Dos de los Inquisidores condujeron a Karl a una lujosa sala de estar con sillas de cuero de aspecto cómodo y una anciana clérigo en profundos ropajes azules esperándolos.
—Saludos, Karl. Soy Lilith, una Alta Sacerdotisa del Dragón Azul, el Dios Dragón del conocimiento. ¿Te importa si usamos un poco de magia durante nuestra conversación de hoy? Ayuda a revelar detalles que podrías haber olvidado —la mujer de aspecto gentil lo saludó, con sus ojos brillando en la luz suave de las lámparas.
Eran ojos de dragón, no humanos, pero Karl tomó el asiento junto a ella con gracia casual. La respuesta a esa pregunta no importaba, el resultado ya había sido decidido y, si él tenía razón, el hechizo ya estaba en efecto.
—Por supuesto. Apenas comencé a tomar notas, así que podría haber muchas cosas que he olvidado —Karl aceptó.
Antes de que pudiera decir algo más, el mundo pareció desvanecerse y su mente recorría todo lo que le había sucedido desde que recibió la Inyección de Suero.