No había señales de lucha en el cuarto, lo que significaba que nadie había venido a secuestrarla. De todas formas, no era como si alguien pudiera o quisiera irrumpir en mi mansión. La seguridad era tan estricta que no permitía absolutamente ninguna entrada... ni salida...
—Oh, no. ¿Dónde está Lady Diana? —exclamó Jenna desde detrás de mí.
—¿Te dijo algo? —pregunté sin emoción.
—Ella... solo me dijo que necesitaba descansar... —respondió Jenna suavemente.
Así que, no quería ser molestada. Genial.
—¿A dónde vas? —Jenna preguntó con clara urgencia en su voz.
—Alejate de aquí y no alertes a nadie más —instruí con calma.