Pasaron los días, y el ambiente alrededor del castillo era sombrío. Todos se tensaron al tener que prepararse, en caso de morir a manos de su Rey ya que él comenzaría a desbocarse durante toda la noche—o incluso días.
Normalmente, durante la última semana antes de la noche más fría, el Rey Bestia estaría de un humor terrible. Gritaría a cualquiera que se atreviese a cruzarse en su camino, incluso si fuera solo un sirviente que limpiaba el corredor.
También intentaría agotar su energía luchando 1 contra 1000 con sus soldados, solo para que ellos terminaran gravemente golpeados mientras él no recibía ni un rasguño.
Sin embargo, el mencionado Rey estaba de buen humor en estos días. Cumplía su deber en la sala del trono como de costumbre, y no parecía preocuparse mucho por su celo inminente, lo cual era extraño ya que todos recordaban cuán estresado estuvo el año pasado.