mes es

común regalar chocolates a sus parejas. Pero yo tengo un plan, o

mejor dicho, un jueguito para nuestra clase. ¿Qué les parece si

organizamos un 'amigo secreto'? —dijo con los ojos bien abiertos

y brillantes, claramente emocionada por la idea—. ¿Qué dicen?

Bueno sería muy entretenido jugarlo, no tengo a quien darle los

chocolates que preparo.

Todos nuestros compañeros centraron su mirada a mi sitio,

esperando una repuesta.

—Tutora, nos encanta su idea —dije sonriendo.

—Perfecto, Emily. Entonces, por favor, todos arranquen una hoja

y escriban sus nombres para poder iniciar el sorteo —dijo la

tutora mientras se dirigía directamente a su escritorio. También

arrancó una hoja y sacó una pluma—. Bien, chicos, espero que

todos lo hayan hecho. Emily, ¿puedes recoger los papeles, por

favor.

Asentí en silencio y pasé por todos los lugares. Noté que Ethan

estaba sentado en el lugar de Bara.

Le entregue los papeles a la profesora.

—Llamaré uno por uno y recogerán un papel —dijo sonriendo —.

Tal vez ya sepan las reglas, pero para quienes no las conocen, el

nombre que saquen no se lo mostrarán a nadie. Solo se revelará

el día catorce.

Los minutos avanzaron, mis compañeros se paraban y recogían,

me toco mi turno, la profesora Valery tenia una sonrisa.

—Saca un papel, por favor. Y, por cierto, también puedes decirle

a tu hermano que, si quiere participar, solo tiene que venir y

decírmelo.

Es normal que los profesores sepan que Dylan es mi hermano,

ellos tienen nuestros papeles.

—Se lo diré, pero no prometo nada que jugara —dije sonriendo.

Me dirigí a mi asiento, el nombre que me toco es "Ethan" que

coincidencia.

Bara estaba alargando su cuello para poder ver que nombre me

toco. La tutora se fue al frente de la clase.

—Buenos chicos, ya conocen las reglas, pueden regalar

chocolates, peluches de forma de corazón o hasta una carta de

declaración de amor —dijo con un tono bastante raro.

—Profesora, ¿cuándo vamos a avanzar? —dijo Ethan, con una

expresión seria. Entiendo cómo se siente; a mí tampoco me

gusta mucho este ambiente. La tutora lo fulminó con la mirada.

—Oh, Ethan, entiendo que estás impaciente por avanzar. Lo que

hice fue solo para relajar el ambiente. A donde quería llega es

que la preparatoria requiere que elijamos a un representante.

—Un representante es una persona que dirige a la clase durante

los exámenes y juegos propuestos por la preparatoria —dijo

Ethan, dándonos la explicación. En mi caso, es la primera vez que

escucho sobre esto, así que me sorprende que Ethan ya tenga

esa información.

—Oh, vamos, Ethan, esa era mi línea. Bueno, chicos, ya saben

qué hace un representante. La preparatoria nos indicó que la

selección se hará por votación.

—¿La tutora no puede elegir?

—No, Ethan, la preparatoria nos prohibió interferir —dijo con

una expresión de tristeza—. Así que la única opción es hacer las

elecciones por votación. Tendrán toda la hora de tutoría para

votar —la tutora se fue a su asiento, empezó a leer un libro "el

día en que la noche callo"

—Compañeros —dijo Ethan, dirigiéndose al lugar donde estaba

anteriormente la tutora—, de acuerdo con la preparatoria,

debemos elegir a un representante. Llamaré a cada uno de

ustedes para que digan a quién va dirigido su voto —nadie

rechazó su sugerencia. Yo tampoco quería rechazarla; si lo

hiciera, eso significaría que tendría que proponer una

alternativa, y no tenía ganas de hacerlo.

—Si me parece bien —dijo con un tono bien relajado, Vaiolet.

—Gracias Vaiolet.

Ethan empezó a llamar, las votaciones iniciaron con 5 votos

dirigidos a mí, ocupaba el primer lugar. Somos 30 compañeros.

La lista faltando solo un voto que es de Bara quedo así:

Emily 24

Ethan 5

Solo dos están en la lista.

—No hace falta mi voto; ya sabemos quién es la ganadora.

Todos mis compañeros empezaron a aplaudir. ¿Debería decir

algo?

—Gracias, compañeros. Me esforzaré para cumplir con sus

expectativas —dije con un tono nervioso.

Después de las votaciones, la tutora me indico que vaya a la sala

de los profesores durante la hora del almuerzo.

Las clases siguieron con total normalidad, después de tutoría

Ethan volvió a su sitio original y regreso Bara a su sitio.

—Aaaaa —me estiré. Después de tanto tiempo sentado, a veces

resulta cansado. Qué bien se siente, mucho mejor. Vaiolet se

acercó.

—Me muero de hambre —dijo, relamiéndose y con un tono de

impaciencia.

—Sabes que no es necesario que me esperes, ¿verdad?

—Bueno, comer contigo es más agradable, pero si prefieres que

me adelante, no hay problema —dijo, alternando su mirada al

salón de clases—. ¡¡Bara!! Vamos a comer juntas. —se despidió

agitando la mano derecha, tomó a Bara por el brazo y la llevó

prácticamente arrastrándola hacia el comedor.

