La cara de Alejandro se retorció de rabia al ver que se llevaban a Rain. Esto era justo por lo que no había querido que ella viniera, pero ella había insistido en estar allí. Ahora, su peor miedo se desplegaba ante él.
Sin pensarlo un segundo, lanzó una poderosa patada al hombre que le bloqueaba el paso, enviándolo al suelo. Toda su atención se centraba en una sola cosa: recuperar a Rain.
—¡Todos! —gritó, su voz feroz—. ¡Bajen a cualquiera en mi camino! Sus hombres entraron en acción, despejando el camino con eficiencia brutal y rápida mientras combatían a través del lugar lleno de humo.
Alejandro avanzaba, apenas notando el ardor del humo en sus ojos. Todo lo que importaba era cerrar la distancia entre él y Rain.