Rain acababa de salir del ascensor al estacionamiento cuando su teléfono sonó. Contestó, escuchando la voz de Alejandro al otro lado.
—Detente ahí mismo —le indicó firmemente.
Ella frunció el ceño, confundida. —¿Y a dónde crees que vas? —preguntó a continuación. Su coche se detuvo frente a ella, y él salió, indicándole que subiera.
Rain obedeció, percibiendo que Alejandro ya había visto el artículo sobre el matrimonio fraudulento.
—Sanya me necesita —declaró en el momento en que él se acomodó en el asiento trasero con ella.
—Lo sé —respondió Alejandro, completamente impasible—. Pero no tienes que preocuparte por ella. William se encargará de este lío —dijo con una sonrisa casual como si no estuvieran hasta las rodillas en un escándalo. Su tranquilidad la desconcertó.
Rain frunció el ceño, estudiándolo. —Explica, por favor.
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