Las pirañas, que estaban a punto de morder a Ellen, fueron ahuyentadas por la enorme ola por un momento.
Las pantorrillas de Ellen seguían sangrando, y el dulce sabor era como un pastel grande y delicioso para ellas.
En un instante, mostraron sus dientes y se lanzaron hacia Ella de la manera más viciosa.
Jamie abofeteó con fuerza la superficie del río y gritó, intentando atraer a las pirañas hacia él.
Sin embargo, era obvio que Ellen, que sangraba por la pantorrilla y no podía moverse, parecía ser más apetitosa.
Las tres pirañas saltaron mostrando sus afilados colmillos.
—¡Bang! Hubo un ruido fuerte.
El guardaespaldas en el crucero sostenía un arma para cazar peces en su mano, y una lanza cayó no muy lejos de las pirañas. Las pirañas se asustaron tanto que no lograron morder a Ellen.
Sin embargo, esto fue solo una medida temporal. El guardaespaldas no se atrevió a atacar al azar. En caso de que alguien fuera golpeado, probablemente perdería la vida.