Directo a la sala de profesores.

Afuera de la sala, había un chico alto con cabello rubio y ojos

azules, acompañado de otro hombre que solo llevaba una camisa

y pantalones.

La primera en entrar fui yo. Allí se encontraba nuestra tutora,

Valery.

—Bueno, Emily, serás la representante de tu salón 1A —me

entregó una hoja—. Por favor, firma aquí. Si no tienes firma, solo

coloca tu nombre —asentí.

—Profesora, ¿sabe cuándo se harán las pruebas?

—No tengo permiso... —hizo una pausa—. No, no pasa nada. El

examen se realizará a fines de febrero. Será un examen

académico. Te recomiendo que elijas a alguien que obtenga

buenas notas en todas sus asignaturas. Oh, sí, no mencionó

Ethan toda la información, pero el representante no podrá

participar en las pruebas.

—Gracias, tutora —empecé a salir de la sala.

—Tú debes ser Emily, ¿verdad? —dijo un hombre con la cabeza

rapada y lentes oscuros, igual que sus ojos.

—Aa, sí profesor —no sabía su nombre, pero sé que enseña en la

clase de mi hermano—. ¿Quiere algo de mí?

—Oh, no, perdón si te incomode, solo quería saber. Entonces,

con permiso —colocó su mano en mi hombro derecho.

Sentí la mirada del chico rubio.

—Oh, vamos, Emily, ¿solo comerás eso?

—¿Por qué dices eso, Bara? Para mí es más que suficiente —dije,

mirando mi simple sándwich. El hambre se me fue después de la

pregunta de ese profesor. Bara estaba comiendo una comida

bien servida, mientras que Vaiolet solo tenía tartas de verdura

frente a ella—. Además, no tengo mucha hambre —añadí, algo

nerviosa.

—¿Por qué siento que estás nerviosa? No me digas que ya te

enteraste.

—¿Enterarme de qué? No se me ocurre nada.

—¡Ay, no! De verdad es eso... Escucha, Emily, a mí tampoco me cae

bien. Solo con verlo el día de los clubes me dio mala espina.

—¿¿Ver a quién??

—¿Cómo que no sabes de quién estoy hablando? ¡De tu novio!

Con el que almuerzas y se van a casas juntos —¿Novio? ¿Yo

tengo novio? —Dylan. Sé que escuchaste los rumores... Que te

está siendo infiel con dos compañeras de su clase.

Alterné mi mirada entre Vaiolet y Bara. Vaiolet seguía

concentrada en su tarta, sonriendo. ¿Le hacía gracia esto?

—¡¡¡Espera!!! Bara, Dylan no es mi novio, es mi... —hice una

pausa, pensando en cómo explicarlo— mi amigo de la infancia.

Bara me miró sorprendida mientras Vaiolet, con una sonrisa

juguetona, seguía comiendo su tarta de verduras.

—¿Amigo de la infancia? —preguntó Bara, arqueando una ceja

con una expresión sorprendida—. Entonces, ¿por qué pasan

tanto tiempo juntos?

—Es que... hemos sido cercanos desde siempre —respondí

tratando de sonar despreocupada—. No hay nada más que eso,

créeme.

Vaiolet, claramente disfrutando la situación, con la sonrisa más

macabra que vi, intervino con tono burlón.

—Bueno, si él fuera mi amigo de la infancia, no me molestaría

que los rumores fueran ciertos, ¿no?

—¡Vaiolet! —protesté, Bara se rió y luego se volvió hacia mí con

una expresión de duda.

—Entonces, ¿qué pasa con esas historias de que él está con otras

chicas? —preguntó Bara, bajando un poco la voz.

—Es solo eso, rumores. Dylan no está saliendo con nadie, ni

conmigo ni con nadie más. Es mi amigo, nada más —dije,

tratando de sonar convincente.

Vaiolet alzó una ceja, divertida.

—Bueno, amigo de la infancia o no, si te pide chocolates el 14 de

febrero, no te sorprendas.

Ambas rieron, y yo solo pude suspirar mientras mordía mi

sándwich, fulminando con la mirada a Vaiolet. Ella sabe

perfectamente quién es Dylan, y parece que su única misión en

la vida es meter cizaña.

PALABRAS DEL AUTOR

Hola chicos y chicas:

Para las personas que están leyendo

esto sin leer la obra, espero que les encante,

me entretuve bastante crear escenarios y a los

personajes, se meterán en una historia llena de

amor, bueno este primer volumen sera como la introduccion

la presentación de los personajes algo

así.

Para las personas que están leyendo

esto durante la lectura, no te rindas ya falta

poco, no quiero espoliarte, pero Dylan

terminara con ...

Para las personas que están leyendo

esto acabando la obra, espero que te haya

encantado, y no te preocupes habrá un segundo

volumen eso espero, dependera si tengo tiempo. pero harE lo posible.

Estoy agradecido con mi familia, por apoyarme,

en especial a mi gata "chascosa" Y si, sé que

no es un nombre común, pero me encanta como se

llama, Chascosa le dedico muchas gracias, ya

que ella fue la única que me sacaba de mis

pensamientos, haciéndome recordar que debo

comer o mejor dicho que debo darle comida.

GRACIAS A TODOS POR LEER


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